Editorial

Jean François Revel y la conciencia intelectual – Gloria Chávez Vásquez

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Jean François Revel y la conciencia intelectual

Gloria Chávez Vásquez

En medio de la guerra fría, Jean Paul Sartre es invitado a Moscú (1954) por el régimen del Kremlin. A su regreso, declara ante la prensa internacional: “La libertad de crítica es total en la Unión Soviética”. En 1961 visita a Cuba y escribe una apología de la revolución Castrista.

Sartre no era el único intelectual europeo o americano obnubilado por una ideología que terminó por colapsar a finales de siglo. Pero fueron los intelectuales como el filósofo francés, quienes, por años, dieron al marxismo su respiración artificial.  

La cuestión central, como explicó luego otro pensador francés, Jean François Revel, uno de los selectos escritores que estudió a fondo la trama del comunismo internacional, era, “escoger entre América y la URSS,” Y en ese juego, la gran mayoría de los intelectuales franceses y europeos, “optaron por el suicidio de la democracia y la asfixia del pensamiento”.

Al no poder refutar las evidentes conclusiones de Revel, sus adversarios decidieron catalogarlo de ultraderechista, a él que había luchado en la Resistencia contra el nazismo. Quizás porque su educacion jesuita en Marsella, donde nació en 1924 le había abierto los ojos a las maquinaciones ideológicas, Revel optó por el agnosticismo y el libre pensamiento.

Contratado como profesor, dio clases de filosofía en Argelia, en el Instituto Francés de Ciudad de México y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Florencia durante la década de 1950. En México se interesa en los temas latinoamericanos. Lee y escribe para contrarrestar los estereotipos y desinformación prevalentes en Europa sobre Hispanoamérica.

Sus primeros ensayos “¿Para qué sirven los filósofos?” (1957) y “La Cábala de los devotos” (1962) emulan el estilo combativo, ameno y brillante de Voltaire. En ellos denuncia las trampas del lenguaje y el oficio de la mentira en la filosofía política moderna. Como periodista, defiende las ideas liberales y denuncia “el opio de los intelectuales”, como llamó Raymond Aron al marxismo. En 1968 escribe su ensayo crítico “Carta abierta a la derecha”.

Militante socialista hasta 1970, Revel abandona esa ideología a partir de su primer ensayo político, Ni Marx ni Jesús en el que anticipa la revolución liberal: la defensa de los derechos y la libertad corresponde ahora a la derecha. Desde entonces denuncia la seducción de los totalitarismos en “La tentación totalitaria” (1976); la naturaleza del terrorismo en “El terrorismo contra la democracia” (1987); el parasitismo de las ideologías fracasadas en “La gran mascarada” (2000); el antiamericanismo, en “La obsesión antiamericana” (2002). El adoctrinamiento de las masas en “El conocimiento inútil” (1988).

Sus escritos advierten sobre el odio que suscita la libertad y sobre “la irracionalidad de quienes, más que equivocarse, perseveran a sabiendas, en el error, sin que su excepcional valía intelectual les prevenga de esa secreta aspiración a la esclavitud moral”, o de cómo “la ayuda al desarrollo acaba convirtiéndose en ayuda a las tiranías corruptas”. Aunque su obra causa grandes polémicas sus libros están llenos del humanismo moderno de su autor, y tratan una diversidad de temas.

Décadas más adelante Revel dirá que: “En el debate de las ideas durante la segunda mitad del siglo XX, la historia ha dado la razón a Octavio Paz, Carlos Rangel y Mario Vargas Llosa, contra Raul Prebisch, Fidel Castro y Gabriel García Márquez”. La lista de intelectuales valientes podría ampliarse con nombres como los de Julián Marías, Jorge Semprún Maura o Fernando Arrabal, pero “debería incluir la de aquellos intelectuales disidentes que, desafiando el castigo, la tortura o la muerte, luchan por la libertad, denunciando la verdadera naturaleza del régimen que así los amenaza”.

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