Editorial
LA NUEVA ERA – ¿CAMBIO CLIMÁTICO O MAGNÉTICO?
LA NUEVA ERA
¿CAMBIO CLIMÁTICO O MAGNÉTICO?
Gloria Chávez Vásquez
El 28 de mayo de 1926, el profeta durmiente, Edgar Cayce, tuvo un sueño premonitorio. El reloj de la Tierra marcaba el inicio de un evento geológico: entre 1958 y 1998 la actividad magnética originada en el centro del globo terráqueo, comenzaría el cambio alterno de los polos.
Este cambio, que ocurre aproximadamente cada 2.000 años, es producto de una actividad geológica gradual y natural, y un periodo de reajuste. El vidente estadounidense predijo con detalle: “donde antes había frío habrá calor”. El derretimiento de hielo en Groenlandia y la Antártida provocaría una violenta actividad tectónica en el planeta y, por consiguiente, erupciones volcánicas, terremotos, tsunamis e inundaciones.
Los geólogos por su parte explicaron que ese “cambio magnético” se origina en la actividad producida por el hierro derretido en el centro de la Tierra, a una profundidad de 2.000 millas de la superficie. Los patrones de temperatura varían con las corrientes originadas en el Océano Pacifico, conocidas como El Niño o La Niña. Estos fenómenos son abruptos y tienen un impacto dramático en el clima. Es un ciclo que se repite, además, en toda historia de los cuerpos celestes.
Los oportunistas y especuladores, no desaprovecharon el escenario para inducir el miedo y fomentar el pánico. Durante todos estos años, hemos sido atiborrados por los periódicos, las cadenas de televisión y radio, los científicos, los políticos, los expertos, los famosos, Hollywood y Wikipedia, con el cuento de que los humanos somos responsables directos por ese “cambio climático” debido a nuestras emisiones de dióxido de carbono o CO2.
Esta demostrado científicamente que el aumento de CO2 en la atmosfera produce muchos efectos positivos en la vida natural de las plantas y los animales. Pero si tuviera una influencia tan grande en el clima, la tierra ya se habría calentado masivamente desde épocas en su historia cuando hubo hasta 10 veces más dióxido de carbono que en la actualidad.
La politización del cambio climático
Es innegable es que el futuro pertenece a las energías alternativas y que hay que poner fin a la quema de combustibles fósiles. Es cierto también, que el nivel actual de destrucción del medio ambiente es dramático y no se puede permitir que continúe. Pero conviene señalar que la protección del medio ambiente y la del clima no tienen que ver el uno con el otro. Mas bien se oponen diametralmente.
En realidad, la ideología creada alrededor del “calentamiento global” esta más dirigida a un “conveniente” y dramático control demográfico que a un control climático. Según sus promotores, para escapar al desastre autoinfligido, tenemos que invertir miles de billones para reducir el supuesto gas venenoso, renunciar al progreso, la prosperidad y la movilidad existentes y ceder nuestra autodeterminación y soberanía social a estructuras de poder centralizadas y antidemocráticas.
En La verdad sobre el cambio climático, su libro más reciente, Alejandro Kaiser, abogado, profesor y activista chileno, encuentra muy sospechoso que los “apóstoles del clima» no estén interesados en soluciones reales que proporcionen a la gente energía ilimitada o gratuita. Se trata de la misma élite que compra las patentes pioneras de los investigadores y con sus redes de fundaciones y cuestionables donaciones, promueve los impuestos y, de paso, monopoliza la riqueza y el poder.
¿Quién tiene la razón?
Los grandes impulsores de la ideología del calentamiento global, tienen jugosos intereses económicos en el movimiento debido a que ahora es una industria multibillonaria. En 2013 el presidente estadounidense, Barack Obama, legitimó la agenda global diciendo: 97% de los científicos están de acuerdo en que el cambio climático es real, es provocado por el hombre y es peligroso.”
Ese anuncio de un “apocalipsis climático” produjo una gran controversia en el mundo científico. John Christy miembro del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU condecorado por la NASA por sus investigaciones, se aprestó a aclarar: yo soy uno de los muchos investigadores que creen que [el calentamiento global o cambio climático] no es cierto.
Durante La Cumbre de la Tierra en Rio de Janeiro (1992) 3.000 científicos, entre ellos 74 premios Nobel rechazaron la teoría oficial del clima y se pronunciaron contra la “ideología irracional” en el Manifiesto de Heidelberg. En 1999, 31.000 personas, 9.030 de ellos científicos doctorados firmaron La Petición de Oregón, una declaración que se opone al Protocolo de Kioto. Emitida por el Instituto de Ciencia y Medicina de Oregón, advertía: Los límites impuestos a las emisiones de gases de efecto invernadero, dañaran al medio ambiente, impedirán el progreso de la ciencia y la tecnología y perjudicaran la salud y bienestar de la humanidad.
El meteorólogo, Gerd Rainer Weber, explicó en el documental La estafa del clima que la proporción de dióxido de carbono en la atmosfera tiene menos influencia en el clima mundial de lo que se quiere hacer creer. El argumento más realista, el de la “naturalidad de los cambios” se basa en que el clima terrestre aún se está recuperando de las frías temperaturas de la Pequeña Edad de Hielo (1300 d.C-1850 d.C.), y que las que tenemos en la actualidad son las mismas que las del Período Cálido Medieval (900 d.C.-1300 d.C.).
Predicciones que no se han cumplido
1798 en su ensayo El principio de la población el economista y clérigo inglés Thomas Malthus pronostica que el crecimiento de la población superaría el suministro de alimentos y que la inanición masiva resultaría a menos que se controlara la natalidad. Un gráfico reciente publicado por Human Progress demostró la disminución dramática, en décadas recientes, del hambre en el mundo. Esto es debido a que el suministro de alimento ha aumentado proporcionalmente al de la población.
1958 el geofísico Maurice Ewing, director del Observatorio Geológico Lamont de la U. de Columbia, y el geólogo y meteorólogo William Donn publican un informe explicando que, en las próximas décadas, las ciudades portuarias estadounidenses estarían inundadas por el océano, y que un glaciar gigante cubriría Europa y América del Norte. La tierra se calentaría y luego se enfriaría, produciendo otra era de hielo.
1970 el primer Día de la Tierra, estuvo lleno de exageraciones sobre el futuro de la humanidad. Gran parte de la locura fue descubierta por Ronald Bailey en una notable exposición en la revista Reason. Una afirmación particularmente extrema, a comienzos de ese año, vino de la revista LIFE: En una década, los habitantes urbanos tendrán que usar máscaras de gas para sobrevivir a la contaminación del aire [y] para 1985 la contaminación del aire habrá reducido a la mitad la cantidad de luz solar que llega a la tierra. Las sociedades libres encontraron formas de reducir los contaminantes como medio para mejorar la calidad de vida. No así en países como China, donde la contaminación en algunas ciudades es aún insoportable.
Entre 1973 y 1977 la revista Time tuvo un número de portadas a todo volumen como la de Page One: El enfriamiento de América, (La Gran Helada) y Cómo sobrevivir a la próxima era glacial. A pesar del frío invierno, la nueva era glacial no se ha producido. Iain Calder señaló en la revista Newsmax, que esto era sólo parte de una marea de predicciones sobre cómo una era de hielo que se avecinaba pronto sumiría al mundo en un profundo congelamiento.
1989 el director del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Noel Brown, afirma que naciones enteras serán borradas de la faz de la Tierra si la tendencia al calentamiento global no se invierte para el año 2004.
2009 el exvicepresidente de EE.UU. Al Gore, cita al científico que predijo en 2004 que, había una probabilidad del 75% de que la capa de hielo polar se derritiera en 2016.
2017 en su libro Despedida al hielo, el profesor de física oceánica de la Universidad de Cambridge, Peter Wadhams afirmó que el hielo del Ártico desaparecería a mediados de la década. Sin embargo, entre 2012 y 2016, el hielo del Ártico aumentó de un promedio de 5.7 millones a 8.5 millones kilómetros cuadrados.
En su análisis en el Daily Signal, el comentarista Jarrett Stepman nos dice que, si hay una lección que aprender, es que debemos tratar las predicciones extremas con escepticismo, especialmente si significan un cambio en nuestro estilo de vida. Deberíamos desconfiar de planes como el Nuevo Trato Verde, que está descarrilando por completo la economía mundial para colocarla bajo el poder de un gobierno al estilo del Gran Hermano.