Editorial
Mariel Turrent – Divagaciones
Mariel Turrent
Divagaciones
20 Reúso
En España se generan unas 405.000 toneladas anuales de residuos textiles, incluyendo ropa de vestir y del hogar. Si reutilizásemos estas prendas en lugar de abandonarlas o crear nuevas, ahorraríamos muchos litros de agua y CO2.
Mariola Marcet
En noviembre de 2021 visité en Londres el Design Museum donde había una exposición sobre el consumo desmedido de los humanos: Waste Age: What Can Design Do? (La edad del desperdicio: ¿Qué puede hacer el diseño? https://designmuseum.org/exhibitions/waste-age-what-can-design-do ). La exposición era un llamado a terminar con esta era del desperdicio, confrontando el impacto de la cultura desechable y mostraba a los diseñadores reimaginando nuestra relación con los diferentes materiales. De ahí surge esta nueva tendencia a la que llaman upcycling (https://www.vogue.es/moda/tendencias/articulos/upcycling-reciclaje-moda-ecologica-sostenible/34151). Los datos son impactantes, la producción masiva de ropa, zapatos, plásticos, aparatos electrónicos, coches… y el impacto en la emisión de CO2, el gasto del agua y la contaminación ambiental.
Unos meses antes, en un viaje que hice a Nueva York, mi hija, que tiene un gusto especial por las tiendas de reúso —esas que venden cosas de segunda mano, para recabar fondos para organizaciones de ayuda—, nos llevó a un centro de acopio y tienda de El Ejército de Salvación. Como la entrada a la tienda no estaba bien señalizada, acabamos entrando por una bodega enorme donde reciben y clasifican las donaciones. Nos impresionaron las montañas de ropa y objetos que tenían ahí. Estábamos a punto de salir corriendo, cuando alguien nos indicó que la tienda de caridad estaba subiendo por el elevador. Eran tres pisos de un edificio llenos de ropa usada, accesorios, zapatos, libros, discos, muebles, todo lo imaginable en perfectas condiciones y a la venta a precios sumamente atractivos. Gracias a mi hija me he vuelto una aficionada a este tipo de tiendas. Son una especie de pequeño museo con una personalidad propia donde se encuentran piezas únicas.
Cuando yo era niña viajar a un país lejano significaba experimentar algo diferente, conocer una cultura distinta, probar cosas que jamás habías probado, admirar la artesanía particular, la moda exótica. Ahora, cuando viajo veo las mismas cadenas, con la misma ropa que hay en los centros comerciales de mi ciudad. No importa qué tan lejos vayas, siempre encontrarás un Starbucks, un H&M, Zara, McDonald’s. Por eso las tiendas de cosas usadas se ha vuelto una especie de afición. Localizarlas y acudir a estas me lleva por caminos que de otra forma no recorrería. Recuerdo mi aventura con mi amigo B. en las librarías de viejo en el centro de la ciudad buscando mi ejemplar del I Ching. O cuando estuve en Guadalajara con mi hija en el Tianguis de Antigüedades de La Avenida México. Las cosas de reúso tienen cierto misterio. Una vida oculta que nos intriga. Un libro, por ejemplo, a veces tiene anotaciones de los dueños anteriores que acompañan nuestra lectura.
La cultura del deshecho me parece una especie de virus que tarde o temprano nos vuelve desechables a nosotros también. En ese mismo museo de Londres, mi amiga Mónica angustiada me platicaba que tenía amistades muy ricas que compraban ropa barata cuando iban de viaje y para no tener que preocuparse por lavarla simplemente la tiraban (la fabricación de una única camiseta estándar implica el gasto de 2.700 litros de agua). El otro día mi amigo B. me dijo orgulloso que la hermosa camisa que traía y las bermudas se las habían pasado amigos suyos que ya no las usaban. Yo muchas veces uso ropa que era de mi hija y ya no le queda. Y le paso a mis sobrinas y mis primas también me han regalado ropa que ya no usan. Recuerdo con nostalgia un vestido hermosísimo que compré en una tienda de antigüedades en Madrid y que usé siempre muy orgullosa pensando en que no había otro igual en el mundo, ahora que lo pienso no sé qué le pasó. También recuerdo cuando mi amiga T. hizo en su casa una reunión en la que todos llevamos ropa que no usábamos, ella les puso un precio y luego nosotras mismas compramos y ese dinero se donó a una buena causa. Me deshice de cosas que ya no usaba y salí con otras que me gustaron y me sirvieron mucho. Además, nos divertimos todas probándonos toda la ropa.
A mi me gusta reusar. Encontrar una pieza especial, un libro que ya no se imprime, una edición rara. Me gustan los objetos que tienen una historia qué contar, los que conmemoran o nos recuerdan un momento pasado. Los que no valen por lo que son sino por lo que nos recuerdan.