Editorial
Necropsia de un poeta – Ernesto Adair Zepeda Villarreal
Necropsia de un poeta
Ernesto Adair Zepeda Villarreal
La presente novela es un panegírico en memoria de un amigo. El escritor Alberto Vargas Iturbe le da forma a los recuerdos de uno de sus amigos más entrañables, que terminó siendo consumido por sus propias malas decisiones. En este libro se narra de las aventuras conocidas del abarrotero erotómano, el adicto a las mujeres y el sexo, que va hilvanando sus días al lado de su amigo Lucio Cano Estrada, escritor marginal y mediocre que no pudo superar jamás su condición de hombre del vicio, de la tristeza en lo urbano, de la miseria de transcurrir por la vida como un espectro. A lo largo de los sucesos seguimos las aventuras de los amigos para conquistar mujeres y soñar con volverse escritores reconocidos.
El narrador, ese alter ego de Alberto, nos pasea en dos de los municipios más jodidos del estado de México, Nezahualcóyotl y Valle de Chalco, donde se instalan las tiendas que han de generar las utilidades que tan gallardamente se despilfarran en fiestas y mujeres. En este ir y venir también se hace una radiografía social, donde la prostitución es un trabajo más que permite llevar la comida a la mesa, que no da vergüenza, sino que por el contrario, es completamente natural. La comedia, la amargura, y ese halo constante de decepción, marcan las pillerías de los escritores, quienes sobreviven el rechazo de su obra buscando consuelo en el placer. Las mujeres en la obra de Vargas siempre son un fruto insuficiente al que se persigue, que se admira, y al cuál se le rinde una pleitesía primitiva. Las historias de este autor pueden parecer burdas, pero guardan elementos que nos cuentan historias por debajo de sus diálogos principales. Alberto Vargas Iturbe no es un escritor de masas, pero tampoco es un cretino insensible. Como hombre de campo perdido en la ciudad, lo constante de su literatura es lo elemental, cubrir el hambre, el frío y el afecto. Como lo dice descarnadamente, a cierta edad, sobre todo al no ser ese adonis natural, el afecto se paga, y siempre es caro.
El abarrotero cachondo, lúdico, pero pródigo, comparte lo que tiene porque así debe ser el mundo, debe compartirse el pan y el techo. Por eso, el sexo desde su perspectiva debe ser algo democrático, algo que no excluye ni limita ni prohíbe, sino que salva, que aliviana la carga de las personas, y como se puede ver en pequeñas historias, redime de la tristeza que nos trae la vida cotidiana. Ya sea una jovencita disfrutando de la vida o un anciano fracasado, el sexo es un bálsamo que cambia el destino. Las historias de las putas no se juzgan de manera moralina, sino que se traduce en transacciones simples, como comprar y negociar el precio de cualquier bien. De eso se trata esta obra.
La necropsia del poeta se cumple tanto para Luciano como para Alberto, que cruzan las mismas aguas, pero sólo uno de ellos alcanza a ver cumplidos sus sueños, aunque de manera parcial; lo cual, se nos revela, es suficiente. La revista Desmadre termina de sellar el destino de los personajes principales, que mezclan la parranda con los encuentros de escritores, que se acomodan y se acompañan sin prejuicios. La necropsia del poeta es una confesión velada de que se extraña mejores tiempos, donde el dinero, las mujeres y las risas no parecían tener final. Tanto el inicio como el final de esta novela encuentran un páramo reflexivo, donde el narrador parece pasar de cualquier significado, de cualquier deseo por darle un significado especial a los sucesos que va registrando. Sólo ocurren y ya.
En algunos momentos, la historia se cruza con la novela de Javier Serrato Vargas “Los secretos de Luciano”, con la que se completa la mística de Lucio Cano Estrada, escritor marginal, enfermo en su alcoholismo, y perpetuo perdedor al estilo de Bukowski, atrapado por sus necesidades primarias. Esta novela permite comprender elementos imprescindibles en la historia del escritor de Jungapeo y de Neza, que ha hecho del ero-porno una manera de contar sus ideas, sus anotaciones sobre el mundo, y cumplir sus deseos. Saber qué partes de la historia son reales y cuales son fantasías es poco relevante. Lo que nos queda de esta novela es la sensación de vacío ante el fracaso, de completar una profecía que se intuye desde un comienzo, y que de alguna forma cierra los cabos de esta etapa de la meta-novela de Alberto, que se distribuye en todas sus obras.
Necropsia de un poeta, Ediciones Ave Azul, 2020