Editorial
Post-mortem – Alan J. “El Tosco” Luna Moreno
Post-mortem
Alan J. “El Tosco” Luna Moreno
“Post mortem”
En el martirio al morir aquel romántico anónimo, se conoció el llanto ahogado de gritos, aquellos que nunca emanan del pecho,
Se conoció que la sangre y las entrañas luchan contra su necesidad de coagular sobre el concreto, escupido, pisoteado, orinado,
Cuando la dignidad cabalga sobre ratas de cloaca propagando la peste, y las ratas creen ser unicornios con destellantes arcoíris de artificio
Cuando la voluntad se ve nublada por el vómito de flechas hirientes que provocan nuestros errores y cobardías.
¡No hay más que podredumbre!, ese fétido olor no se cubre con el perfume rojo y aceite de mil rosas de castilla, y el rechinar de la cuerda en que columpia el cuerpo, el ir y venir que danza al ritmo de flamas en las insípidas velas de su destino.
¡No queda más!, siembra cempoaxochitl, los muertos ofrendan copal a los creadores del viento, escoltan el arribo de los arrepentidos al lugar que no se teme, pero mucho se respeta, el sitio de la soledad donde se reconoce la pasión y la muerte, los despojos del anhelo.
Las lágrimas son calvarios que inundan la vergüenza del silencio, la pena de arrojar al olvido la poesía que engalana el camino al paraíso prometido, el reproche de negar el perdón.
La balanza equilibrada no titubea con las alas del tecolote, acaricia al viento con suavidad y elegancia, vuela por encima del difunto, deambulan solos por los caminos de las sombras, abrazando espinas y suspirando al sendero de pétalos marchitos, escribe plegarias al aire, y el tecolote canta la melodía que envía el mensaje a los dioses.
El poeta ha muerto, sobredosis de amor, su alma vaga en la penumbra, busca la flor que da agua y vida, allá, en los dominios del olvido de donde nadie ha vuelto jamás.