Editorial
LAURA SALAMANCA L. – PARECE FICCION
TANATOLOGIANDO
LAURA SALAMANCA L.
PARECE FICCION
Al hablar de respiración, la física mental parece haber recabado muchísimos datos de personas que han aliviado sus malestares y hasta sus enfermedades solo por el puro hecho de respirar concientemente, y yo misma lo he comprobado en la práctica, pareciera que solo se ha enfocado en la salud, pero al mismo tiempo uno de los grandes maestros de esta bella ciencia se dio a la tarea de ver cosas impresionantes que la misma respiración logra hacer.
Hace muchos años uno de sus estudiantes nacido en Suecia y con grandes habilidades para la música espiritual, desarrollo tal poder en su cuerpo fisico, que la vibración producida por su propio sonido, hacia vibrar su cuello en bello ritmo, de modo que cualquiera que estuviera cerca de él, sentía el ritmo de la vibración, y aquellos que se sintonizaban espiritualmente con él, podían fácilmente leer sus pensamientos y entrar en amistad espiritual con él, de manera asombrosa, gracias a su capacidad de respirar conscientemente.
Ese mismo experimento acerca de concentrarse en una respiración muy profunda se llevó a cabo en Europa con dos jóvenes checoslovacos quienes podía usar su cuerpo como aparatos receptores de radio. Y hasta un artículo fue publicado en un diario de Berlín. Y estos jóvenes convencieron hasta a los científicos europeos fríos, impersonales, sin imaginación de su habilidad recibir ondas de radio por medio de la electricidad en sus cuerpos de modo que puedan oírse por cualquiera con la ayuda de un radio. El articulo dice “ningún mecanismo complicado, ninguna herramienta, ninguna maquinaria, simplemente un radio ordinario. Más todavía pueden sintonizar con cualquier estación de Europa, que escojan los oyentes”. El mismo periodista bastante escéptico, decidió comunicarse con un colega de Praga para saber de la autenticidad de los informes acerca de estos” hombres milagro” y finalmente se reunieron con Dr. Ernest químico, el presidente de la más grande organización de radio en Checoslovaquia y el Dr. Jaroslav Schafranek físico en el Instituto Químico de la Universidad de Praga, les comentaron que estos dos chicos había hecho el voltímetro y el oscilógrafo y que con los años de practicar contracciones musculares, habían creado esa electricidad en sus cuerpos y hasta eran capaces de iluminar bujías de corriente alterna.
Uno de los chicos era Frank Sykora de 21 años, soldador en una fundición de hierro y Rodolfo Vitavsky de 35 años, maquinista en la misma fabrica. Ambos eran pobres y conociendo muy poco de la radio en general y sin el afán de llegar a ganar dinero por esto.
Platica el Dr. Schafranek que la música tocó en un radio que ellos mismos llevaban. Inmediatamente se dirigieron a Ostrau zona industrial de Alemania donde buscaron a Frank Kittler, el vendedor de radios que había descubierto a Sykora y Vitavsky y siguieron su camino para encontrarse con ellos.
Era una casa moderna de 3 pisos en cuyo sótano hacían sus experimentos estos jóvenes, está en el límite de la ciudad, cerca de las grandes fundiciones de hierro de Witowzky, en la que ambos son empleados, entraron al cuarto de cuatro metros de largo por tres de ancho, con piso de cemento y paredes pulidas, alumbrado por dos focos de mediana potencia, una de las paredes estaba llena de letras y dibujos raros y el vecino dijo que lo habían hecho durante algunas de sus primeras experiencias espirituales. En el cuarto solo estaba un pequeño sofá, una mesa donde había varios radios y pocas sillas. En un momento aparecieron Vitavsky el mayor, que era pálido y con expresión de poca salud y Sykora también parecía enfermo igual con su cara pálida, pero de ojos brillantes. Inmediatamente se pusieron a hacer ejercicios de respiración que era lo que hacían antes de sus experimentos.
Primero inhalaban profundamente, luego exhalaban con suma lentitud, de modo que parecía que sus cuerpos se relajaban a tal punto que sus pechos se hundían totalmente. Parece que mientras más largas eran las respiraciones hechas de esta manera, más alto se volvía en ellos el potencial eléctrico. Más o menos a los 20 minutos de este ejercicio, gotas de sudor comenzaron a formarse en sus frentes. De repente uno de ellos extendió su mano para tocas su audífono de cabeza, seguramente para ver si su cuerpo estaba ya reaccionando como receptor. En seguida continuó con sus ejercicios respiratorios, y algún tiempo después volvía a tocar su audífono, y entonces parecía satisfecho con los resultados.
Sykora cogió entonces una bujía eléctrica que estaba sobre la mesa y tomándola entre sus dedos pulgar e índice por la parte que conecta con el filamento, extendió la otra mano a Vitavsky, quien coloco su dedo índice en la parte que conecta con el otro polo de la bujía. Al primer contacto la bujía se encendió y alguien de los que estaban allí, susurro que ya estaban con carga eléctrica suficiente. Los vecinos estaban acostumbrados y ya no les causaba la menor curiosidad.
En el cuarto reinaba una absoluta quietud. El contacto del radio estaba en sus manos izquierdas mientras que sus manos derechas estaban entrelazadas estableciendo así una comunicación conductiva. Uno de los asistentes tomo un radio y esperó y notó que en esos momentos empezó a vibrar, en seguida se llenó el cuarto con un sonido suave pero perfectamente claro de una conversación checoslovaca. En eso Sykora y Vitavsky se soltaron de las manos y reinó nuevamente el silencio, tan pronto como se daban las manos, continuaba el programa y así volvían a interrumpir la emisión. Pero Vitavsky les pregunto que querían escuchar y fueron complacidos solo por el hecho de imaginar la estación de radio donde pasaban esa música, y mientras más profundo respiraban era más claro y nítido el sonido de la música o de lo que estaban transmitiendo. Y cabe destacar que en la parte exterior de la casa se desataba una tormenta eléctrica, mientras dentro del cuarto no existía ni un asomo de estática. Todos quedaron arrobados por la belleza inusitada, nítida, divina de ésta música. Finalmente soltaron el parlante y todos volvieron a tierra
Con esto nos damos cuenta del potencial que traemos cada uno de nosotros, solo con nuestra respiración
Solo sobrevivirán aquellos que sepan respirar
Pundit Acharya