Editorial

Crónicas del Olvido – PARTURIENT MONTES

Posted on

Crónicas del Olvido

PARTURIENT MONTES

Alberto Hernández

I

Del “parto de los montes”, un ratón, un acto de magia para desempolvar el mundo. Que no vale Horacio alguno ni nacimiento en hora postrera. Por este enigmático eclipse, donde el humano pierde la calma, hemos dejado de ser: ahora nos desdibujamos en una página en blanco con el cielo de testigo. Pero, nada más, hasta allí.

Hablamos de la incertidumbre. Cosa terrible en un mago, en un artista de circo, que de eso sabía muy bien un personaje de Kafka. Y mucho más terrible si éstos pierden el trabajo o les ponen cortapisas, reglamentos. Imagine usted a un payaso, de esos de naricita roja y redondeada, maquillado y en bombachas para divertir a los más tristes, llenando un formulario frente a un taquilla. Imagínelo usted escribiendo el libreto de los chistes para que el régimen le permita medio comer, o decir que la luna es de pan de horno y las rosas son tiernas, y que los niños son la esperanza del mundo. O, más, a un mago de cuyo sombrero no puede salir un conejo porque el público se lo comería, gracias a las políticas sociales de La Habana. Sí, porque se trata de eso, nuevamente. De conseguir al pequeño roedor, vaya acto de magia, que ya sería acto de lástima. Ratón que habrían que cuidar mucho, milicianos incorporados, para que algún reaccionario no se lo degluta.

II

Por allí anduvo algún Heráclito: el pobre, creerse lo del río. Y así, los magos, los comediantes, los payasos y hasta los artesanos, serán parte del gran desafío. El talento no vale ni un ratón: el gobierno de La Habana, con normativa del Ministerio el Trabajo número 1004, decidió que esos empleos hay que controlarlos, no vaya a ser que el mago saque del sombrero una gran balsa, tan grande como la isla y cargue con todos los habitantes hacia las orillas y calles de otros mundos. El último en enterarse sería el Gran Jefe. Precisamente por eso hubo que restringir los actos de magia, la risa de los payasos, la picardía del cómico y la habilidad de los hacedores de objetos. Inventores y soñadores vigilados, peligrosos, conspiradores. El río del presocrático era el mismo siempre. Detenido en la mirada de Occidente, forma parte de la premodernidad de las ideologías. Detenido, se encharca.

III

Del “parto de los montes”, el silencio. Una isla es tan isla que es difícil sacarla del mar, por ser un naufragio permanente. ¿Qué culpa tienen las islas de los crímenes de los que odian a los magos y payasos? ¿Qué culpa tiene una isla de que los poetas estén presos, de que algunos escritores se pudran en salinas oscuras y se suiciden? ¿Qué culpa tiene el humorismo de que los mandantes no sepan sonreír y cuando lo hacen sangran del esfuerzo? ¿Qué culpa tiene la estaca? La culpa es del sapo, siempre. Mas no del ratón, que sale del sombrero.

Las más leidas

Salir de la versión móvil