Editorial
La cultura de la incultura – Gloria Chávez Vásquez
La cultura de la incultura
Gloria Chávez Vásquez
En su libro El héroe discreto, Mario Vargas Llosa se pregunta: “qué te ha servido este pequeño refugio de libros, grabados, discos, todas estas cosas bellas, refinadas, sutiles, inteligentes, coleccionadas con tanto afán creyendo que en este minúsculo espacio de civilización estarías defendido contra la incultura, la frivolidad, la estupidez y el vacío?” —
Arturo Pérez Reverte, uno de los importantes exponentes de la conciencia intelectual en España (como lo fuera Ortega y Gasset en el pasado), dice que la incultura es arrogante y atrevida: Es terrible que gente que carece de los más elementales conocimientos históricos, fundamentales para la política, se atreva a irrumpir en cuestiones tan delicadas como la memoria histórica, para la que hace falta mucha cultura, mucho conocimiento y mucha lucidez.
Existen diversos tipos de incultura. La del comportamiento social es de naturaleza orgánica. Cada generación contribuye a erradicarla o a exacerbarla. Costumbres, tradiciones, normas, identidad, la manera de comunicarse y de construir una sociedad pueden ser radicalmente deformadas por la incultura de los habitantes y sus dirigentes.
La incultura: ¿efecto o causa del subdesarrollo?
Sabemos que las riquezas naturales del mundo están concentradas, irónicamente, en las naciones subdesarrolladas. A lo largo y ancho de su historia han sido explotadas por extranjeros con el interés y la condescendencia de “líderes” mercenarios. Esto ha sido posible gracias a la amoralidad o inmoralidad de los gobiernos y sus cómplices. Pancho Villa se quejaba de que la incultura es una de las desgracias más grandes de mi raza.” Para el revolucionario mexicano, la incultura era consecuencia de la falta de educación. Para otros, más prácticos, es producto de la falta de sentido común, además de la mala educación.
Sea ignorancia o falta de sentido común o ambas cosas, una ojeada por nuestro continente nos confirma el lamentable estado espiritual, emocional e intelectual de nuestra sociedad. Las incongruencias con que chocan los emigrantes que regresan a su país de origen después de años de ausencia, son las mismas que les indujeron a dejar su suelo patrio en busca de estructura o de mejores pastos. Comenta Pérez Reverte: una vuelta por cualquier barrio de México, por cualquier campo de Perú, por la pampa rubia, nos demuestra la miseria, el hambre y sobre todo la incultura.
Los milagros de una ciudad
A mediados del siglo XX, Armenia (1889) fue elogiada como la ciudad milagro de Colombia por el laureado poeta Guillermo Valencia (1873-1943). De pueblo convertida en ciudad en poco tiempo, Armenia era ejemplo de progreso y desarrollo, y sus habitantes, mayormente agricultores, habían sabido sacar provecho a la tierra del café excelso, mientras construían una ciudad ordenada, aliada con la Naturaleza de la Cordillera Andina.
Tras el devastador terremoto de 1999, que destruyó gran parte de la ciudad y sus alrededores, muchos quindianos emigraron a otras ciudades o países. Armenia se convirtió entonces en la Meca del oportunismo nacional. El gobierno y los políticos de vecinos departamentos aprovecharon las ayudas internacionales para trasladar sus indigentes y desplazados a tierras quindianas, lo que contribuyó a deteriorar la calidad de vida y los limitados servicios médicos y sociales de la región. A esto se añadieron los refugiados políticos y económicos de la vecina Venezuela, los migrantes suramericanos en tránsito hacia la frontera de EE. UU y las hordas de delincuentes, narcotraficantes y depredadores itinerantes que victimizan a los residentes.
Contra viento y marea
Decepcionados como están por la falta de credibilidad de morosos o corruptos gobernantes, un buen número de ciudadanos, entre empresarios, agricultores, artistas y periodistas en el Quindío, dedican ahora gran parte de su tiempo y energía a examinar y exponer la cruda realidad en busca de soluciones y alivio para su, otrora Ciudad Milagro.
Los ingeniosos cuyabros (nativos) suelen coger al toro por los cuernos para darse a la tarea de resolver problemas por su cuenta. Algunos, como Jorge Torres luchan por preservar el patrimonio histórico como el Parque de Los Fundadores y tratan de mantener vivo el turismo, importante fuente de empleo e ingresos en el Quindío. A través de Quindianópolis, una excelente publicación digital, Armando Rodríguez Jaramillo, periodista e historiador, informa y educa a su audiencia sobre las prioridades y temas que atañen a su departamento, ofreciendo posibles soluciones. Las fotografías de María Mercedes Patiño en Facebook documentan y despiertan conciencia cívica sobre las continuas trasgresiones al medio ambiente entre sus numerosos seguidores. La pintora, que vivió 25 años en Estados Unidos, es ahora celosa guardiana de su tierra y su cultura. Una de sus fotos más recientes ilustra la “decoración” navideña sobre cuatro árboles talados en un lote del centro de la ciudad. Los comentarios de los indignados internautas señalan la inactividad de la Corporación Regional del Quindío, uno de cuyos funcionarios fue acusado por la fiscalía (diciembre 1 de este año), de apropiación de fondos públicos.
En las calles de Armenia prolifera la economía informal y los vendedores ambulantes con sus puestos de frutas y vegetales, comederos rápidos, ventas de tinto/café o jugos naturales, esperan impacientes a que el gobierno local les asigne un espacio comercial para ofrecer civilizadamente sus servicios. El tráfico de vehículos, entre motonetas, taxis, buses y autos particulares, es pesado y por eso la ley de pico y placa limita la circulación a días alternos. La escasez de semáforos y la imprudencia de algunos conductores y peatones, son causa de la gran cantidad de accidentes diarios, atropello y muerte en las calles de la ciudad. La excesiva población sobrepasa los escasos recursos públicos, médicos y sociales y las colas humanas son parte del panorama urbano. Si unos reclaman atención o citas, otros esperan a que Bancolombia, Davivienda o Western Union les entreguen las remesas de familiares regados por el mundo, que contribuyen a su economía y la de su país.
La valla contra el árbol
Armenia no ha caído en el destino del Titanic gracias a la divina providencia y a ciudadanos conscientes que insisten en mantenerla a flote. El importante papel del ingenio en la cultura está ilustrado en el caso de un vecino que protestó, sembrando una mata de plátano en un peligroso hueco en la calle de su barrio.
Ejemplo de incultura sin embargo es el del homo idioticus que taló un bello árbol de Guayacán en el centro de la ciudad para colocar una valla de anuncios. La indignación ciudadana liderada por el periodista Manuel Gómez Sabogal desde su columna en El Quindiano se hizo viral en las plataformas sociales. La respuesta inmediata de la administración y los responsables de la valla, fue quitar los anuncios. Ante la insistencia de la ciudadanía consciente y su vocero, la valla, que trasgredía la ley, fue finalmente removida.
¿Cuál es la diferencia entre un hombre que planta un árbol y otro que lo tala para poner una valla de anuncios? Es más, ¿Qué clase de persona tala un árbol para colocar una valla de anuncios? ¿Qué clase de administración pública lo permite? ¿Cuántos ciudadanos se indignan y a cuántos no les importa el desacato? De las respuestas depende el grado de cultura o incultura que demuestra un pueblo o una ciudad.
Afrenta contra la cultura es también, la falta de normativas en la construcción, que aqueja a ciudades colombianas como Armenia. Ese disfuncionamiento ocasiona el colapso de la infraestructura, de por sí ya deteriorada. Aparte, la falta de reglas urbanísticas atrae inversionistas inescrupulosos, que complican el problema de la sobrepoblación y la vivienda. En el terreno agrícola, la prematura siembra de aguacate para la exportación, que requiere enormes cantidades de agua, ha secado el rio Quindío, importante fuente de energía hidráulica. La plaga de escarbadores o buscadores de oro indígena y otros minerales es causa de la contaminación del agua y daños severos al ambiente.
Construida sobre una meseta, Armenia se desborda entre los excesos de la construcción, la deforestación y los derrumbes. Muchos olvidan los desastres causados por la mala planificación e ignoran la advertencia de no construir en zonas de riesgo sísmico, so pena de tragedias como la del 99. Esta es la misma ciudad donde, en la década de los 70, al gobierno local se le ocurrió sacar del mapa, uno de los cementerios más lindos de Colombia, para construir sobre esa tierra sacrosanta, una terminal de buses. Y es que la incultura no conoce la diferencia entre lo profano y lo sagrado.