Editorial
Pensamientos en Contingencia – Y Aquí Empieza el Abismo
Pensamientos en Contingencia
Roberto Cardozo
Y Aquí Empieza el Abismo
Lo primero que te viene a la mente cuando resultas positivo a Covid-19, es pensar en cuándo y dónde te habrás contagiado. Esta incertidumbre suele comerte las entrañas hasta el grado de acercarte a la locura mientras intentas dormir en medio de altas temperaturas y dolores de cuerpo.
Otra duda que te asalta recurrente es el hecho de pensar en que, en las próximas horas, incluso minutos, tu salud podría empeorar sin darte cuenta. La angustia es terrible, la inseguridad te hace imaginar todas las posibilidades, incluso los peores desenlaces.
Más adelante, piensas en las personas que tuvieron contacto contigo en los días previos a empezar a sentirte mal, piensas en tus amigos, en tu familia, a la que quizá visitaste manteniendo la sana distancia. Entonces recapitulas en tu mente. ¿Realmente fue una sana distancia? ¿Habré olvidado alguna parte del protocolo de sanidad que establecimos desde el principio de la pandemia?
Todo esto hace que en algunos momentos te sientas realmente mal, aunque por ratos no sepas si es por la enfermedad o por los pensamientos aglutinados en tu cabeza. Ante todo, la única certidumbre que tienes es que todo es demasiado tarde. En algún momento te das cuenta de que lo único que te queda es aguantar e intentar no morirte en el proceso del tratamiento. Aunque también sabes que todo esto es una moneda al aire y que las probabilidades de supervivencia no son algo predecible.
Pasa lo mismo cuando te enteras que alguien cercano da positivo al virus que nos mantiene encerrados desde hace varios meses. Empiezas a contar los días que han pasado desde el último contacto sin saber si creerles a los médicos que dicen que los primeros síntomas empiezan a los cinco días, a los que dicen que a los siete o a aquellos que aseguran que hasta los 14 días después del contagio presentarás los primeros síntomas.
De repente te sube un poco la temperatura y empiezas a ponerte paranoico, te quedas con el termómetro en la mano y lo usas cada cinco minutos, te dejas el oxímetro en el dedo por media hora y lo vuelves a usar después de otra media hora. Todo esto si tienes la suerte de contar con estos aparatos en casa, que se han vuelto indispensables en cada familia, pero que no resultan tan accesibles para todos.
Si no tienes la suerte, pues alguien de casa, con todo el miedo, te estará tocando la frente cada cierto tiempo. Ante todo, en cualquier situación realizas acciones de emergencia para aislarte, repasando mentalmente cada paso para tener las más estrictas medidas de seguridad, con el temor de que algo salga mal, o de que, también, sea demasiado tarde y toda la familia se haya contagiado.
Ante todo esto, con lo que más te podrá costar lidiar, es con el hecho de que en las redes sociales se han dedicado a criticar el hecho de que las personas salgan de sus casas, sin importar si es por paseo o por necesidad. Entonces, reconocer que estás contagiado, implica para los demás el hecho de que saliste de casa y que probablemente haya sido de paseo.
En la experiencia, de mis conocidos que han sido diagnosticados con Covid-19, todos ellos han estado trabajando sin salir más que para lo necesario del trabajo y evitando cualquier situación que pudiera implicar un contagio. Termino pensando en que ese pequeño descuido que pudieron tener fue suficiente para adquirir el coronavirus y que, independientemente de que salgamos o nos quedemos en casa, tengamos cuidado constantemente, limitando cualquier situación de riesgo.