Editorial
La burocracia como aparato represivo – Gloria Chávez Vásquez
La burocracia como aparato represivo
Gloria Chávez Vásquez
Thomas trabajaba como mecanógrafo en la sede del Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos en Washington, Corría el año 1959, cuando un día, un hombre sufrió un ataque cardiaco frente al edificio. Eran las 5pm cuando lo llevaron al cuarto de emergencia. Allí le preguntaron si era empleado del gobierno. Como no lo era, llamaron a una ambulancia de un hospital local, a unas millas de allí. Era la hora pico y el tráfico estaba congestionado. Para cuando llegó la ambulancia, el hombre ya había fallecido.
Murió esperando a un médico, en un edificio lleno de médicos. No hay nada más dramático para mí que la naturaleza de la burocracia y su énfasis en los procedimientos, más que en los resultados. “— Thomas Sowell, A Personal Odyssey (2000),
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En su obsesión por el control, la burocracia ha terminado por contaminar todos los estamentos sociales, arrebatando el poder individual a profesionales, artistas y obreros, cortesía de la ineptitud y el despotismo de administradores y gobernantes. De la medicina a la educación pasando por todas las demás, el trámite y papeleo sofocan toda actividad humana.
Con tanta historia, es natural que todos hayamos tenido que lidiar con el lado oscuro de la burocracia en algún momento.
No hay nada como la satisfacción del trabajo bien realizado y el servicio bien prestado. ¿Y quién mejor para demostrarlo, que el verdadero servidor público? Desafortunadamente la burocracia, cada vez más descarada, se ha encargado de destituir, además, el espíritu y la imagen del trabajador amable y consciente. “Los funcionarios son como los libros de una biblioteca: los que están en lugares más altos son los que menos sirven”, afirmaba el viticultor Paul Masson (1859-1940).
“Parece que la burocracia en los países [iberoamericanos] se ha establecido para vejar al público” se quejó el escritor Pio Baroja (1872-1956) después de experimentarla en nuestros lares. No que los españoles no cargaran con su propio yugo, ya que otro intelectual, oriundo de la misma patria, comentaba que, la burocracia es lo que verdaderamente reina en España.
Naturaleza de la burocracia
Distinguir al servidor genuino del tipo de persona que pulula en un sistema disfuncional es un acto de fe: Ambos perciben su sueldo de los impuestos, que paga el mismo ciudadano que necesita de su atención.
La burocracia requiere de una persona paciente, eficiente y deseosa de servir. Hay burócratas muy efectivos que se sienten orgullosos de su oficio y servir bien es su lema. Pero están los individuos que llegan por puestos de botella o favores políticos a obstaculizar el servicio. Por lo general son los oportunistas, que esperan mejores vientos. Los narcisistas y frustrados que desbaratan el servicio público, provienen de la ignorancia, del menosprecio al prójimo. Sobresalen por su falta de disciplina, ética y moral.
La burocracia es un producto exclusivamente humano. Su propósito original es el servicio público a manera de producción exacta y eficiente. Indio servido indio ido.
El fracaso de una burocracia se explica, por el laberinto de departamentos y divisiones innecesarios, administrados por personas negligentes. Tratando de remediar los desajustes, los funcionarios cortos de mente decretan nuevas reglas, crean nuevas oficinas y aumentan el número de empleados. El presupuesto publico amamanta entonces a una bestia que crece y exige cada vez más.
El abogado y activista colombiano Luis G. Carrillo compara “los puestos de corbata” en la burocracia estatal con “el grifo del despilfarro” y añade que, en lugar de servir y proteger al pueblo, la burocracia “lo desangra” cobrando más impuestos para aumentar la burocracia.
Vehículo de hostilidad
Desde hace ya algún tiempo en la historia, los ambiciosos descubrieron la manera de reinventar la burocracia para servir sus intereses. Recordemos la sangrienta revolución francesa, que le añadió la guillotina a la rueda de papel, y la no menos sanguinaria de la revolución rusa, transformada en tractor que atropelló la ciudadanía de la URSS sin ton ni son.
Este tipo de maquinaria social funciona, gracias a la estupidez y el fanatismo que atacan sin piedad, el derecho a la individualidad. Su función real es generar inseguridad y duda. Es cansar al individuo a punta de gestiones innecesarias y exprimir su pequeña economía.
El político germano estadounidense Henry Kissinger observa que el nuevo orden mundial lo están edificando estadistas de culturas sumamente distintas, que administran enormes y complejas burocracias. Estos estadistas, muchos de los cuales llegan al poder sin las cualidades necesarias para gobernar, gastan más energía atendiendo la maquinaria administrativa que definiendo un propósito.
El sistema de botín
En Estados Unidos, la presidencia (1789-97) de George Washington comenzó con tres departamentos: Estado, Guerra y Tesoro atendidos por un puñado de hombres y mujeres que ayudaron al presidente y al Congreso a organizar y realizar tareas diarias en diplomacia extranjera, seguridad nacional y finanzas. Tres años más tarde los burócratas llegaban a 3.000.
A mediados del siglo XIX la burocracia en EE. UU había crecido exponencialmente, cuando sintió los efectos del sistema de botín durante la presidencia (1829-37) de Andrew Jackson, que enfatizaba la lealtad política de los buscadores de cargos en lugar de sus calificaciones.
Incrementada durante la Guerra Civil (1861-65) y como resultado de la industrialización, la burocracia fue reformada gracias a la Ley Pendleton (1883), que reemplazó el sistema de botín con un proceso de selección basado en el mérito.
En el S. XX durante las décadas de los 30 y 40 la burocracia se intensificó debido al New Deal del presidente Franklin D. Roosevelt y la Segunda Guerra Mundial. Había que crear empleo artificialmente para levantar la economía, lo cual incrementó la deuda nacional y obligó a subir los impuestos. “No hay tal cosa como un almuerzo gratis”, fue la lección para los ciudadanos.
Entre 1964-68, Lyndon B. Johnson canaliza millones de dólares hacia agencias y programas burocráticos que promueven el transporte, la educación, los derechos civiles, la atención médica etc. En los 70s se establecen agencias, como la Agencia de Protección Ambiental y el Sistema de Salud y Seguridad en el trabajo. Lo cual sería maravilloso si realmente funcionara para servir al ciudadano ya que con la Acción Afirmativa se volvió al sistema de botín de la era Jackson. A esto se añade un sistema de asistencia social que, en lugar de ayudar al beneficiario a mejorar su status, lo hunde en el parasitismo, arrastrando con ello a las minorías, por varias generaciones.
En 2003, el nuevo Departamento de Seguridad Nacional reunió a 22 agencias bajo su administración con la intención de proteger al país contra el terrorismo. Ya para 2020 había unos cuatro millones de personas empleadas en la burocracia federal. Tras la pandemia y la no declarada guerra partidista originada en la presidencia de Obama, los demócratas han redoblado el número de burócratas, creando con ello una maquinaria de represión contra la ciudadanía.
La burocracia como régimen
Desde que la educación se declaró obligatoria, a fines del S. XIX, muchos gobiernos vieron la oportunidad de instalar en el sistema de enseñanza un currículo de ideología más que de formación y conocimiento. Tanto por su función como por su estructura, los colegios y universidades públicas tienden a crear rebeldes o burócratas. De otra parte, los maestros y profesores pierden su autonomía y pasan a ser peones del sistema. Las revoluciones del S. XX vieron en la burocracia su mejor aliada para el adoctrinamiento y la propaganda. El globalismo del S. XXI ha terminado por adoptar ese método a manera de agenda revolucionaria.
Irónicamente, fue el anarquista ruso Mikhail Bakunin (1814-1876) contemporáneo de Karl Marx, quien predijo que, en el futuro, los revolucionarios que asumieran el control del Estado crearían “una burocracia roja que será el más vil y brutal régimen que el mundo jamás haya visto”. Pero, ¿No es eso lo que buscan los regímenes socialistas-comunistas, los fanáticos religiosos y los elitistas-capitalistas que buscan centralizar el poder para gobernar al mundo?
Franz Kafka describió literariamente el resultado, tras su experiencia con el monstruo:
Toda revolución se evapora y deja atrás sólo el limo de una nueva burocracia.
Gloria Chávez Vásquez escritora, periodista y educadora reside en Estados Unidos.