Editorial

Por qué es tan caro publicar – Ernesto Adair Zepeda Villarreal

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Por qué es tan caro publicar

Ernesto Adair Zepeda Villarreal

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El momento cumbre para la mayoría de los aficionados a la literatura, independientemente de su fortuna, es el de ver constituida su pasión en un pequeño objeto, casi insignificante para el mundo, reducido a un cuadrito de papel. Es poco creíble que alguien que gusta de escribir no aspire a tener un libro, aunque sea por mero afiche personal, para completar esa migración desde las primeras lecturas hasta el arduo trabajo de escribir y organizar un texto. Talentos y disciplinas los hay en variedad, y poco importa el tema o género. Todos, sin excepción lo anhelamos. En otros casos, viene la pesadilla de Borges, donde se duda del valor de lo que uno ha hecho, minimizado ante sus lecturas. Pero eso es otro tema. Sin embargo, el principal reto del aspirante a escritor es producir esta rara artesanía.

Escribía Bukowski en una de sus honestas confesiones a través de sus alter egos que un escritor sólo puede serlo si se publica, específicamente un libro. Lo demás es parte del glamur y la aventura. Y hay algo de cierto en ello. El compromiso de escribir y publicar una obra, conlleva un proceso importante de apego a lo que se hace. No entremos en detalles de la calidad o la significancia, el compromiso es individual. Pero publicar es algo muy complicado. Para comenzar, se requiere del proceso de aprender a escribir, que indica una educación, una capacidad de abstracción y el deseo transmutado en palabras de dejar un mensaje para otros. Esta parte es difícil, lleva su tiempo, o cuando menos un cierto grado de compromiso con el sueño de hacerlo. Sin embargo, no es la más complicada. Hablando desde este siglo y desde México, la parte más complicada pareciera ser el de poder publicar una obra. Es decir, ese último tramito del camino.

En México, un país de pocos lectores, publicar un libro es para la mayoría de las personas una tarea sumamente costosa. No hemos de demeritar el trabajo de la edición, la formación y de las imprentas, que a bien tienen que sostener a personas y familias que se relacionan con esas actividades. Al contrario, es una labor bastante impresionante. Pero desde el lado del aspirante a autor, una modesta publicación significa prepararse a invertir más que el salario mínimo vigente de la enorme mayoría de los mexicanos, con la incertidumbre de si habrá cuando menos una recuperación de dicho dinero. Existen distintas editoriales, pero la mayoría han establecido como regla editar un monto de 1000 ejemplares, con precios entre los 25 y 35 mil pesos. Hablamos de libros típicos de 130 páginas, blanco y negro, papel cultural, etc. El problema es la rentabilidad, que en este país de pocos lectores, las librerías, el Gobierno y los amigos, parecen los principales enemigos del escritor. La ley mexicana considera montos impositivos por cualquier concepto, y además exige una vigencia de los libros antes de ordenar ser destruidos en caso de que no se vendan (una demencia administrativa). Por parte de las librerías, buscan rentar espacios para que se ofrezca un ejemplar, sin el menor interés en la promoción de la lectura o la formación de escritores; sujetos también a esa carrera fiscal de no morirse de hambre. Y finalmente, esa vieja costumbre de los amigos de asumir que sus ejemplares deben ser gratuitos por ser de la banda, los compas, etc. El dinero que vierte un autor de clase media es prohibitivo y su horizonte de retribución minúsculo.

Existen otras opciones que son potencialmente más accesibles en montos globales, pero que encarecen la manufactura por volumen reducido, naturalmente. Pero la duda es la misma. ¿Puede desarrollarse una industria literaria (que es muy diferente de la industria editorial por obvias razones) en estas condiciones? Es difícil saberlo. Pero la pregunta es importante: ¿por qué es tan caro publicar en México? ¿Será acaso porque muchos de los materiales son necesariamente importados, o porque la endeble industria depende de pocos proyectos para sostener a los empleados y el mantenimiento de las máquinas? ¿Será acaso porque la vocación de un escritor debe ser también la de ser mercanchinfle o porque hay que buscar espacios para comercializar de mano propia los libros? ¿Es porque no tenemos una sociedad que valore la cultura, o porque se ha desgastado con materiales de baja calidad a muy altos costos? Eso lo debe decidir el lector según su experiencia. El libro es una herramienta interesante que nos ha ayudado a progresar como humanidad, pero que parece tan poco accesible para la mayoría de las personas, que dudan en pedir un préstamo o ahorrar gran parte del año para generar un pequeño objeto que puede valer mucho, pero que se valora por tan poco.

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