Editorial

ALMEIDA GARRETT Y EL PRIMER ROMANTICISMO EN PORTUGAL – Por Mario Morales Castro

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ALMEIDA GARRETT Y EL PRIMER ROMANTICISMO EN PORTUGAL

Por Mario Morales Castro

 

Así como tuve un excelente maestro en el seminario de poesía en el Curso Superior de Portugués para Extranjeros en la Universidad de Lisboa, como lo mencioné en Eugénio de Andrade, también tuve la fortuna de tener una notabilísima catedrática de Literatura Portuguesa. Me refiero a la Dra. Anabela Rita, quien con su entusiasmo nos introdujo en el estudio de varios autores portugueses, entre ellos en el decimonónico Almeida Garrett, considerado como uno de los autores más importantes de la literatura de Portugal.

Su nombre completo españolizado es Juan Bautista da Silva Leitão de Almeida Garrett, nació en Oporto en 1799 y falleció en Lisboa en 1854. Durante la invasión napoleónica a la Península Ibérica, tuvo que huir con sus padres a Angra de Heroísmo, en la islas Azores. De regreso al continente se inscribe en la carrera de Derecho en Coimbra, habiéndose adherido a las ideas liberales, lo que le produjo ser exiliado varias veces por la causa absolutista; sin embargo, esto le sirvió para introducir el Romanticismo en su país al entrar en contacto con este movimiento en Inglaterra, y luego con la publicación de los poemas “Camões” y “Doña Blanca”, escritos en Francia. Cuando regresó de su último exilio se encargó de promover la fundación del Teatro Nacional y de un Conservatorio.

Recordemos que el Romanticismo fue una tendencia cultural que se desarrolló en Europa desde fines del siglo XVIII y luego se extendió a otras partes del mundo; se opuso al Neoclasicismo al exaltar la libertad creativa, la fantasía y los sentimientos. Rescató las olvidadas leyendas medievales y se caracterizó por su constante originalidad. Una característica de esta corriente en su fase literaria es la exaltación del patriotismo, del regreso a los orígenes, por su apoyo a la identidad de los pueblos, por la preservación de la cultura; en otras palabras, reivindica lo popular, natural y autóctono.

Anabela Rita en su cátedra nos mostró con extractos las dos principales obras de Garrett: la novela Viajes por mi tierra y la obra teatral Fray Luis de Souza. La primera se considera como el punto de arranque de la moderna prosa portuguesa con sus ineludibles referencias a ésta. El libro combina varios géneros y lenguajes: clásico, popular y oral del narrador; además, se mezclan en él el estilo de los viajeros: el que hizo el autor de Lisboa a Santarém, junto con la invención novelesca con los personajes de Carlos, Fray Dionisio y Juanita, de gran vitalidad.

La obra de teatro que estamos traduciendo para dar a conocer más ampliamente en México a este autor eminente, es una obra maestra de la dramaturgia no sólo de Portugal sino universal. En efecto, Fray Luis de Souza está ambientada en una época en la que el país perdió su independencia ―como ya lo vimos en el artículo anterior―, debido a que el rey don Sebastián había muerto junto con varios de los nobles en la guerra de Alcazarquivir contra los moros en Marruecos, norte de África, sin dejar descendencia, por lo que Felipe II de España pasó a ser heredero del trono lusitano, pues era hijo del emperador Carlos V y de la emperatriz Isabel de Portugal, anteriores gobernantes del reino hispano.

Por lo tanto, de 1580 a 1640, Portugal estuvo gobernado por tres monarcas españoles quienes conformaron la denominada Dinastía Filipina; éstos fueron Felipe I, Felipe II y Felipe III, que en España son conocidos como Felipe II, Felipe III y Felipe IV.

No fue sino hasta el 1 de diciembre de 1640 cuando Portugal, después de 60 años, recuperó su independencia, pues los patriotas lusos nunca se hicieron a la idea de formar parte del país que consideraban su rival.

En la obra se menciona al rey don Sebastián, al que no creían que hubiera muerto en batalla y que un día aparecería en Lisboa en una mañana de neblina, y que daría pie al famoso mito del sebastianismo, convirtiéndose en un tema que tocarían muchísimos autores portugueses a través de los siglos, incluyendo a Fernando Pessoa.

También se hace alusión a Luis Vaz de Camões, considerado el máximo poeta de Portugal, quien escribió la épica poética Los Lusíadas, obra clásica de la Literatura Universal, quien murió en la miseria incomprendido por sus contemporáneas y enterrado en una fosa común. Actualmente, sus restos descansan dentro de la iglesia de Los Jerónimos la cual, junto con su claustro de estilo manuelino, forma parte del Patrimonio Cultural de la UNESCO.

La escena se desarrolla en Almada, población situada frente a Lisboa que la separa el río Tajo, ahora unida por un gran puente colgante, pero que en ese entonces sólo había comunicación mediante embarcaciones. Esta pieza consigue atrapar al lector o espectador casi desde el primer momento, pues logra crear un ambiente de tensión provocado por la angustia, el mal agüero y la acechanza, esto aunado a la tradición, la fe y el temor de Dios.

Almeida Garrett formó parte del primer Romanticismo en Portugal, como mencionamos, junto con su discípulo, el también destacado Alexandre Herculano, pues más tarde habría un segundo Romanticismo.

Como conclusión diremos que Almeida Garrett fue un autor prolífico, ningún género literario dejó de abordar; se cuenta, además, con muchos de sus escritos políticos, históricos, diplomáticos y críticos. Su influencia en las letras portuguesas fue y aún hoy es considerable. En sus obras imprimió un cuño en que reflejó su personalidad, elegancia, gracia y originalidad a su fecundidad. De todos los grandes escritores del siglo XIX, él es el más leído, el más estudiado y el más amado por las nuevas generaciones literarias. Finalmente, no obstante sus dotes políticas, fue en la poesía y en el teatro en que el autor de Camões y Fray Luis de Souza alcanzó la inmortalidad.

Cerramos nuestra colaboración con cuatro poemas de este célebre autor.

 

CON LA YEMA DE LOS DEDOS

 

Con

la yema

de los dedos

abro

tu sonrisa

gota

a

gota

hasta deshacer

la brisa

de mis ojos.

 

ESTE INFIERNO DE AMAR

 

¡Este infierno de amar, como yo amo!

¿Quién me lo puso aquí en el alma… quién fue?

Esta llama que alienta y consume

que es la vida y que la vida destruye.

¿Cómo es que se vino a atizar?

¿Cuándo, ay cuándo ésta se ha de apagar?

 

Yo no sé, no recuerdo el pasado,

la otra vida que antes viví.

Era un sueño tal vez ―fue un sueño―

¡En qué paz tan serena me dormí!

¡Oh, qué dulce era aquel soñar!

¿Quién me vino, ay de mí, a despertar?

 

Sólo me acuerdo de un día hermoso

que pasé… ¡daba el sol tanta luz!

Y mis ojos que vagos giraban

en sus ojos ardientes se miraban.

¿Qué hizo ella? ¿Qué hice yo? No lo sé;

pero a esa hora a vivir empecé.

 

ROSA Y LIRIO

 

La rosa es hermosa, ¿por qué le llaman la flor de amor?

Más bien la flor de amor es el lirio. Tiene miel en el aroma,

dolor en el color, el lirio.

Si lo huelo, es fuego en la rosa. Si es de belleza,

mayor primor es la rosa.

En el lirio que es mi martirio, pintado lo veo,

color y ardor es lo mío.

La rosa es hermosa, bien lo sé, ¿y será de otros

flor de amor? No lo sé.

 

ÁNGEL ERES

 

Ángel eres tú, que ese poder

jamás lo ha tenido una mujer,

jamás lo ha de tener en mí.

Ángel eres, que me domina

tu ser en mi ser sin fin;

mi razón insolente

a tu capricho se inclina,

y mi alma fuerte, ardiente,

que ningún yugo respeta,

cobardemente sujeta,

anda humilde a tu poder.

Ángel eres, no eres mujer.

 

Ángel eres, ¿mas qué ángel eres tú?

En tu frente anublada

no veo la cresta nevada

de las albas rosas del cielo.

En tu seno ardiente desnudo

no veo ondear el velo

en que el ávido pudor

vela los misterios del amor.

Tus ojos tienen negro el color,

color de noche sin estrella;

la llama es vivaz y es bella,

pero no tiene luz. ¿Qué ángel eres tú?

¿En nombre de quién viniste?

¿Paz o guerra me trajiste

de Yahvé o de Belcebú?

 

No respondes, y en tus brazos

con frenéticos abrazos,

¡me tienes apretado, estrecho!

Esto que me cayó en el pecho,

¿Qué fue? ¿Una lágrima? Me escaldó.

Quema, abrasa, ulcera… Me doy.

Me doy a ti, ángel maldito,

que este ardor que me devora,

es ya fuego de precito,

fuego eterno que en mala hora

trajiste de allá… ¿De dónde?

¡En qué misterio se esconde

tu fatal, extraño ser!

¿Ángel eres tú, o eres mujer?

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