Editorial
RADIOGRAFÍAS – El binomio serie – público
RADIOGRAFÍAS
El binomio serie-público
NORMA SALAZAR
La ficción televisiva ha atestado la cultura contemporánea desde que la televisión ingresó a los hogares se colocó como parte de los protocolares habituales de coexistencia, esparcimiento y acceso a la información.
Desde los años 50ʾs, las series de televisión han sido expertas de mundos simbólicos en los que se modulan valores sociales, configuraciones de vida y las pretensiones de varias generaciones para lograr los talantes de los actores. La maniobra de la serie televisiva ha sido un sumario subyugado no solo al incremento cuantitativo del público o a las habilidades tecnológicas del medio sino al acompasado avance de las competencias comunicativas de un espectador que va cotejando estilos, propuestas estéticas, entramados representativos, complejos y personajes que manifiestan contextos socio históricos desiguales.
Atento lector, el binomio serie-público no ha interrumpido su evolución. Los personajes con las situaciones se adaptan a las épocas: cambian las modas, las formas de cavilar, las temáticas. La unión de diversas estructuras discursivas audiovisuales y escritas, como el séptimo arte, la literatura, las artes escénicas, el periodismo van accediendo los eventos narrativos y estéticos de las series que en el hoy viven una suerte de “boom” beneficiado por las aptitudes visionarias en disímiles soportes.
Si como narrativas ficcionales las series son atractivas y cada vez más difundidas como análisis de estudio porque componen un universo complejo en el que tenemos interrogantes preliminares: ¿qué historias nos refieren las series? y ¿cómo nos las detallan? Su permisible semántico es inmenso proveído por su intrepidez en el método temático, la cimentación de personajes cada vez más complejos, la asimilación de mixtas lenguas conjuntamente del cinematográfico y el potencial intertextual beneficiado por su preferencia a retomar historias y narraciones de la cultura popular. El fantasma de réplica se agranda si tomamos en cuenta la expansión de los relatos que crea el gradual fenómeno transmedia. Regocijarse historias en la pantalla chica no es una cuestión distante al público culto, como cotidiano y erradamente se ha deliberado con relación a la televisión. Hemos resaltado el prototipo de que el público de la TV es un humano situado en la “media intelectual”, dicción que no deja de ser peyorativa, pues el fenómeno de las series nos exhibe sin más una nueva generación de productores también de nuevos públicos con posibilidades de interacción y de intervención en las historias. La importancia del citado boom, o tercera Edad de Oro de las series reside en el impacto sobre las audiencias. Las historias de ficción muestran talantes de vida, grafías de conducta, arquetipos sociales, valores y condiciones históricas que no son estoicas al espectador y que logran ubicar sus acciones ante numerosas situaciones.
Las series tienen un impacto social toda vez que son servicios mediáticos (culturales) con altos índices de consumo.
- Los protagonistas de la ficción son portadores generadores de las valoraciones sociales que permean en un tiempo determinado.
- Como productos audiovisuales, las series exteriorizan un nuevo modelo en la cadena de producción-distribución-consumo.
- En México hay una larga usanza de investigaciones cinematográficas pero las series requieren de cualidades propias.
Déjeme enfatizar, antes de proceder un estudio de las categorías señaladas en el texto, es importante contextualizar la serie con la tipología, género, datos de identificación, años de producción y de programación, canales de difusión. La tipología y la clasificación en géneros no es un trabajo que manifieste juicios únicos o concluyentes porque heredan la forma tradicional de la radionovela de los años 30ʾs asimismo rescatan el formato y la rutina de la novela por entregas que desde finales del siglo XIX adiestró al público a fascinarse con historias que le iban siendo narradas de modo semanal.
Ahora bien que son las reflexiones de los estilos de vida, existe una doble analogía entre los personajes y las personas, ya que de un sector el personaje es pensado como una unidad que toma como referencia para su reconstrucción, la persona real pero que es creada para la acción con un objeto especifico. Por lo tanto no aligeremos al evaluar un personaje únicamente como si se presentara de una persona real sino que es una categoría narrativa. En el otro lado, no debemos perder de vista su referencia con la persona real asimismo su impacto y vinculación conmovedora con la audiencia, que en sí es la que expone la veracidad de las series.
¿Qué es ética de la serie? Es un repaso general a las propuestas éticas de la serie: ¿qué tipo de sociedad expone? ¿Qué marco estima el comportamiento del personaje?, es decir, ¿qué condiciones de vida exteriorizan las aplaudidas y cada vez más extasiadas series de televisión? Las narraciones exteriorizan personajes que encarnan o aluden valores. Las series contemporáneas presentan personajes que expresan estilos de vida que poseen más poderío de convicción más dominio cuando están creadas artísticamente porque esas narraciones avivan sentimientos de apego e inquietudes, la conexión de seres humanos ejemplares. Es decir, arquetipos.
Termino ávidos lectores, es claro que vivimos en un hábitat en el que se rastrea un monumental consumo de historias narrativas que originan y trastocan valores y sistematizan conductas expuestas por los actores que son asemejados por el público y alcanzan incluso a convertirse en normas o guías de comportamiento.