Editorial

HISTORIA Y LEYENDA DE LOS REYES MAGOS – Gloria Chávez Vásquez

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HISTORIA Y LEYENDA DE LOS REYES MAGOS

Gloria Chávez Vásquez

Se perpetuará su nombre mientras dure el sol.
Benditas serán en él todas las naciones;
Lo llamarán bienaventurado.

Salmo 72:17

Cuenta la tradición cristiana, que unos magos visitaron a Jesús poco después de su nacimiento. Eran extranjeros distinguidos que viajaban desde Oriente, siguiendo la estrella que anunciaba un maravilloso evento en Belén. Buscaban al redentor del mundo y le traían tres valiosos regalos.

En la Persia y Babilonia de la época, los magos eran una casta de sacerdotes mazdaístas (zoroastrismo) que se dedicaba, entre otras cosas, al estudio de la astronomía y la astrología en su búsqueda de la verdad del universo. Según el historiador griego, Herodoto, se trataba de una casta sacerdotal numerosa, y constituía una de las seis tribus medas.

Ya para entonces, Isaías había dado pistas de dónde encontrar a quien el mundo llamaría: “Príncipe de paz”. El profeta señalaba a Galilea, en el norte del Reino de Israel (en constante ataque por naciones como Asiria), como el lugar del nacimiento de un niño que rompería el “pesado yugo” del pueblo judío y se le reconocería como al Mesías o el Salvador. El profeta hace alusión, además, a varios “reyes que vienen al [encuentro del] fulgor de su alborada” portando mirra y oro. En los salmos, el rey David hablaba de unos reyes de Tarsis, Saba y de las costas, que traerían presentes y ofrecerían dones a aquel que todas las naciones llamarían bienaventurado.

Y es en Belén de Galilea, cerca de Nazaret, donde los magos hallan a Jesús recién nacido, le rinden homenaje y le obsequian oro (como símbolo de su naturaleza real); incienso, (usado en el culto), como simbólico de su naturaleza divina y mirra, (un compuesto embalsamador, que representa la Pasión de Cristo). En el siglo III los investigadores eclesiásticos concluyen que solo los reyes podían obsequiar regalos de tanto valor.

San Mateo, el único evangelista que los menciona, no da detalles de sus nombres y se asume que eran tres por el número de obsequios. La iglesia ortodoxa siria y la iglesia apostólica armenia aseguraban que eran doce, como los apóstoles y las tribus de Israel. Por varios siglos el número de los Reyes Magos estuvo en entredicho. Fueron los teólogos Orígenes y Tertuliano quienes establecieron en el s. IV que era tres.

Hacia el siglo VI d.C. los reyes magos habían sido identificados como Melchor, Gaspar y Baltasar y es en la Basílica de San Apolinar en Rávena, Italia, en un mosaico bizantino, donde se les inscribe por primera vez. Los nombres provenían del Excerpta Latina Barbari un manuscrito griego, traducido al latín y compuesto en Alejandría en el año 500 d.C. en el que aparecen como Melichior, Gathaspa y Bithisarea. Otro documento griego del siglo VIII y que se presume es de origen irlandés, traducido al latín, con el título de Collectanea et Flores continúa la tradición con detalles adicionales. En uno de los evangelios apócrifos o Evangelio armenio de la infancia, se les llama Melkon, Gaspar y Baltassar. ​ Los cristianos sirios nombran a los magos Larvandad, Gushnasaph, and Hormisdas. Los cristianos etíopes los llaman Hor, Karsudan, and Basanater, y los católicos armenios Kagpha, Badadakharida and Badadilma. Los nombres equivalen en griego a «Appellicon», «Amerín» y «Damascón» y en hebreo a «Magalath», «Serakin» y «Galgalath».

En el s. XV la Iglesia decide representarlos bajo las tres edades del ser humano y las tres regiones predominantes en la Edad Media (europea, asiática y africana). En la Enciclopedia Británica encontramos que, de acuerdo con la tradición de la iglesia, Baltasar era un rey árabe, Melchor un rey persa y Gaspar un rey Indio y que llegaron a Jerusalén con tres legiones de soldados.

Según algunas tradiciones, Gaspar es el tercer rey mago, mientras que Baltasar aparece en segundo lugar. Lo cual cede el primer puesto a Melchor.

Se ha asumido que el de Melchor es un nombre de origen europeo, y por eso se identifica al mago como a un anciano de piel clara y barba blanca, representando así, al “antiguo continente”. El nombre es un compuesto del hebreo malkî y ôr, que significa «mi rey es luz» o «rey de la luz». Simboliza la tercera edad del hombre y es el rey que porta la mirra.

El nombre Bel-Sar-Utsor, significa Dios protege al Rey y proviene de Babilonia. Es mencionado en los libros del profeta Daniel como rey Baltasar. Representa la juventud del hombre. Tiene la piel morena y es el portador del oro[.​.

Gaspar es un nombre que se origina en Asia. En persa, kansbar significa “administrador del tesoro”. Muchos cristianos chinos creen que procedía de Mongolia. Se representa con la barba castaña y caracteriza la etapa adulta del hombre. Es el mago que porta el incienso.

La literatura de ficción ha encontrado una mina en la historia de los reyes magos. En la novela Ben Hur, de Lew Wallace (1827-1905) abogado estadounidense, Gaspar es transformado en un sabio griego procedente de la ciudad de Atenas. La versión de un cuarto rey mago aparece en [.El otro rey mago, un cuento navideño escrito por Henry Van Dyke (1852-1933), teólogo presbiteriano estadounidense. Nos cuenta el escritor, que guiado por la fulgurante estrella, Artabán marchó en busca del Niño Jesús y junto a Melchor, Gaspar y Baltasar llegó al establo de Belén donde ofreció al futuro redentor, piedras de rubí, jade y diamante. Estas narraciones contribuyeron a avivar la llama de la fe y la esperanza en el pueblo norteamericano, tras la cruenta guerra civil que azotó al país (1861-1865).  

Según la Crónica del teólogo español Flavio Lucio Dexter (s.V), fue Santo Tomás quien, después de la resurrección de Jesús, los localizó en el reino de Saba. Allí los bautizó y los consagró obispos. En el año 70 fueron martirizados por su fe y sus cadáveres depositados en el mismo sarcófago, lo cual hizo pensar que eran hermanos o familiares. Santa Elena, madre del emperador Constantino, viajó a Constantinopla donde eran venerados tres cuerpos coronados; dando por sentado que se trataba de los Reyes Magos, los hizo trasladar a Milán en 344 donde permanecieron hasta que en el s. XI Federico I, emperador del Sacro Imperio Romano ordenó que se llevaran a Colonia, Alemania. Miles de peregrinos empezaron a llegar a Colonia, lo que propició que en 1248 se iniciara la construcción de la catedral, que tomó seis siglos en construirse. Actualmente la Catedral de Colonia, es uno de los monumentos góticos más impresionantes de Europa. Las reliquias se guardan en el Santuario de los Tres Reyes Magos y es junto a Roma y Santiago de Compostela, uno de los grandes centros de peregrinación en el mundo cristiano.

 

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