Editorial
El otro Federico, de Federico Corral Vallejo – Ernesto Adair Zepeda Villarreal
El otro Federico, de Federico Corral Vallejo
Ernesto Adair Zepeda Villarreal
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‘El otro Federico’ es una novela del escritor, poeta, promotor cultural, diseñador, elegante norteño, cantante, compositor y editor, Federico Corral Vallejo. Como él mismo la describe, es una novela vivencial, donde el personaje central es él mismo, uno de los tantos Federicos que ha sido, y que a lo largo de sus páginas nos deja conocer sus años de formación en su natal ciudad de Parral, Chihuahua, hasta coronarse escritor en el entonces Distrito Federal, corazón de la vida cultural del país por muchas décadas. La portada es una fotografía de Rocío Zambianchi, que desdobla al autor directamente como un naipe donde se promete la redención y la pena, marginalmente sombrío. Es una novela que consta de 148 pp, editado en 2018 por los talleres de Compañía Editorial Impresora y Distribuidora, en CDMX.
La novela consta de siete capítulos, que dan inicio con poemas o misivas del propio Federico, del real (como todos los demás), y que nos van narrando los principales sucesos que han marcado al joven soñador, al desilusionado y sensible adolescente, y al obstinado joven que busca triunfar entre la desolación de repetirse en espejos terribles y la pena de saberse abrumadoramente solo. En cada uno de ellos, vamos avanzando por una historia de vida que comienza en la juventud, donde rodeado de una amplia familia, tanto la conocida como la que no, buscando ser un centro gravitacional que dé sentido y tranquilidad a su mundo. Conocemos a sus padres, a su camada de hermanos y hermanas, a sus dudas, sus tempranas heridas que lo han de convertir en un espíritu demasiado sensible para tierras tan áridas y calladas de Chihuahua, y su exilio deseado para encontrar su lugar en el mundo.
Nos cuenta gracias a los otros Federicos, cada uno en una etapa crucial de su formación personal y emocional, ciertas amarguras, ciertas promesas huecas, la duda de pertenecer y no a una familia, a un sitio en el mundo, y la de la buena fortuna, o no, de ser un producto repetido en otras vidas, que a veces robará momentáneamente, y otras veces le habrán sido robadas desde antes de llegar a esos momentos. Sus primeros años como niño-adolescente, tierno e ingenuo, y a veces provocador y enojado. Sus estudios en la tierna juventud, buscando abrirse un lugar al mundo. Y finalmente esa extravagante aventura del ostracismo que le traerá tantos desazones, pero también algunas redenciones que podrán darle sentido a su experiencia, y por qué no, le habrán de curtir. La novela de Federico, como el propio autor lo cuenta, es una biografía ligera de una vida cargada de pesares que se reproducen y van picando en las costillas para alejarlo de su tierra, de su familia, de sus deseos más profundos, sólo para regalárselo en el momento adecuado, en una especie de espantosa carrera del destino por ser digno de su sensibilidad creativa, y de la indulgencia de su espíritu.
El joven que admira a otros escritores, y persevera hasta volverse su amigo, y que persigue un sueño indistinguible pese a la adversidad de convertirse en uno de esos sueños duplicados, a lo Borges, es el mismo que se ve en la miseria de buscar donde dormir, el mismo que apela a la buena voluntad de las personas, y que, pese a cualquier muestra de crueldad de una ciudad anónima y convulsa, la encuentra, y se vuelve el confidente de la bondad y la alegría. La novela por sí misma es un canto a la esperanza de continuar hacia delante, aunque no haya señales de que vendrán mejores días. Pero es en su carácter biográfico que añade esa cuña entre las palabras y las maravillosas coincidencias que obran su existencia, al saber que tanto la pasión por la literatura, como las duras enseñanzas de sus amigos y tutores, configuraron al poeta que hace de la música esa patria etérea que reconstruye la memoria y el deseo de ir un paso más allá.
Esta novela corta es una carta que el autor deja para él mismo, pero a la que podemos llegar los curiosos para reconocer esa orfandad que trae consigo la literatura. Nos adentramos en la esquizofrenia del dopplerganger que se debe reconstruir a través de las voces de otros, de las mutiladas vidas de otros seres con los que se confunde a veces, y que van abriendo mella en sus pensamientos hasta volverlo el único Federico que estaría destinado a ser, siempre y cuando logre aprender de esas otras existencias paralelas que parecen querer exterminarlo, pero son a fin de cuentas una extensión de todas sus vidas posibles. Ese indescifrable otro Federico es una vivencia y metáfora de una vida dedicada a encontrarse a sí mismo, a sufrirse a sí mismo, para entenderse y amarse por primera vez dentro de la confusión que da vivir. Una obra que enriquece el mito de poeta, y que exorcista la pesada carga de la memoria.