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Las apuestas arriesgadas funcionaron a los Rams
Los Rams no estaban pensando en el mañana.
Hipotecaron su futuro con tal de darse una genuina posibilidad de ganar un título, y conquistar a una fanaticada Angelina que había quedado desarraigada tras la partida de la franquicia a St. Louis.
Hoy, los Rams son campeones por primera vez desde que están en la ciudad de Los Ángeles, y todas esas arriesgadas apuestas han pagado dividendos.
“Estoy orgulloso de formar parte de un grupo que nunca tuvo miedo de ser agresivo”, sentenció el entrenador en jefe Sean McVay. “Muchos nos miraron de reojo, pero acá estamos”.
Quizás el movimiento más agresivo fue cambiar un par de selecciones de primera ronda, una de tercera y Jared Goff por el mariscal Matthew Stafford.
El talento de Stafford nunca estuvo en duda, pero a la vez ha mostrado una propensidad a cometer errores a lo largo de su carrera. Y en el Super Bowl LVI, Stafford nos llevó una montaña rusa que tranquilamente pudiese encapsular su carrera.
La ofensiva de los Rams comenzó al rojo vivo, aprovechándose del hecho de que los Bengals sólo presionaban con tres jugadores y emplearon mayoritariamente Cover 3 en la primera mitad.
El resultado fue el Stafford que tiene una arrogancia de brazo, y que con tiempo, te cocina a fuego lento.
Sin embargo, hubo un punto de inflexión para la ofensiva de Los Angeles, dado que tras la lesión de Odell Beckham Jr., no volvió a ser la misma.
Ya de por sí no contaban con Tyler Higbee, y sin OBJ, la combinación de rutas que permiten sacarle máximo provecho a los creatives diseños de McVay, desaparecieron.
En las siguientes seis posesiones, los Rams se combinaron para tres despejes, dos intercepciones y un gol de campo. “Fue un golpe para nosotros”, admitió el corredor Cam Akers.
“Por suerte, pudimos recuperar la memoria al final”. Quizás lo diga porque inexplicablemente, hasta la última serie ganadora, el receptor abierto Cooper Kupp sólo tenía dos objetivos en la segunda mitad.
Pero todo eso cambió en la serie decisiva.
Una vez más, Stafford se creció en momentos importantes, y una vez más decidió mirar en dirección de Kupp, quien rompió un récord histórico con 33 recepciones en esta postemporada.
Sin Beckham Jr, los Bengals tenían más posibilidades de guiar la ayuda hacia el lado de Kupp sin pagar el precio, pero de nada improtó.
Primero mediante un jet sweep en cuarto intento y una yarda por recorrer, y luego con una recepción brava tras otra y dos touchdowns, Kupp fue la solución cuando los Rams no encontraban respuestas.
A veces es tan simple como darle el ovoide a tu mejor jugador, y Kupp terminó siendo el Jugador Más Valioso del partido. “Sabía que iba a volver al Super Bowl”, declare el creyente Kupp. “Soñé que sería el MVP, y así fue”.
Más allá de que esa serie definitoria se lleva los reflectores, los Rams hoy no serían campeones sin su gran defensiva, que fue la unidad más consistente del partido.
De antemano, sabíamos que los Rams gozaban de un emparejamiento favorable ante la endeble linea ofensiva de los Bengals, y respondieron igualando un récord de Super Bowl con siete capturas.
Dos de ellas de Aaron Donald, que además tuvo la presión definitiva en el final que terminó sentenciando el encuentro.
“Me hubiese gustado tener un micrófono conmigo”, expresó McVay. “Porque cuando era cuarto intento y los vi en posición escopeta, sabía que los Aaron Donald definiría el encuentro”.
Este Super Bowl LVI nos deja un par de lecciones importantes.
La primera es que un mariscal franquicia, receptores explosivos y cazamariscales son la ecuación perfecta para ganar en la NFL moderna.
Después de todo, los Rams ganaron a pesar de promediar apenas 1.8 yardas por acarreo.
Y la segunda es que si bien el draft nunca va a dejar de ser importante, ser agresivos en la agencia libre es otro camino viable.
La suerte favorece a aquellos que la buscan, y los Rams no se detuvieron hasta conseguir su meta más preciada.
Hoy, Los Angeles amanece vestida de azul y amarillo, porque a base de estrellas y ahora un campeonato, los Rams han reconquistado una fanaticada que estaba nómade.