Editorial
Regueiras de Sergio García Díaz – Una novela donde el mundo es una amalgama confusa
Regueiras de Sergio García Díaz
Una novela donde el mundo es una amalgama confusa
Ediciones Ave Azul
Hay dos verdades que los mexicanos comprenden casi desde su infancia, que el mundo es un sitio hostil, y que el barrio es un lugar de pertenencia, una patria heredada y viva. En esta novela, el escritor Sergio García Díaz, creador y gestor cultural en ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México, nos cuenta el drama del asesinato de mujeres como gancho inicial de una trama conocida a voces, pero que se calla de forma pública, la podredumbre del sistema político. A partir de una serie de homicidios ocurridos en San Andrés, una colonia marginal de esa ciudad, y del desprecio con que se abandonan los cuerpos de varias mujeres, el ingenuo investigador privado Regueiras, un tipo bonachón y hacendoso, se dedica a buscar a los responsables de tan horribles crímenes, para ir develando que el trabajo requiere de algo más que la buena intención. Así vamos entendiendo que las cosas no pueden ser tan sencillas, y a veces, ni siquiera claras.
La novela impacta no sólo por los asesinatos de las mujeres, siempre bellas y admiradas por el narrador, sino por atentar contra la tranquilidad del barrio, ese sitio mítico donde ocurre la vida; recordemos que en la época en que fue escrita los crímenes de Ciudad Juárez aún nos horrorizaban, y no estábamos ni siquiera imaginando el horror que tragaría al país una década después gracias a la corrupción del primer mandatario, el mismo Presidente. Esta novela era una advertencia que no quisimos escuchar, y hoy en día, en retrospectiva, podemos ver que Sergio entendía cómo funcionaban las cosas desde entonces. Además, se equipará a la ciudadanía como una familia política que debe protegerse a sí misma, auto consiente de sus espacios y sus formas, que debe aprender su lugar como una clase social, y fundar su identidad en una ideología crítica del progreso, de la organización y de la lealtad. No por nada, el autor reflexiona en la izquierda mexicana y en su ligereza, y al mismo tiempo reconoce la oposición al sistema como el mecanismo para comenzar a defenderse; también nos habla de cómo las redes de poder ayudan a entender los grandes males que aquejan a nuestro pueblo, especialmente en el caótico Valle de México, donde la policía es el enemigo declarado del pueblo.
La novela de Regueiras puede parecernos actualmente como un poco tibia ante la atroz evidencia de lo que hemos permitido que suceda en el país, atravesado con miles de desaparecidos, lleno de mujeres asesinadas y violentadas incluso desde el hogar, fundido tras el fracaso de una guerra simulada contra el narcotráfico, que ha dejado hasta la fecha, casi un cuarto de millón de personas asesinadas, y posiblemente el doble de familias destruidas por la pena, la pobreza y la violencia en todas sus expresiones. Pero justamente por eso, la novela de Sergio nos debe dar esperanza, porque sabe que es el barrio, esa cara de la colectividad y de la hermandad, es la que puede componer y articular el orden, que puede expulsar a las lampreas políticas y los negocios sangrientos de quienes han hecho de la violencia algo rentable. Regueiras es un maestro que nos señala lo obvio, pero que parece nos negamos a observar.
Los personajes de su historia son fácilmente identificables, trasladables en otros que conocemos en nuestra vida diaria, y funcionan para abrirle paso a las investigaciones del exprofesor, ahora convertido en investigador privado por capricho, o quizá por la misma vocación terrible del Quijote, y que sobrevive a ese ente colosal de cemento que nos encierra a todos. La ciudad misma es un personaje que expone su malestar a través de la rabia de Regueiras. Regueiras es una forma de conciencia que nos echa en cara la necesidad de no mantenernos apolíticos o indiferentes, de saber que también somos las víctimas de esta red de violencias, pero que aun así siempre hay tiempo para compartir un viaje o una cerveza con los amigos, y más aún una partidita de domino.
También es una crónica del municipio de Netzahualcóyotl, que se fundó de manera marginal, haciendo uso de la colectividad como un medio para proveer servicios y mejorar la calidad de vida en aquella urbe periférica a la Ciudad de México. Los habitantes de Neza, como es popularmente llamada, son quienes mejor nos pueden hablar del sentimiento de pertenencia a la colectividad, el gremio unido y luchador, ya que, llegados desde fuera, exiliados de sus lugares de origen por miles de razones, decidieron construir una identidad que les diera seguridad y orgullo, como piedras fundacionales de una vida mejor. Es entonces el barrio esa forma de anonimato consiente el que permite a las personas echarle ganas para salir adelante, cuidar de los suyos. El barrio es lo que somos y lo que queremos ser, lo chingón y lo bello, lo nuestro.
En esta edición revisada, traemos la novela publicada originalmente en 2009 y 2012 bajo el sello de Taller Nuclear, en la colección Esguizorrénica (01). Nos complace sumar a Sergio a nuestro catálogo por ser un auténtico escritor urbano, un hombre con identidad clara, y que ha hecho de la literatura un juego donde se advierte la picardía del hombre, su conciencia y su eterno amor por el diálogo abierto y la ciudad de la que forma parte. Esta historia enriquece la discusión nacional sobre la violencia y sobre las telarañas que se mueven detrás del telón.
En esta novela podemos encontrar una historia influenciada por la novela negra y la policiaca, trasladada a un ámbito normalmente despreciado por el canon, donde las personas comunes tienen su voz genuina. En esta obra, podemos imaginar a Sergio, con su voz de narrador, investido en traje de investigador, arrugando el bigote sobre el misterio mientras recorre las calles de su ciudad para denunciar la corrupción y maldad de quienes se abocan a hacernos daños, siempre imaginando su alegre picardía y sus amistosos gestos. Entonces nos queda clara la sentencia que hace a lo largo de sus 33 capítulos, nadie es tan malo y nadie es tan bueno, porque el mundo es una amalgama confusa, pero definitivamente, Sergio sí es uno de los buenos, y mientras estemos organizados hemos de triunfar, porque ‘los buenos somos más’.
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