Editorial
LA COMPLICIDAD DEL SILENCIO – Gloria Chávez Vásquez
LA COMPLICIDAD DEL SILENCIO
Gloria Chávez Vásquez
“Si eres neutral en situaciones de injusticia has elegido el lado del opresor.”
DESMOND TUTU (Clérigo Sudafricano 1931-)
Encima, después de las imágenes virales en la red, que no en los medios cómplices invadidos por izquierdas, vienen los supuestos auxilios humanitarios de gobiernos como el de Putin y el de López Obrador, que no dejan de ser una contribución a la dictadura de la cárcel/isla. A esto se añaden las patéticas flotillas, llenas de curitas, paños calientes y comida, como si eso fuera la libertad que clama el pueblo o como si ignorar los muertos y los desaparecidos y apelar a lo material para calmar la conciencia de los cómplices y los cobardes fuera la solución.
¿Pero qué podemos esperar de la media humanidad que ha permitido la destrucción de monumentos históricos, las masacres diarias en las ciudades urbanas, el crimen, el narcotráfico, el tráfico humano, la esclavitud, la persecución religiosa, el fraude electoral masivo en Venezuela, Estados Unidos y ahora el Perú? ¿Todo esto sin responsabilizar a los líderes corruptos, que más que por temor o comodidad, actúan por obvia complicidad?
A raíz de los acontecimientos, se ha hecho viral en la internet, la carta del Dr. Enmanuel Tanay (1928-2014) reconocido psiquiatra forense, sobre los peligros del silencio. Inmigrante judío nacido en Polonia, Tanay sobrevivió al Holocausto escondido en un monasterio católico en la capital de su país. Cuando los nazis ocuparon Polonia en 1943, Tanay logró escapar con su madre y su hermana, primero a Eslovaquia y después a Hungría. Tras ser liberados en Budapest, y al terminar la II Guerra Mundial, la familia emigró a EE. UU donde más tarde se graduó en medicina e hizo su residencia psiquiátrica en el Hospital Estatal de Elgin, Illinois.
El Dr.Tanay fue profesor en la clínica de psiquiatría de la escuela médica en la Universidad de Wayne, Detroit, Michigan. Es autor de Injusticia Legal Estadounidense (2010); Pasaporte a la Vida (2004) en la que plasma su autobiografía y reflexiones sobre el Holocausto, y Los asesinos (1976) un estudio sobre el homicidio. Como psiquiatra forense, fue testigo experto en las motivaciones homicidas, en casos sonados como el de Jack Ruby, asesino de Lee Harvey Oswald, a su vez supuesto magnicida del presidente John F. Kennedy. Fungió entre muchos otros, en el caso del asesino en serie, Ted Bundy.
Durante su vida profesional, Tanay buscó hallar respuestas a la tendencia humana a callar cuando veía una injusticia. Calla el que ejecuta el crimen y quien(es) ayuda(n) a cometerlo. Callan los que temen a represalias o castigos, o los que aprueban el crimen por conveniencia, o satisfacción en la desgracia ajena. En definitiva, callan los cobardes. Su legado más importante está resumido en su libro sobre las injusticias en el sistema judicial de los Estados Unidos, del que fue crítico acérrimo. En la actualidad, sus libros son textos de estudio en las escuelas de leyes de las universidades norteamericanas a nivel nacional.
En su carta abierta, tratando de despertar la moral de un público hasta el momento apático, Tanay cuenta que tras la II Guerra Mundial, se le preguntó a un aristócrata alemán, propietario de grandes industrias y haciendas, ¿cuántos de los alemanes eran realmente nazis?
«Muy pocas personas eran nazis en verdad» contestó el germano, «pero muchos disfrutaban de la devolución del orgullo alemán, y muchos más estaban demasiado ocupados para preocuparse. Yo era uno de los que sólo pensaba que los nazis eran un montón de tontos. Así, la mayoría simplemente se sentó a dejar que todo sucediera. Luego, antes de que nos diéramos cuenta, los nazis eran dueños de nosotros, se había perdido el control y el fin del mundo había llegado. Mi familia perdió todo. Terminé en un campo de concentración y los Aliados destruyeron mis fábricas en sus bombardeos”.
En su analítica carta, el psiquiatra nos recuerda que “El japonés promedio antes de la Segunda Guerra Mundial no era un belicista sádico. Sin embargo, los fanáticos que ostentaban el poder en Japón asesinaron y masacraron en su camino hacia el sur de Asia Oriental, en una orgía de muerte que incluyó el asesinato sistemático, a 12 millones de civiles chinos, la mayoría muertos por espada, pala y bayoneta”.
Echando un vistazo hacia una época más reciente, el Dr. Tanay ilustra: “Se nos dice que la gran mayoría de los musulmanes sólo quieren vivir en paz. El hecho es que los fanáticos dominan el a islam, tanto en este momento como en otros de la historia. Son los fanáticos los que marchan. Se trata de los fanáticos los que producen guerras. Se trata de los fanáticos los que sistemáticamente masacran cristianos o grupos tribales en África y se van adueñando gradualmente de todo el continente en una ola islámica. Estos fanáticos son los que ponen bombas, decapitan, asesinan. Son los fanáticos los que toman mezquita tras mezquita. Se trata de los fanáticos los que celosamente difunden la lapidación y la horca de las víctimas de violación y a los homosexuales. Se trata de los fanáticos los que enseñan a sus jóvenes a matar y a convertirse en terroristas suicidas. El hecho cuantificable y duro es que la mayoría pacífica, la «mayoría silenciosa» es intimidada y se hace imperceptible”.
Sobre la Rusia comunista, Tanay advierte que “estaba compuesta en su gran mayoría de rusos, que sólo querían vivir en paz. Sin embargo, los comunistas, con su fanatismo y reaccionar violento, terminaron adueñándose del poder y dominando por completo a la gran mayoría que se sentó a ver y esperar que pasaba. Estos comunistas fanáticos fueron responsables del asesinato de cerca de 50 millones de personas. La mayoría pacífica fue irrelevante”.
En cuanto a “La enorme población de China”, continúa diciendo Tanay, “era también pacífica, pero los comunistas chinos fanáticos al igual que los rusos se adueñaron violentamente del poder y asesinaron la asombrosa cifra de 70 millones de personas, en su gran mayoría opositores y profesionales no afectos al comunismo”.
Aparentemente la inacción abarca todas las razas, ya que como se cuestiona el médico judío, “¿Quién puede olvidar Ruanda, que se derrumbó en una orgía de sangre, una carnicería?… ¿No era la mayoría de los ruandeses, amantes de la paz? Las lecciones de la historia son con frecuencia increíblemente simples y contundentes. Sin embargo, a pesar de todo el poder de la razón, muchas veces perdemos el más básico y sencillo de los sentidos, el sentido común”, Concluye el psiquiatra.
Haciendo eco de la reflexión de Dr. Tanay, un angustiado ciudadano colombiano hizo público en las diferentes plataformas sociales, el escrito de Tanay, añadiendo a la lista de países víctimas del silencio a Colombia, donde hace un mes, la izquierda utilizó como excusa un paro nacional para destruir y matar en nombre de su ideología. “Los manifestantes” que vandalizaron la nación, eran una insignificante minoría, recalca el ciudadano. Con una población de 45 millones, Colombia se vio sitiada y sus negocios, medios de transporte incendiados y agentes del orden atacados con piedras, papa-bombas, cócteles Molotov y armas de fuego, algunos de ellos torturados y/o quemados vivos.
La mayoría de los colombianos, miraban por las ventanas. Algunos, aterrorizados, permitieron que los vándalos allanaran y robaran sus residencias. Muy pocos, poquísimos, se defendieron con armas u ofrecieron refugio a los agentes de la policía. Demostraciones pacificas en respaldo a las fuerzas de la ley, muchas, y protestas escritas, por miles, pero de eso a la acción, a contener a los criminales, escasas. Los pocos individuos que se atrevieron a enfrentar a los bárbaros, fueron masacrados por la jauría humana. Aquello de que “la unión hace la fuerza”, nunca se aplicó como táctica entre la ciudadanía. Y es que no existe una respuesta organizada o logística que activar entre los ciudadanos de bien en estos casos. En general, la gente esta desarmada. Solo los criminales portan armas.
Es obvio que no haremos nada mientras nuestra prioridad sea las comodidades del cuerpo y no las necesidades del alma. Y así, hemos caído gradualmente en la nueva esclavitud. No nos damos cuenta, pero ya estamos subyugados. Ya somos parte del teatro de títeres que manejan los del nuevo orden. Nos dictan, nos censuran, nos lavan el cerebro y el de nuestros hijos vía celulares, televisión, y centros que se suponen educativos.
¿Será que la única manera de comprender el mal es vivirlo en carne propia?
Si alguna lección ha dejado la masiva protesta del pueblo cubano, y su subsecuente y continuada represión, es que, el mundo continúa en ese estado catatónico de cobardía y mediocridad cíclicas que han permitido a los psicópatas del poder negarle sus derechos a los pueblos. No hacemos nada. Y así se siguen multiplicando las colonias comunistas, inicialmente Cuba, Nicaragua, Venezuela, ahora se debaten entre la vida y la muerte, Estados Unidos, México, Colombia, Argentina, Chile, Perú, Brasil, y el resto de naciones americanas. Europa y África están minadas de las dos ideologías más fanáticas de la historia.
La excusa de que el pueblo ha sido desarmado no lo fue para nuestros antepasados que eligieron la independencia. Nuestros héroes lo fueron porque cuando no tenían armas, se las arrebataron al opresor.