Editorial
Los madrugaron otra vez – Pablo Hiriart
Con el discurso de Xóchitl en el Ángel de la Independencia este domingo, Morena amaneció sin banderas para la próxima elección presidencial.
El sábado la Presidencia de la República promovió una foto en la que se ve a López Obrador acompañado del vicepresidente de Televisa y dos gobernadores como invitados especiales, en un tren de costo multimillonario, averiado en su viaje inaugural.
Suerte que no inauguraron un barco.
En cuatro vagones iban el Presidente, empresarios, militares y altos funcionarios. Los mismos de siempre.
Viajaban a vuelta de rueda, a bordo de un proyecto fracasado, en el que han gastado cerca de 400 mil millones de pesos que habrían servido para equipar todos los hospitales del país y hacer otros tantos.
Es dinero tirado… pero alguien lo recogió. Y no fue “el pueblo” ni el interés público.
Los ganadores del dispendio fueron los mismos que siempre caen parados al lado del Presidente. El presidente que sea.
En lugar de representantes de las élites del poder económico, político y militar, AMLO pudo hacerse acompañar de indígenas de comunidades que se beneficiarían con el tren.
Imposible. Los beneficiados con la obra iban con el Presidente en el Tren Maya.
“El carisma ha cambiado de polo”, escribió hace unos días Enrique Krauze. Así es.
Los invitados especiales de Xóchitl Gálvez en el Ángel, en cambio, fueron representantes de los excluidos por el Presidente, y para los cuales prometió gobernar.
Para decirlo en el lenguaje de Palacio, Xóchitl estuvo acompañada por dos mujeres equis, de las que hay millones en el país.
“Quiero agradecerles a mis invitados especiales que hoy me acompañan. Primero a Ceci Flores, que representa a las decenas de mujeres madres buscadoras, que abracé a lo largo de estas ocho semanas. Ceci Flores busca a sus hijos, y a Ceci tampoco le abrieron las puertas de Palacio Nacional”.
Del otro lado tuvo a una mujer que trabaja duro, con la basura, para dar una vida mejor para sus hijos. Es parte de quienes el Presidente desprecia por aspiracionistas.
“Elsa se dedica a recoger lo que le llaman basura, pero ella lo convierte en residuos, que vende todos los días: PET, cartón, plásticos, aluminio, y el día que la conocí me dijo con orgullo que su hijo se graduaba al día siguiente de odontólogo. Felicidades, Elsa. Tú representas el sueño de miles de mujeres que se levantan temprano para sacar a sus hijos adelante”.
Eso es empatía con las inquietudes de la población equis, la mayoría silenciosa, y no la minoría que acompañaba al Presidente en el tren que tumbó selva y tiró dinero, miles de millones de pesos, y no en beneficio de la población.
López Obrador dijo, desde inicio del presente siglo, que quería llegar a Palacio Nacional a abrir las puertas para que entrara el pueblo, y las cerró. Las cerró físicamente, con vallas metálicas, algo que nunca habían hecho los presidentes de México.
Dijo Xóchitl en el Ángel:
“Esa puerta lleva cinco años cerrada. La cerraron con mentiras, la cerraron con insultos, la cerraron con odio, la cerraron para todos los que no piensan como ellos. No sólo me la cerraron a mí, sino a ustedes, a millones de mexicanos. Pero los ciudadanos vamos a volver a abrir esa puerta, la abriremos con la verdad, la abriremos con la esperanza, porque la esperanza ya cambió de manos, la esperanza ahora es nuestra”.
López Obrador había viajado con empresarios, políticos y muchos militares en un tren inútil, fastuoso, que ni siquiera pudo rodar sin averiarse, mientras Xóchitl mostró dónde deben estar el dinero de los contribuyentes, los pies, la mente y el corazón de un gobernante:
“Hoy la verdadera y moderna independencia se construye en una escuela pública para independizar a los niños y a las niñas del fanatismo y la superstición”.
“La verdadera y moderna independencia se construye con hospitales públicos, con medicinas, atención inmediata y humana… República es hospital público, escuela pública, inversión pública, calle pública, crédito público y seguridad pública. Yo quiero una nueva independencia sin palabras de odio desde Palacio Nacional”.
El Presidente ha gobernado cinco años destilando rencor en una nación maravillosa que necesita corregir problemas y no arrojar vinagre en las heridas.
Xóchitl se los dijo:
“Quienes dijeron que juntos harían historia, acabaron en pandilla. Están juntos, pero no hicieron historia, porque la historia no se hace dividiendo, no se hace inculcando el odio entre los mexicanos, sino sumando; la historia no se hace en la discordia, sino en la reconciliación”.
Le quitaron las banderas a Morena.
Madrugaron al Presidente, que se durmió en los laureles de plástico de obras faraónicas, improntas imborrables de la insensatez hecha gobierno.
¿Qué puede ofrecer la candidata oficial? ¿El fin de los privilegios? ¿Gobernar para las mayorías? ¿Primero los pobres?
Los madrugaron… otra vez.