Editorial
Pequeñas catástrofes – Mariel Turrent
Pequeñas catástrofes
Mariel Turrent
He tenido experiencias, que en su momento me han parecido irrelevantes, pero con el tiempo han cobrado sentido y se han vuelto entrañables. A veces empiezan por casualidad y las vivo arrastrada por la corriente, sin entender realmente lo que pasa. Una situación trae otra y van apareciendo personas que luego he perdido de vista, pero que de pronto reaparecen. Y para mi sorpresa, me doy cuenta que siempre estuvieron ahí, de una u otra forma, permeándose silenciosamente por mis poros hasta la médula, fundiéndose en mi existencia.
Eso es lo que me pasó con esta historia. Fui a buscar un libro de esos sobre los que casi nadie ha escrito, de esos que tienen pocas reseñas. Le pregunté al chico de las rastas que trabaja ahí, y solícito me mostró las novedades y me hizo algunas preguntas para indagar un poco más y ayudarme. Casualmente pasaba por ahí una señora que escuchó que yo iba a hacer una reseña y metiéndose en la conversación señaló Niños en el tiempo, “Te lo lees en una tarde, no podrás parar”. Y como yo no creo en las casualidades, ya no pensé más y le dije al chico, “Me lo llevo”.
El libro está dividido en tres relatos; Primero La herida, se divide en veinte partes y es la incisión donde queda al descubierto el corazón que da vida al libro. Nos habla de un matrimonio cuando pierde un hijo.
Precisamente porque el mundo permanece indemne ante cada pequeña catástrofe, son mi mundo, su mundo, nuestros personales e innegociables mundos los que se desmoronan.
Después La cicatriz, dividido en veintidós letras del alfabeto hebreo, es el remedio que ayuda a sanar la lesión. La narración de una historia que nunca se ha contado, la infancia de Jesucristo, donde la literatura sirve como catarsis al padre.
La única aurora del hombre es el lenguaje. Hay personas, sólo unas pocas, que si no escriben, mueren.
Y por último La piel, formada por treinta capítulos. Un viaje a Creta donde se cierra el círculo dando sentido a las tres partes unidas por el tema del amor. Pero no el amor hollywoodense que nos ha vendido la mercadotecnia, sino el de la vida real, que es inherente al dolor.
… el amor de la carne, la sangre, el vínculo primordial y el amor azaroso tropezado en las esquinas del tiempo.
Ricardo Menéndez Salmón (1971), uno de los escritores más prestigiosos en el panorama de la narrativa contemporánea española, demuestra en Niños en el tiempo, un gran manejo del lenguaje. Su primera parte es una prosa ágil y fluida que nos va envolviendo con un lenguaje poético, reflexivo y descarnado. Detalla con minucia la sombra de sus personajes y lo que se destapa en quienes viven el dolor de las heridas incurables. En la segunda parte, como una melodía simple que se va deslizando suavemente, desacelera. Relata una historia de amor infantil, unido siempre al sufrimiento y a la muerte. Al mismo tiempo que realiza una reflexión sobre el sentido de la literatura. ¿Para qué y por qué se escribe?, el ritmo nos va preparando para la última parte donde el silencio tiene la cadencia de la naturaleza, el sol, el mar, el viento. Un relato impregnado de misterio, con un tono esperanzador, a veces alegre pero siempre nostálgico.
En realidad me llevó más de una tarde leerlo. Entusiasmada devoré la primera parte, pero después muchas veces paré durante la segunda parte e incluso en algún momento me sentí aburrida. Al terminar supe que había valido la pena leerlo. Que la historia se había colado por mi cuerpo, y el final jubiloso me dejó la sensación de un libro extraordinario con un personaje entrañable que sale de escena para enseñarte una parte de él más profunda, exorcizando su dolor a través del lenguaje, y reaparece más grande, más fuerte, más sabio, para enseñarme lo que de verdad vale de la vida. Un libro intenso que recomiendo a los rumiantes reflexivos, que una vez terminado el libro siguen digiriendo sus enseñanzas.
Niños en el tiempo
Ricardo Menéndez Salmón
Seix Barral
2015
220p.