Editorial
Justicia es selectiva
“Determina que debe continuar en prisión preventiva. Lo anterior, porque prevalece un elevado riesgo de fuga”. Así leía la sentencia del juez a las 7:35 pm del miércoles en el chat del Consejo de la Judicatura Federal.
Por tercera ocasión asistiría a una audiencia por el caso de Rosario Robles, quien está acusada de omisión, y quien a dos años, dos meses y nueve días de estar recluida en Santa Martha Acatitla, sigue luchando por poder enfrentar su juicio, que aún no comienza, en libertad, ya que el delito por el que se le acusa no contempla la prisión preventiva.
Sin embargo, nadie pudo entrar al tribunal, pues la audiencia, nos informaron, era a puerta cerrada. Mariana Moguel, su hija, vestida de blanco, como acostumbra para cada audiencia, llegó a las 4:42 pm, y durante el chacaleo previo a que ingresara al tribunal pidió piso parejo para su mamá y un “no” a la justicia selectiva. Entró sola; después de como 20 minutos, su tío Paco, hermano de Rosario, decidió intentar entrar para acompañarla y lo logró, pues habían sacado unos QR para ingresar al tribunal. Sin embargo, repito, la audiencia era a puerta cerrada. Así pues, no logró pasar del torniquete de entrada y decidió salirse. Mariana, supuso que podría estar en la audiencia, pero no. La dejaron sola en una sala sin monitor y sin usar su celular; sin embargo, a eso de las 7:35 alcanzó a ver, a leer en el chat de WhatsApp “amigos de Rosario Robles” que el juez la dejaba en prisión. Acto seguido, agarró su celular y, aunque el personal del tribunal le dijo que no se podía, ella ya no aguantó y les dijo: “Pero si el juez ya decidió y la audiencia no ha terminado, por qué nadie me avisa”. Se quebró y las lágrimas, obvio, no dejaron de salir.
Afuera, el ambiente era de incertidumbre, pues el run-run, radio pasillo decía que, si salía, le iban a cumplimentar una orden por delincuencia organizada y la iban a trasladar a un penal federal. Así como lo están leyendo. ¿Almoloya? No, decían algunos compañeros de la fuente, seguramente será al de Morelos, porque ahí hay atención médica. Ojo, esto no era un invento, no sólo un comandante, sino muchas personas de delincuencia organizada ahí estaban.
Como su familia, todos sus hermanos (Francisco, Cristina, Martha, Magdalena y Héctor), algunos de sus sobrinos, quienes, seguros, me dijeron: “Prevalecerá la justicia sobre la venganza”. El cielo, de estar soleado, comenzó a nublarse y a chispear. Buscamos cubrirnos en los techos de los negocios enfrente del tribunal. Para cuando supimos que se quedaba en prisión y nos acercamos a la puerta del tribunal, ya llovía. Su familia lloraba y se decía, a manera de consuelo: pudo haber sido peor si la trasladaban a un penal federal.
El cinismo de Lozoya rondaba la cabeza de todos los presentes; la foto de la cena con el pato pekín, siendo, él sí, un criminal confeso que aceptó haber sido sobornado por Obedrecht y con el dinero en sus cuentas está libre, y a Rosario nuevamente le negaron enfrentar su proceso al menos arraigada en su casa en Los Reyes Coyoacán.
Rosario regresó a Santa Martha, llegó mareada; vomitó no sólo por sentirse traicionada por la justicia, sino porque en la julia sin ventanas es difícil mantenerse estable. Ella le dijo al juez que no quería salir para irse a cenar pato, sino porque su salud cada día se mermaba más. Recuerden que el lunes les platiqué que se había caído porque Santa Martha es muy húmeda y fría y ya tenía serios problemas de ciática. El juez le respondió que la salud no era un factor a considerar, y ella le contestó: de qué me habla, señor juez, para la justicia no importa que haya alrededor de mil 500 mujeres internadas sin tener una mastografía en más de un año. Que muchas de las que están ahí detenidas, la justicia tampoco tomó en cuenta que hubieran sido violentadas por sus propios familiares. Le reiteró: “Nunca he intentado escaparme; al contrario, soy la más interesada en que mi juicio comience para probar mi inocencia”.
Al salir, alcancé a hablar con su abogado, Epigmenio Mendieta, a quien le pregunté ¿qué sigue?, y me contestó: “Los argumentos del juez fueron banales y su decisión va en contra de la sentencia de un juez de amparo y de tres magistrados del tribunal colegiado. Es tiempo de recomponernos y analizaré conjuntamente con Rosario la vía idónea para combatir esta injusticia”.
Mariana, por su parte, dijo: “La sentencia a mi madre es desproporcionada. Nunca debió pisar la cárcel. Justicia selectiva, justicia simulada”.
A su familia, por teléfono, al llegar a Santa Martha le pidió cuidar de Mariana y le dijo que, aunque estaba abatida, no se doblaría y seguiría luchando por demostrar su inocencia.
POR CIERTO
En la misma causa penal que está Rosario, acusada de omisión, también está, ni más ni menos, que Emilio Zebadúa, su exoficial mayor, a quien siguen sin tocarle un pelo y en plena libertad. Aquí, el comesolo, en el sushi en frente de la Torre Virreyes. Ojo, quien fue el encargado del manejo de los recursos de la Sedesol y de la Sedatu se dice, por lograr salvar la cárcel, “víctima de un esquema malévolo ideado por sus jefes”. Pero en 2019, la UIF interpuso una denuncia ante la SEIDO de la FGR por presunto lavado de dinero cometido por Emilio Zebadúa y sus hermanos José Ramón y Lourdes.
INCUMPLE CON REQUISITOS PARA ENCABEZAR EL IEEQ
Qué les cuento, que Teresita Sánchez mintió ante el INE, pues aseguró tener más de 25 años de vivir en la colonia El Progreso, y nanai, pues las autoridades municipales declararon como nula la constancia de residencia. Así pues, el INE tiene hasta el 29 de octubre para elegir a quien suplirá a Gerardo Romero Altamirano. Según esto, el exconsejero presidente no conoce a la aspirante; sin embargo, garantizó que el proceso es totalmente transparente y se revisa a fondo cada perfil. Imagínense si no.