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Una fortuna de 50 mil millones a la Guardia Nacional

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El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció el fin de semana, en otra de sus giras por el país, que en el presupuesto del año próximo incrementará 50 mil millones de pesos para la Guardia Nacional; el objetivo es consolidar su crecimiento y fortaleza a más tardar en el año 2023. Además, recordó la propuesta de reforma para que la Guardia se convierta en una extensión de la Secretaría de la Defensa Nacional y no se “pudra”, como le ocurrió a la Policía Federal ya desaparecida.

Hay un montón de conceptos implicados en el anuncio presidencial, que hace unos pocos años hubieran desatado movilizaciones sociales y discusiones interminables en los medios convencionales y las redes sociales. Pero actualmente el país está… ¿cómo decirlo? Pasmado.

Para consolidarla, requerirá un presupuesto permanente. Y es normal; si se espera que la Guardia Nacional permanezca y sus elementos operen con normalidad en todo el territorio nacional, no será gratis.

Sin embargo, ¿qué pasa con el Programa de Subsidio para el Fortalecimiento del Desempeño para la Seguridad Pública, más conocido como Fortaseg? Lo recortaron hasta prácticamente desaparecerlo. El gobierno federal ya no destina recursos económicos para capacitar, profesionalizar y certificar a los policías de los municipios; ya no apoya la compra de infraestructura, equipo y tecnologías para el uso de las policías auxiliares. Todo se le entrega a la Guardia Nacional.

Es una apuesta unilateral. Las voces de protesta de gobernadores y alcaldes en todo el país se han considerado como las de “adversarios políticos”.

El tema no es menor. Si revisamos lo que ocurre en Jalisco, la misma zona metropolitana de Guadalajara es una muestra de las profundas diferencias. Las policías municipales de Guadalajara y Zapopan son dos de las más grandes en el país y pertenecen a municipios que cuentan con presupuestos anuales que sobrepasan 10 mil millones de pesos; aún así, son instituciones debilitadas, que no cuentan ni con la cantidad de elementos ni de patrullas, siquiera, para cumplir con las recomendaciones internacionales.

¿Y qué ocurre si se analizan las policías de Tlaquepaque, Tonalá o El Salto? Están en condiciones peores.

Hacer el comparativo con las policías auxiliares de los municipios en el resto del Estado está de sobra. Sólo existen en el papel.

La mayoría de los habitantes están expuestos a la delincuencia, individual u organizada.

Y capítulo aparte merece hablar de la militarización.

Sorprende que, sin que se trate de calificar al Ejército Mexicano, estemos dejando de lado la dura lección que vivimos en el país hasta que se consiguió que el Ejército se limitara a sus tareas y sus espacios… Hoy, como dice el axioma, parecemos destinados a repetir los errores por no aprender las lecciones del pasado.

 

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