Editorial
El México ganador
Por: Enrique Quintana
Todos los días recibimos noticias de los mil problemas de toda índole que padecemos en México.
Pero es poco frecuente que las tengamos de los grandes éxitos que tenemos.
En un ambiente de polarización e inseguridad, a veces aquellos a quienes les va bien o muy bien, sobre todo en el ámbito económico, prefieren pasar desapercibidos.
Uno de esos sectores es el México exportador. Le está yendo bien ahora, pero en términos generales le ha ido bien en los últimos 30 años.
El INEGI dio a conocer esta semana que el valor de las exportaciones del país en el mes de agosto ascendió a 50 mil 670 millones de dólares.
Por cuarta vez en este año, se superan los 50 mil millones de dólares en un solo mes. Su ritmo anual de crecimiento supera el 25 por ciento.
Hagamos un poco de memoria, en agosto de 1993, pocos meses antes de la entrada en vigor del TLCAN, las exportaciones del país sumaron 4 mil 219 millones de dólares.
En la actualidad, en dos días y medio se exporta el equivalente a lo que se exportaba en un mes completo hace 29 años.
El ritmo de crecimiento anual promedio es de 8.6 por ciento.
Y específicamente en las exportaciones de manufacturas la cifra es incluso un poco mayor, de 8.9 por ciento.
A veces perdemos de vista lo que significa crecer a un ritmo de 8.9 por ciento durante casi 30 años.
Permítame poner una comparación. Si la economía en su conjunto hubiera crecido en todo este periodo como lo hicieron las exportaciones de manufacturas, el valor del PIB hoy sería seis veces superior al que realmente tenemos.
El perfil de México sería completamente diferente y seríamos quizás una de las naciones más prósperas del mundo.
El ritmo anual de crecimiento de nuestra economía para todo este lapso fue de 2.0 por ciento al año.
Ese contraste también se observa en entidades federativas. Querétaro, un estado que se convirtió en manufacturero, tiene un ritmo de crecimiento de 3.5 por ciento promedio para todo este lapso. La actual Ciudad de México (antes Distrito Federal), que no ha logrado encontrar su vocación, apenas creció a un 1.7 por ciento en promedio.
No solo han sido las manufacturas. El sector agropecuario mexicano también tiene diversos ámbitos en los que se ha convertido en triunfador.
El valor total de las exportaciones agropecuarias del país creció en casi 12 veces en el lapso que estamos considerando. Su tasa anual promedio fue de 8.4 por ciento anual y cambió completamente el perfil del campo mexicano en diversas entidades de la República.
El problema que hemos tenido como país es que ese México ganador que se ha observado en múltiples sectores y regiones no ha podido generalizarse.
Seguimos con un gran lastre.
El resultado, por ejemplo, es que el PIB per cápita en estas casi tres décadas, apenas creció a un ritmo anual promedio de 0.7 por ciento al año.
¿Cuál ha sido la clave para conseguir esos resultados en el México exportador y por qué no se han podido generalizar al conjunto de nuestro país?
Cientos o quizás miles de empresas tomaron la determinación de ser competitivas.
Es decir, aprovecharon las oportunidades que ofreció el tratado comercial con Norteamérica, sobre la base de producir con eficiencia y estar organizados para incursionar en ese mercado.
Los argumentos que se esgrimían en contra del TLCAN, cuando se discutía a principios de los 90 era que los norteamericanos nos iban a arrasar; que era suicida exponer así a la competencia a las empresas mexicanas.
Y ya vimos el resultado.
A veces nuestra falta de confianza nos impide aprovechar las oportunidades y preferimos un ambiente que nos cobije y en el que no estemos desafiados.
Y eso ha sido un grave error como país.
Errata
Ayer, al hablar del horario de verano, le comenté que el día que inicia el nuevo horario, que se quedará ya fijo en México si la ley pasa por las dos cámaras del Congreso, sería el 6 de noviembre. Es incorrecto. Será el domingo 30 de octubre. Una disculpa.