Editorial

RADIOGRAFÍAS – El gran Coliseo

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RADIOGRAFÍAS

El gran Coliseo

NORMA SALAZAR

Héctor Carreto, un poeta que cuida la finura con elegancia la escritura de sus poemas amorosos, sus versos comparten un lenguaje perceptible del mundo grecolatino. En Coliseo fue un libro ganador del Premio Nacional Aguascalientes 2002, expresa con vehemencia el retorno a los orígenes y estándares culturales griegos. Escritura rustica y elegante, limpia al poema de todo adorno innecesario, Coliseo

 

                     “Oh, sublime Cleopatra,

                     dueña de la Alejandría que todos llevamos dentro

                  esa tierra propicia para el placer;

 

En primera persona escribe el pasado, expresa como tal en contra de toda formación el deseo, incluso con soltura enfrenta al lenguaje reprimido.

                 

                  “Desconozco la grafía griega

                  pero entiendo el lenguaje de las manos.

 

                  Tampoco soy gladiador latino,

                  pero, si en la Arena ambos soltaremos las túnicas,

                  mi rígida lanza podría hacerte mi esclava.

 

Su poesía cargada con un erotismo culto de sentimientos fuera de todo margen moral, donde aflora una eclosión, él es quien tira del hilo, domina con su escritura el poema, justamente en su impotencia de llamar por su nombre a la amada se pierde en el lenguaje metafórico, aquí, la relectura domina la trasgresión como diría George Bataille “la prohibición y el tabú están ahí para ser trasgredidos por la violencia o por la razón, poco importa”, como lo escribe en el poema El poeta regañado por la musa

 

                  “Confía en el instinto que tus labios refieran con orgullo

                  mi talento en el baile, mi afición por el vino.

                  Presume al lector de más piernas en loca bicicleta,

                  de los encuentros sudorosos, cuyos frutos

                  son tus epigramas.

 

                  Tampoco ocultes que tenemos diferencias.

                  Entre la musa que tiñe contigo y la que duerme en un lienzo,

                  no dudes: confía en el instinto”

 

Sin embargo, esta trasgresión no se llevaría a cabo de cualquier modo, según las propias reglas que puedan advertirse en la inspiración y su escritura del poeta, editor Carreto, es firme en su escritura no oculta su propósito de abordar con enorme franqueza sin mojigatería lo real de su musa, es el personaje protagónico donde corrompe todo tipo de moralidad.

El aire intimista ante la presencia de esa primera persona enmascarada en la voz poética confirma sus códigos grandilocuentes y sublimes como leemos en Salón de belleza

 

                  “Escucha: esos artistas retocaron a sus modelos

                  porque con ellos compartieron

                  mantel y sabanas.

                  Anda desnúdate

                  y de aquí saldrás, lo garantizo

                  físicamente satisfecha”

 

No debemos olvidar que la poesía erótica en la actualidad es un género literario muy selectivo, por ser; poesía estética, sensual al grado de alcanzar en ciertas ocasiones el libertinaje, la obscenidad.

Desde épocas memoriales en la Grecia clásica tuvo la ventaja de no tener que poner límites. Ya que el erotismo se encontraba en todo lugar y momento en la antigua ciudad se ejercía con espontaneidad y obvia evidencia desmedida.

Esa visión de la poesía es un claro ejemplo que leemos con un lenguaje sin conflicto ni tapujos, como lo desarrolla nuestro poeta Héctor Carreto en su libro Coliseo, nace del conflicto que viven los amantes y hablan desde la situación ambigua que les toca vivir sin preocuparse por el activismo prejuicioso como lo escribió Neshé Yashin, aquí un fragmento Desnudez absoluta

 

                  No me beses,

                  tu lengua envenenada es mí suicidio

                  No hables de mí,

                  tu voz es la venganza de las penas

                  Qué loca danza fue aquella

                  de un amor sin gravedad

                  perdiéndose en el espacio

 

En la voz interior existe una imagen amorosa más abierta donde el razonamiento da ánimo a la vida del autor, el amor como juego, el amor como acto de rebeldía, el amor no sólo a la mujer sino el amor a él, al mismo poeta.

Son las vertientes para encausar un colorido de ritmos, apariciones de sonidos al irrumpir con su palabra una tradición binaria, insisto, es el complemento de un discurso que el poeta configura con un lenguaje propio, lo crea para aumentar lo que vive en ese momento tan real.

Termino ávidos lectores, la sintaxis de las cosas es la más alta representación, ejemplo de ello La rata más vieja

 

A semejanza de la rata más vieja

que come, antes que nadie, el nuevo alimento

para saber si está envenenado,

debo arriesgarme y ser el primero en probar

el pubis de esa dama insinuante”

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