Editorial
Mariel Turrent – Divagaciones entre una frase y mi irrealidad
Mariel Turrent
Divagaciones entre una frase y mi irrealidad
6 Irrealidad
“la realidad puede no ser verdad y la verdad puede no ser real”
Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, H. Murakami
Siempre me he preguntado qué es real y qué no. A veces, imagino que las demás personas no tienen manera de saber cómo veo algo; si el color azul realmente es igual a cómo ellos lo ven. Y ni qué decir de las diferentes formas de ver situaciones, los diferentes puntos de vista, las perspectivas, o la manera en la que vivimos la misma situación dos personas. La realidad, lejos de poderse calificar como verdadera, es líquida, como el agua que se puede encontrar en forma de vapor, rígida como un hielo, o en su estado líquido en el que es sumamente elástica y pegajosa, es decir una gota se adhiere a otra. Así es la realidad, se amolda a quien la contiene, como el agua a un recipiente.
La relación que tenemos las personas con la realidad y la irrealidad depende de nuestro bagaje cultural. Yo, por ejemplo, crecí con la idea de un Dios castigador que nos está mirando todo el tiempo para ver en qué momento nos equivocamos. Pero Dios no era el único que me vigilaba, también me acechaban Santa Claus, los tres Reyes Magos y mi ángel de la guarda. Pero mi ángel de la guarda era buena onda, pues me ayudaba a no meter la pata.
En el libro Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, de H. Murakami, la realidad y la irrealidad se confunden, el personaje principal vive en un mundo en el que lo onírico, a veces, es verdadero, sucede. Dice Carlos Rubio López de la Llave (profesor de lengua y literatura japonesa) que en las casas japonesas conviven espectros, demonios, animales encantados, duendes y fantasmas. Constituyen una realidad casi tan tangible como la superficie del tatami. Son pervivencias del mito, un mito no siempre amable donde hay siniestros ushikawas, inquietantes gatos negros, cuervos parlantes. Pero no solo en la literatura japonesa el mundo irreal se mezcla con el mundo real, en Pedro Páramo, la novela de Juan Rulfo, Juan Preciado llega a Comala y el tiempo parece no tener una frontera, se mezclan los recuerdos de los personajes, el presente, el pasado y el futuro. La mayoría de los personajes están muertos pero actúan como personas vivas. Lo real y lo irreal se mezclan. Y es precisamente esto lo que trae a mi mente los conceptos real maravilloso y realismo mágico que el novelista Alejo Carpentier distingue en una conferencia en 1975. Lo real maravilloso explora las raíces culturas de los pueblos originarios latinoamericanos y africanos sus dioses y mitos, y los incorpora a la realidad; y el realismo mágico comprende la presencia de algún elemento insólito dentro de un contexto completamente cotidiano. Ambos términos surgieron a raíz del Surrealismo francés. Franz Roh, un crítico de arte alemán, los usó describir una pintura que mostraba una realidad alterada. Carpentier quién había sido influenciado por dicho movimiento, dio con estos términos queriendo encontrar un concepto tan amplio que pudiera contener ambos elementos de la vida diaria y la naturaleza fabulosa de la geografía e historia latinoamericanas. Veía en el realismo mágico la capacidad de enriquecer nuestra idea de lo que es “real”, incorporando todas las dimensiones de la imaginación, particularmente como se expresaba en los mitos, la religión y la magia.
En mis divagaciones pienso en la mente humana, que sin duda vive así, en lo real maravilloso, sumergida en el realismo mágico, mezclando los elementos de su realidad, con sus creencias, con los recuerdos que guarda, pero a la vez va distorsionando. Esa mente nuestra que transita siempre entre la imaginación, los deseos, y la verdad. Ay, la verdad, qué concepto más irreal y fantástico de nuestra naturaleza humana.