Editorial

Mariel Turrent – Padecimientos literarios y otras afecciones

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Mariel Turrent

Padecimientos literarios y otras afecciones


 

Adiós

 

Llegamos hasta la cima. Sus manos agrietadas mancharon de rojo el traje. A pesar de que su cara había sido devorada por el viento, no parecía sentir dolor. Mudos, observamos desde lo alto el mundo. Compartimos la experiencia del logro pasmados en la creación divina, absortos en lo infinito. Conquistada esa cima, no tendría montañas más altas que trepar. Descendería y mis ojos entonces quedarían solos. Yo volvería a ser el único testigo de aquella magia.

Comencé a sentir dolor, no como el de sus heridas. Ni como el de sus pies llagados y entumidos. El mío era un dolor vacío, que se agudizó con el descenso. Vi a lo lejos su ciudad. Sucia. Ruidosa. Lugar al que no pertenezco. Ya en la falda de la montaña, mientras se decidía a darme la espalda para alejarse definitivamente, me regaló una mirada entrañable que me pareció eterna, nostálgica. Sentí en mi cuerpo el vacío que nos trajo el adiós. Agradeció mi compañía y yo le correspondí extendiendo mis alas; superando la caída del sol, volé nuevamente hacia la cima. Entendió el sonido que lancé al despedirme y él gritó: “Quién fuera águila, sin más fronteras que el mismo cielo”.

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