Editorial
La democracia se defiende en EU – Pablo Hiriart
Vaya simbolismo. Donald Trump recibió el fallo sobre su inhabilitación para aparecer en las boletas de las elecciones primarias republicanas en Colorado, mientras se preparaba para un mitin de campaña en Waterloo.
Sí, en Waterloo, Ohio.
Aunque está por verse si esta batalla legal lo conducirá a su derrota definitiva, es revelador que Trump no haya reaccionado de inmediato, como suele hacerlo, al fallo de la Corte del estado de Colorado.
Y es que la descalificación le cayó como anillo al dedo a su narrativa de que el “Estado profundo” opera para excluirlo a la mala de la lucha presidencial. Pero no lo hizo.
Fue su equipo de campaña el que anunció una apelación inmediata ante la Corte Suprema de Estados Unidos.
El asunto es serio.
Las instituciones encargadas de defender la legalidad en Estados Unidos tienen la obligación de proteger la democracia consagrada en su Constitución.
Trump alentó un golpe contra el Capitolio para impedir que las elecciones, en las que perdió, fueran certificadas por el Poder Legislativo.
Una persona que no respeta la regla esencial de la democracia, aceptar los resultados legales de las elecciones y reconocer al ganador, boicotea la sesión del Congreso para que éste cumpla con su deber constitucional, no puede quedar sin castigo.
Utilizan la democracia para llegar al poder, pero cuando ésta no les favorece intentan demolerla.
Es lo que se define en estos días en Estados Unidos.
Aunque el dictamen de Colorado sólo aplica técnicamente a las elecciones primarias del estado, programadas para el 5 de marzo próximo, se trata de un dardo al corazón de sus aspiraciones presidenciales.
Si la Suprema Corte valida el fallo que se dio en Colorado, otros 24 estados gobernados por demócratas podrían detonar inhabilitaciones similares.
Trump quedaría fuera de la contienda y los republicanos estarán obligados a buscar un candidato que respete las reglas con las cuales competirá por la Presidencia.
Pero aun si el fallo no aplicara para otros estados, los 10 votos electorales de Colorado, en la elección federal de noviembre, podrían frustrar el triunfo de Trump en el contexto de una elección apretada.
Claro que existe el otro escenario: que los seis magistrados conservadores de la Suprema Corte anulen el fallo de la corte de Colorado, le salven el pellejo político a Trump y siga en la contienda como si nada.
Ahora la Corte Suprema tiene entre sus carpetas pendientes dos decisiones clave: si Trump violó la cláusula 3 de la Enmienda 14 de la Constitución por haber incurrido en el delito de insurrección. Y si es inmune a una acusación judicial por sus acciones como presidente.
Ambos casos están ligados, por supuesto, al fallido golpe del 6 de enero de 2021, cuando trató de impedir la transferencia institucional del poder a las manos de Joe Biden.
Su juicio por la acusación de haber obstruido la justicia debe empezar el 4 de marzo de 2024, en pleno galope electoral y un día antes de las primarias de Colorado.
De ser hallado culpable por ese proceso antes de las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, Trump podría perder más de 10 puntos de intención de voto en el país, de acuerdo con las estimaciones de las encuestas. Además de perder en automático los 10 votos electorales de Colorado.
Aunque técnicamente podría seguir en la carrera por la Presidencia, sería un candidato herido.
Pero el escenario catastrófico para Trump es que la Corte Suprema valide el fallo de Colorado. Sería el fin de su historia.
Dato importante: la demanda en Colorado fue presentada por republicanos.
Es decir, desde dentro de su partido lo intentan frenar quienes creen que la democracia debe defenderse.