Editorial

El ‘techo de la deuda’: una amenaza inminente

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Un término que usted escuchará una y otra vez esta semana es: el ‘techo de la deuda’ de Estados Unidos.

¿Cómo nos puede afectar en México la disputa que existe alrededor de ese tema por parte de nuestros vecinos del norte?

Vamos por partes.

La legislación norteamericana estableció como una regla a partir de 1917, que se fijaría un techo para la deuda del gobierno federal, que podría contratar libremente crédito o colocar bonos sin requerir autorización específica del Congreso mientras no rebasara ese límite.

Esta regla se ratificó en 1941.

Desde la década de lo 60, ese ‘techo’ se ha elevado en casi 80 veces, conforme el gobierno ha requerido más dinero.

El último límite fue de 22 billones (trillions) de dólares establecido en 2019. Sin embargo, en la actualidad, la deuda alcanza los 28 billones.

La razón es que en agosto de 2019 se suspendió ese límite y hubo un acuerdo bipartidista para dejar vigente la suspensión hasta llegar a una cifra de 28.5 billones.

Los gastos regulares del gobierno de EU, así como el pago de intereses de la deuda han permitido calcular a la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, que, bajo ese acuerdo, el gobierno sólo contaría con recursos para hacerse cargo de sus obligaciones hasta aproximadamente el próximo 15 de octubre.

Sin embargo, el año fiscal de Estados Unidos comienza el próximo viernes 1 de octubre y se requiere que antes de esa fecha se apruebe un nuevo acuerdo.

Yellen escribió el pasado 20 de septiembre en The Wall Street Journal lo siguiente:

“El consenso abrumador entre los economistas y funcionarios del Tesoro es que no elevar el límite de la deuda produciría una catástrofe económica generalizada. En cuestión de días, millones de estadounidenses podrían tener problemas de efectivo… El incumplimiento podría desencadenar un aumento de las tasas de interés, una fuerte caída en los precios de las acciones y otras turbulencias financieras. Nuestra recuperación económica actual se convertiría en recesión”.

A pesar de estas advertencias, ni los mercados financieros cayeron en el pánico ni tampoco los legisladores republicanos ablandaron sus posiciones.

Pareciera tan grave lo que ocurriría, por lo menos en los términos que describió Yellen, que existe la percepción de que habrá un acuerdo entre los congresistas para encontrar una salida.

Con mayorías demócratas en las dos cámaras del Congreso existen mecanismos para aprobar un Presupuesto que implique un nuevo y mayor techo de endeudamiento. Sin embargo, hay múltiples problemas de procedimiento para hacer eso efectivo.

Si entre hoy y mañana no hay noticias claras respecto a un posible acuerdo en el Congreso, tenga la certeza de que el nerviosismo se va a apoderar de los mercados financieros.

Para México este hecho es muy relevante, ya que la primera reacción de los inversionistas ante la percepción del riesgo es casi siempre refugiarse en activos que les den certeza y como siempre ocurre, probablemente habría una corrida hacia los bonos del Tesoro de Estados Unidos, que le pegaría directa e inmediatamente a nuestro peso, que se devaluaría frente al dólar.

Obviamente, si como describió Yellen en su texto, hubiera una nueva recesión en Estados Unidos, el impacto sobre la economía mexicana sería enorme y tendrían que revisarse todos los pronósticos.

En condiciones normales, habría que considerar imposible el que no se llegue a un acuerdo por parte de demócratas y republicanos.

Sin embargo, los acontecimientos del 6 de enero en el Capitolio mostraron que los tiempos que vivimos no son ‘normales’ en la política de Estados Unidos, así que más vale que estemos muy atentos respecto a este tema en los siguientes días.

No vayamos a tener una crisis por el hecho de que la mayoría cree que ésta no puede darse.

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