Editorial

RADIOGRAFÍAS – El ojo de la aguja una breve reflexión

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RADIOGRAFÍAS

El ojo de la aguja una breve reflexión

NORMA SALAZAR

Armando Pereira nació un 7 de julio de 1950 en Guatemala. Es un destacado Investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas, maestro en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM fue coordinador del Diccionario de literatura mexicana. Siglo XX (2000), es Miembro del Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT.

Los expedientes cardiográficos con sus discursos no son medias frases que transitan en nuestro YO, todo lo contrario como lo expresa Martín Heidegger en Ser y Tiempo «solo en el genuino hablar es posible un verdadero callar», éste silencio es un comunicante, ¿Qué escuchamos en el OTRO YO? Un sentido de la autenticidad, los mortales conversan en la medida en que se atiende estar finos a esa mudez que es una grafía de aguzar los oídos a un acontecimiento.

Amables lectores el don de la poesía está en contar la historia emblemática de aquél o aquellos personajes tan cercanos, ir desmantelando la memoria. El investigador y escritor Pereira escribe en El ojo de la aguja una correspondencia entre dar oídos y ser escuchado en tiempo sempiterno, no hay poema que no se abra como una herida, pero también, un libro de mucha valía no sea hiriente sino todo lo opuesto que comparta un encantamiento sigiloso, erizado de quebranto, sí, lector agudo, esto lo observemos línea por línea EN LA FRONTERA

 

«Del que quedó vivo

lo sabemos todo:

su dolor,

la punzante certeza

de lo irrecuperable,

el pozo sin fondo ni reflejo

en el hunde su tristeza,

su helada soledad sin ecos,

su memoria inconsolable.

Del muerto,

en cambio,

no sabemos nada.

¿A dónde ha ido?

No puede ser sólo ese cuerpo inerte

que ha quedado de él.

¿Qué emociones lo exaltan

o lo derrotan?

¿Cómo respira

en ese territorio incierto

en el que ya no está lo que amó?

Del muerto

no sabemos nada,

aunque quizás él lo sabe todo

y ese saber lo restituye,

lo abriga.

Tiene al menos la respuesta

a la insistente pregunta

que nunca podremos contestar nosotros»

 

Déjeme enfatizar, nuestro investigador Pereira exhala no se queda con las heridas anticipa su escritura TAN HUMANA conmovedora al redescubrir el canon de las autopsias que permanecen en las fosas. Escribe de forma humilde la enseñanza de Jaques Derrida aprender par coeur sellando el sentido a un ritmo espaciado entre tiempos., como leamos el siguiente fragmento en EL ACONTECER DEL PEREGRINO

                                                                             

«El peregrino no quiere

dejar huella de su paso,

porque su paso

no lleva a ninguna parte.

Los cuadernos

guardan la memoria

de un acontecer»

 

Es muy cierto lo que ratifica Carlos Pineda en el prólogo El ojo de la aguja «Robert Louis Stevenson en Strange Case of Dr. Fekyll and Mr. Hyde (1886) enfatiza una dicotomía que está aún más enraizada en la profundidad de ese «ser» que es consciente de estar siendo él y otro, de modo simultáneo con la salvedad de que saberlo no representa conflicto alguno» Armando Pereira, atiende esa voz. Reitero; El YO está solamente a la llegada de ese desahogo que aprende par coeur se adhiere a sus palabras a sus vivencias como leemos en un breve fragmento del poema UNA SOLICITUD (ESTÚPIDA)

«Hay demasiada

soledad en el mundo

para incrementarla.»

                 

Termino ávido lector, al leer la poesía de Pereira uno registra su voz alta que invita a tomar conciencia El ojo de la aguja está escrito para reflexionar en aquellas palabras que son comunicantes de nuestras vidas, un antes y un después entre nosotros estás son palabras que entrecruzan lo más hondo del SER HUMANO El ojo de la aguja con la aguja del silencio la morada de los mortales, es decir, la paradoja poética entre imagen auditiva y nuestros silencios es un clímax de nuestra existencia.

 

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