Editorial

RADIOGRAFÍAS – Charles Baudelaire y su melancolía

Posted on

RADIOGRAFÍAS

Charles Baudelaire y su melancolía

NORMA SALAZAR

Poesía y melancolía se fueron entrelazando poco a poco hasta poder fusionar y expresar aquél estado de ánimo, este sentimiento que Robert Burton llamó “disposición melancólica transitoria”, más allá de su acepción científica y médica en el ámbito de literatura se podría distinguir que la melancolía es una esencia poética que inició en la época del medioevo en el continente Europeo, directamente en Francia. En la literatura por supuesto que adoptaron de forma subjetiva el sentimiento y la palabra “melancolie”

La expresión melancolía en la literatura europea contemporánea, concretamente en la poesía lírica sin olvidar la narrativa como en los romances escritos en prosa; sobrevino de condición a estado de ánimo que podía transferirse a objetos inanimados, así, comenzó a designarse a los espacios, es decir, paisajes melancólicos, sentimientos-actitudes melancólicas, esto a su vez permitió que la melancolía se personificará en la literatura. El estado de ánimo de un ser humano en estado triste o contrariado, así, la impresión de la noche que se designa a un sentimiento doloso, desasosiego, melancólico.

Apreciable lector, prestar atención a la poética del poeta Charles Baudelaire está colmada de melancolía, Les Fleurs du mal podemos ver congregados los sellos confusos, asombrosos, compasivos y temibles adonde la beldad y la pavura, tedio y exaltación se fusionan entre paralelismos. El poeta lírico más suntuoso de la lengua francesa Baudelaire detalla cómo el pecado, el error habita en el alma del ser humano pero el pecado es necio y la voluntad de la humanidad es débil, lo define Baudelaire como un Satán Trimegisto un hechicero que ha encantado al hombre; escribe lo bello sin aterrar, “un pueblo de Demonios hierve en nuestras cabezas”, el decadentismo con la melancolía se leen entre líneas versadas, se rige sobre una escritura subjetiva y terminante por la experiencia del poeta con su entorno. Baudelaire escribe con suma conciencia en cada poema descubre al sujeto, al mundo y las cosas que están cerca de su ambiente; no tiene tapujos para afilar en cada poema la decadencia, lo mórbido, lo artificial; como lo vemos en el poema 92 Los ciegos del Les Fleurs du mal

¡Contémplalos, alma mía; son realmente horrendos!

parecidos a maniquíes; vagamente ridículos;

terribles, singulares como los sonámbulos;

asestando, no se sabe dónde, sus globos tenebrosos.

Sus ojos, de donde la divina chispa ha partido.

Como si miraran a lo lejos, permanecen elevados

hacia el cielo; no se les ve jamás hacia los suelos

inclinar soñadores su cabeza abrumada.

Atraviesan así el negror ilimitado,

este hermano del silencio eterno. ¡Oh, ciudad!

Mientras que alrededor nuestro, tú cantas, ríes y bramas,

prendada del placer hasta la atrocidad,

¡Mira! ¡Yo me arrastro también! Pero, más que ellos, ofuscado,

pregunto: ¿Qué buscan en el Cielo, todos estos ciegos?

 

Un poema donde prestamos atención a rostros parisienses muy urbanos, inconfundible su malestar acompañado de su melancolía Baudelaireana, fiel espejo poético del ser humano insensible que muestra la indiferencia. Un vacío interior; la soledad que describe en sus personajes en cada línea de este poema. Por otro lado, subraya lo incomodo, la ruina y decadencia. La conexión de la putrefacción está en su poesía. Retrata minuciosa vigilancia a la gran metrópoli agrega lo recóndito de lo efímero aunado con un erotismo cortante, analicemos en el poema A una transeúnte

 

La calle atronadora aullaba en un tono mío.

Alta esbelta, enlutada, con un dolor de reina

recogía, oscilantes, las vueltas de sus velos.

Agilísima y noble, con dos piernas marmóreas.

De súbito bebí, con crispación de loco.

Y en su mirada lívida, centro de mil tomados,

el placer que aniquila, la miel paralizante.

Un relámpago. Noche fugitiva belleza

cuya mirada me hizo, de un golpe,

renacer. ¿Salvo en la eternidad,

no he de verte jamás?

¡En todo caso lejos, ya tarde, tal vez nunca!

Que no sé a dónde huiste,

ni sospechas mi ruta,

¡Tú a quién hubiese amado.

Oh tú,, que lo supiste!

Termino ávidos lectores Charles Baudelaire vislumbro e intimó a través de su poesía más allá de revelar el tono inasequible de la usanza artística en su acto lo hermoso como epifanía fotografía hermética.

Las más leidas

Salir de la versión móvil