Editorial

RADIOGRAFÍAS – POEMAS

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RADIOGRAFÍAS

NORMA SALAZAR

POEMAS

 

Sombras

La sombra un ente mudo y frágil

no atemoriza al transeúnte,

al contrario observamos su lealtad

en cada movimiento.

Leal cómplice del transportador,

tiene personalidad.

Ella, sólo extiende las huellas del andante

hasta el ocaso de la espiración.

 

Silencio

El silencio un bramido invisible,

omnipotente ante la humanidad,

envuelve el alma.

Acompaña nuestro ropaje en turno,

el silencio está presente a deshoras.

Él respira en nuestro infinito,

calla las estólidas mentes,

sí, participa en las bullas.

 

Cavilar

¡Oh, la vida en forma de ángel o leviatán!

¡0h, la vida puede ser candorosa o truhana!

¡Oh, la vida un albor o lobreguez!

¡Oh, la vida está VIVA o muerta en VIDA!

¡Oh, la vida es el respirar o es el ahogo!

¡Oh, la vida una figura o incorpórea es!                 

¡Oh, la vida es un grano de sal o una gota de hiel!

¡¿La vida qué es?!

¡Sólo un Epíteto!

 

Luna otoñal

La luna me visita en cada otoño

con una sonrisa enfrente del Olimpo,

hace brillar mis ojos para luego hipnotizarme,

conduce mi camino por la aguaambarina

hasta llegar a ras del horizonte.

Su acompañante Rostro de conejo

puntual para la ocasión me recibe

para velar mi sueño en la bajamar.

En la paz de la obscuridad me arrulla la música del océano

amo las delectaciones del firmamento, más que la seda tupida del alba.

 

Oráculo

El día cuando nació la niña rugió la tarde se abrió la puerta al gigante otoñal para que pusiera sus manos en su frente. Vientos del norte llegaron a rosar el talante gélido del padre quedando preñados uno al otro. El manto estelar hizo acto de presencia anunciando la venida del amo del oráculo en compañía de las sibilas que traían las runas para ser reveladas.

Al filo de la cima, ya escondido el sol se podía ver a los lobos aullando con sus enormes sombras que centellaba el cenit lunar. Prístina la noche las sibilas dieron la bienvenida con ramilletes silvestres a la recién nacida, comenzaron a danzar alrededor de ella. Las gaitas añejas desempolvaron los sonidos del pasado dando paso a las futuras notas que estremeció los cincos sentidos de su padre con llanto de alegría.

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