Editorial

RADIOGRAFÍAS – El éxtasis de la introversión en Samuel Beckett

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RADIOGRAFÍAS

El éxtasis de la introversión en Samuel Beckett

NORMA SALAZAR

La obra del dramaturgo irlandés Samuel Barclay Beckett trasfiere al lector hacia dos conductas confrontadas del vacío; creer entender una ausencia y sentir la ausencia presencial. El crítico abate ante inspecciones al límite con una sola enunciación quebranta al sujeto, es decir, en sus obras teatrales los personajes de Beckett como define Hugh Kenner- “siempre se sienten sorprendidos por las naderías que recuerdan; pero lo que permanece, sobre todo, es un claro sentido de una sintaxis declarativa, un sencillo pero adecuado vocabulario, y un gusto por los cálculos, y estas cosas, además de unos cuantos objetos, como piedras, zanahorias, una o dos bicicletas, un pedazo de cordel, son los ingredientes con los que opera la empresa narrativa de Beckett”. Una percepción absoluta y sorprendente ante el “sí de las cosas” poniendo en ejercicio el enfoque de obsesión metódica que resguarda de cualquier distracción nihilista. La recelada “oscuridad” de la obra de Beckett es de un carácter “hermético” y “enigmático” de su escritura tendríamos que verla en escena con todos los elementos y sus propios personajes, una preocupación obsesiva por la ausencia de sentido que se entrelaza como el otro enfoque, sí, el verdadero lugar de sentido trata de comunicar en su trabajo el filósofo y poeta Beckett adentro de la dramaturgia y que representa en sus obras “ésta ausencia del sentido” va perdiendo el ser humano hasta en lo más insignificante o simple de la vida. Déjeme enfatizar, no es un contenido que pueda ser aprehendido por la conciencia, la ausencia es expuesta como “una vacante”, aquí, nuestro poeta irlandés pregunta y exige una respuesta que demanda su OTRO YO. Por ende, el referente de “conciencia” que atribuimos a los personajes de Beckett se han asentado en una trayectoria escrupulosamente contrapuesta al trama que representa la autoconciencia filosófica, reitero amable lector la dramaturgia de Beckett no inquiere radicalizar la voz de un sentimiento de soledad o fastidio, sino, que todo lo inverso es una grafía para difundir la inanidad de la existencia, asimismo la opacidad de los códigos de la conciencia que va más allá en cada obra de representación esta un fondo de conciencias, sus escenas parecen intervenciones quirúrgicas, autorreflexivas para un público cautivo.

¿Qué sucede con sus personajes? Para Beckett ahondar en el sentido de una experiencia radical de la cotidianidad es en cierto modo una carencia que prevalece en el mundo, y que sus personajes conviven con cierto distanciamiento, déjeme reiterar otra característica que destaca en sus obras teatrales: el lenguaje es un componente substancial de poder de seguridad excepcional en la reflexión minuciosa entre ellos, observamos en sus montajes como exhibe a la sociedad y la insuficiencia de utopías por más de dos siglos sumida en un rotundo vacío agonizante. Los personajes viven sus propias quimeras con una enfermiza inmovilidad, Beckett disecciona el gran dilema humano ¿Qué hacemos aquí?, él dramaturgo afirmaba “Lo único que cuenta es la escritura. Nunca contó otra cosa”, afirmó el novelista creador de protagonistas solitarios, grises, oscuros y tímidos en su obra emblemática Waiting for Godot que se estrenó en 1953 en el théâtre de Babylone en París fue muy acogida por los estudiantes de aquella época, identificándose con los protagonistas porque les tocó vivir un yugo de la dictadura. Beckett en ese tiempo vislumbró el futuro a través de sus presentaciones escénicas, un visionario nato de la postmodernidad expuso la esencia del hombre del siglo XX y parte de éste siglo XXI que comienza.

Beckett, un escritor que desplaza las petitorias habituales, opulencias de las hordas mundanas sin dejar pasar las ofuscaciones cimentadas en el texto que es el péndulo de la obra que se escucha como una melodía simbólicamente hablando para escenificar lo físico de la NADA e insignificante del Ser humano. Ahora bien, la dramaturgia de Beckett tras la Segunda Guerra Mundial usaba al teatro para mostrar la IRRACIONALIDAD del mundo con todos los semblantes, sus aspavientos, los meneos y los momentos de silencio con un sentido de humor agridulce por tratarse de un drama existencial, rompe los límites del asombro.

El mundo escritural de Beckett está instaurado por hacedores y no hacedores todos los autoritarios en el universo Beckettiano están dañados de alguna manera, viéndose regidos en manos de otro. Waiting for Godot es una pieza que exterioriza en el escenario afirmando con su propio título muy certero que indica aquella ESPERA. Los protagonistas Vladimir y Estragón acompañados por la audiencia esperan durante los dos actos de la obra a que llegue la enigmática presencia de Godot, para sorpresa de todos nunca llega.

Nuestro director escribió esta obra inspirándose en un cuadro de Caspar David Friedrich bajo el título Dos hombres contemplando la luna, basta estar a la mira y podemos encontrar una gran similitud de trasfondo con la obra, no debemos perder de vista una característica de ésta obra que Beckett muestra latentemente que es la DUALIDAD. Un referente que lo coloca más llamativamente y que encontramos con más frecuencia en Godot  ese carácter dual de las cosas donde refleja la doble naturaleza una tragicomedia en dos actos; Vladimir y Estragón son un par de vagabundos; Pozzo y su esclavo Lucky y por último se encuentran dos niños que anuncian que Godot no llegará. Los personajes siempre están en pares, estos personajes asimismo son una ANTÍTESIS DEL OTRO. Aquí, amable lector está el siguiente cuestionamiento ¿Quién es su par en ésta obra de Godot? La respuesta es sencilla, tiene el personaje una doble identidad y, por ende puede aparecer o no en escena.

Retomemos la obra en sí, el género está dividido en una dupla: una tragedia y una comedia, es decir, tragi-comedia aunada con la mezcla de una farsa del absurdo teñida de melancolía en la vida cotidiana; los pares se fortalecen con la arbitrariedad de la vida misma. Otro detalle que no debemos perder de vista es la escenografía, el árbol ésta en toda la obra que se puede interpretar como un ícono religioso para Vladimir es la aserción y que le comunica a Estragón que deben esperar a Godot junto al árbol, lo que significa que se encuentran en el lugar correcto.

Termino ávidos lectores, con otra pregunta ¿Qué es lo que esperan las personas en la vida? Waiting for Godot una obra para revelar donde estamos ubicados, hacia dónde vamos; son las cavilaciones de Beckett con su propia ideología muestra lo inútil que resulta aferrarse a una creencia por un futuro que siempre es incierto, como seres racionales necesitamos un punto fijo un punto en común, un eje para tener un motivo porque vivir aunque ciertas ocasiones no se pueda comprender ni mucho menos visualizar ni sentir. La obra ejemplar de las reflexiones y preocupaciones de Samuel Beckett tan solo es un intercambio entre Vladimir y Estragón: Vladimir: ¡Qué! ¿Nos vamos?

Estragon: Sí, vámonos.

No se mueven.

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