Editorial
“Una noche frente al mar” – Letranías
“Una noche frente al mar”
Letranías
Alan J. “El Tosco” Luna Moreno
Sí, es verdad el frio yace entre los brazos de la soledad y se alimenta con los sollozos del estómago hambriento, las vísceras corean la miserabilidad del hombre, los sueños emprenden la carrera sobre caballos, y el minúsculo e inagotable deseo raquítico monta tras de ellos, monta perros, monta moscas, monta gusanos, aquellos que han de saborear su derrota.
Cuando se habla de amor a la tierra la lengua comienza a sangrar sobre las rodillas del penitente hincado que solo espera el momento justo para poder morder la botella y danzar por el olvido de las penas, los vicios llegan a la fiesta y el ser se recuesta sobre el suelo cubriéndose la pena con un manto de jugo gástrico ebullendo del hocico que jamás supo decir no, no quiero, no deseo, no debo.
¿Qué más da?, todo el mundo lo hace, es de lo más normal, no pasa nada, sin embargo las notas de tinta roja en los titulares llenan de cuerpos y masacre cada rincón del espacio que habita.
La noche no tiene quien mire a la diosa lunar y su transitar por el cielo, las pantallas de luces falsas portables absorben la atención y seca los cerebros del meditativo que duerme en el interior del mausoleo al que alguna vez se le llamo alma, espíritus rotos, podridos, desconsolados, arrojados a la penumbra que les deja el robo de luz que proclama el metal en las miradas de los trozos de carne que deambulan sin sentido hasta que sus blancos huesos se corroen , curiosamente abrigados por eso que nunca pudieron amar…la tierra.
Me he cansado de decirlo una y otra vez, de exclamar con alaridos a los cuatro vientos, basta!, basta!, detengan el juicio de una vez por todas, ¿que no ven?, la reflexión en pasividad es la conexión con nuestra calma, el sol no es nuestro héroe, el sol no puede librarnos de nuestros pecados con un simple acto de magia.
Aquel que aparece en el horizonte dando origen a la mañana es un simple símbolo de la voluntad que debería observar, aprender y asimilar todo ser vivo sobre la tierra, los arboles lo hacen y crecen, las flores lo hacen y crecen, el océano lo hace y calienta su aguas, el humano no, el humano le huye, huye del juicio que quema la piel enclaustrados en jaulas con aire ficticio arrojan cada segundo de su ser persiguiendo la plata y así poder hacer más larga la cadena del grillete que ata sus tobillos al escritorio, piensan que algún día será lo suficientemente larga para poder pasar una noche frente al mar.