Editorial

Terror mediático II, X (Twitter) y la violencia – Ernesto Adair Zepeda Villarreal

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Terror mediático II, X (Twitter) y la violencia

Ernesto Adair Zepeda Villarreal

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Si alguien en un país, o una zona, cuenta con suficiente poder como para tener matones que hagan un poco de ejercicio, y además tiene un ejército informático dedicado a las comunicaciones (ejem), ¿qué clase de impacto puede tener en ciertas condiciones especiales? Sobre todo, cuando su especialidad es el drama político mexicano de la múltiple simulación. Así como el ballet ruso durante un golpe de Estado, o un chisme del corazón de la actriz de telenovela más buenota, o el fútbol, pueden distraer la atención del sector social, ninguno de estas estrategias es tan eficiente para paralizar su movilidad efectiva como con el miedo. Y el miedo, hemos aprendido recientemente, es la herramienta más políticamente correcta de los gobiernos; miedo a la pobreza, a la guerra, a la violencia, a los extranjeros, a enfermedades, etc., miedo a que algún desconocido, sin saber cómo, cuándo o por qué, venga por nosotros.

No pretendo desvirtuar lo sucedido en esos municipios, donde muchas personas sufrieron de las consecuencias del miedo colectivo. Pero me parece una excelente oportunidad para contemplar las posibilidades del descontrol social provocado por la información segmentada, manipulada e imperfecta. Quizá una vez es el cierre de negocios en una ciudad, quizás la otra sea el linchamiento multitudinario de algún pobre diablo porque alguien dice, jura, y se persigna, por ésta, que es testigo de un crimen al que la gente es sensible: violación, asalto en los micros, robo de una iglesia. O tal vez a un nivel muy superior, para desviar la cólera colectiva a sentimientos que debiliten su estructura organizativa. La manipulación social tiene la ventaja de que crea un grupo unificado que carece de objetividad y de criterios de evaluación y selección de la información que recibe. Así pues, en el caso de los medios de información modernos que quedan fuera del control censor del Estado, o de una empresa, la ingenuidad y la emotividad de las buenas personas permite que si bien no puede ser controlado sea influenciado con gran fuerza, lo demás depende de la naturaleza humana; y se ha aprendido bastante gracias a la guerra de propagandas entre los Nazis y los británicos.

La pregunta queda suspendida en el aire: ¿lo ocurrido en las redes sociales, hipotéticamente en este ejercicio de la imaginación, fue resultado de un plan sumamente elaborado de intereses particulares, o fue un gracioso accidente que nos recuerda la fábula de la flauta y el burro? ¿Fue un ensayo o sólo parte de las novedades que nos trae la modernidad? ¿alguien aprendió de lo que ha sucedido, le sacó provecho? Podemos ser tan mal pensados como queramos, la respuesta a estas interrogantes es casi imposible de obtener. Tal vez se le pueda atribuir una inteligencia excepcional a las personas de grandes intereses, un poder asombroso, pero es más torpe pensar que no es posible. Tsun-Zu bien decía que hay que respetar al enemigo, aunque no sepamos quién es. Aquí el enemigo es el miedo y la desinformación. Toda herramienta puede ser un arma, que dañe incluso a su portador. Los complejos sistemas de distribución de información son una herramienta que apenas comprendemos cómo funciona, y cuyas consecuencias nos son aún desconocidas. O tal vez haya sido un mero accidente social. Cada quien puede tomar la postura que prefiera. Lo que no se puede es pasar por alto esta reflexión sin plantearse con seriedad la posible veracidad del sospechosismo.

Con el auge de las nuevas tecnologías, la sociedad tiene que prevenirse de aquellos flancos que van quedando al descubierto, de las imperfecciones del sistema que salen a la luz con forme se acelera la integración de la ciencia a la sociedad, en especial de las ciencias relacionadas con la comunicación. El fuego de Prometeo también puede quemar los pueblos. Esa libertad irrestricta que los medios novedosos nos ofrecen, pero no utilizada de manera inteligente, no sólo puede ser un camino para el combate a la ignorancia de la realidad de un país, sino que por el contrario puede transformarse en otra de las espirales viciosas del sistema político-social mexicano. Otro de los costos de transferencia que nadie contabilizo en la modernización.

No se trata de una red específica, u otra, o del Internet, o de lo chismoso de la gente, se trata de pensar en las posibles consecuencias de no comprender que la inocencia en el manejo de las redes sociales se presta para su manipulación, así como las canciones en la mercadotecnia. No se puede, ni se debe, hablar de medidas de censura o de control de la información, pero sí de prudencia de los usuarios que tienen la obligación social -y que por eso se mantienen en comunicación- de manejar con cautela la información que reciben y transmiten. Supongamos que lo ocurrido en Ciudad Nezahualcóyotl fuera un mero rumor como dijeron los noticiarios, gobernadores, y demás miembros de la cloaca nacional, en este caso podemos comprender el poder que un simple rumor, multiplicado por la sensación de miedo, puede tener en nuestra sociedad apenas educada en informática. Si fuera una consecuencia de un plan de inestabilidad y pánico, tenemos que ser conscientes de esa fragilidad de nuestro actuar colectivo, basado en información imperfecta.

Antes de descubrir que aquellas herramientas que nos iban a liberar del control de información se vuelva en nuestra contra como una cadena más difícil de identificar, y de combatir, es necesario acudir a la educación cibernética, aprender a manejar la información, y a responsabilizarnos de los bites que podamos enviar hacia los demás, para poder prevenir que nuestra inocencia sea mal utilizada por esos genios del chantaje mediático que en algún lugar, por algún motivo, y en algún momento, tendrán interés de hacernos creer en algo, y que nosotros mismos seamos quienes lo digamos. O peor aún, de las consecuencias reales que podría tener la ligereza en el manejo de información.

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