Editorial
Entierros mayas – NORMA SALAZAR
RADIOGRAFÍAS
Entierros mayas
NORMA SALAZAR
Los antiguos mayas concibieron el ritual como proveedor de santidad y poder en sus entornos. Algunos restos arqueológicos procedidos de actos rituales se aunaron a edificios y grupos, así como a construcciones y rasgos más pequeños, como tumbas o entierros fueron incluidos dentro de edificaciones o un espacio erigido más formal. Para los mayas los actos rituales fueron en cierta medida agregados.
Los espacios públicos, un depósito escueto obtuvieron su alineación importante dentro de un edificio con el fin de concentrar lo ritual, a la vez cada edificio perteneciente a un grupo público pudo haber sido individualmente consagrado, en algunos casos se agrandaron depósitos a los lugares santificados modificando sustancialmente la construcción a lo largo del tiempo, ciertos lugares especialmente en grupos residenciales privados se efectuaron a cabo una y otra vez actos con rituales separados dentro de la misma estructura quizás ajustados a un ciclo temporal específico.
El periodo Clásico terminal originó otro cambio radical: los rituales públicos y privados se adiestraron en el uso de incensarios en la profanación de esquemas rituales tempranos, alterando los significados y asociaciones cosmológicos. Otro aspecto a destacar, por ejemplo, el registro epigráfico que domina las historias de ciertas personas selectas pero aún en este tema los datos inspeccionados sólo ofrece indicios de algún ritual concerniente con sus ciclos de vida. Las inscripciones que narran el nacimiento, prisioneros tomados en actos de guerra, a veces mencionan la muerte y los rituales.
En primer lugar los muertos trascendentales fueron colocados probablemente en las estructuras-mausoleo ubicadas en el lado este de cada grupo residencial. La secuencia de entierros en los edificios ubicados el este de los grupos residenciales para los mayas antiguos pudieron haberlos considerado más bien como ofrendas a la tierra, proporcionando veneración de los antepasados e integración a una comunidad cerrada.
La asociación de los depósitos rituales con los ciclos temporales ha sido explicada en las ofrendas relacionadas con las estelas de Tikal, donde se han excavado más de cien depósitos, éstos mostraron un patrón repetitivo de composiciones de excéntricos de sílex y obsidiana. Con frecuencia las ofrendas situadas en la base de tales estelas residieron en nueve excéntricos de sílex distintos unos de otros en sin número de casos relacionados con una iconografía tajada que simbolizaba a los Nueve Señores de la Noche. Las estelas inscritas con estas ofrendas fueron erigidas en un ciclo temporal de 20 años y los nueve excéntricos desiguales encontrados con cada una de ellas, pudieron corresponder a una seriación temporal más temprana. Así, el tiempo y los ciclos transitorios tenían una gran relevancia ritual para los mayas que eran personificados en otros planos. Sin embargo, otros restos de materiales demostraron algunas veces depósitos problemáticos más difíciles de clasificar. Los depósitos cerámicos también fueron a menudo situados enfrente o dentro de estas estructuras y preexiste el patrón temporal de cómo eran hechos estos depósitos. La tumba era la edificación inicial. Si la tumba tenía una entrada era habitual reutilizarla con el paso del tiempo, aunque asimismo pudo sellarse posteriormente de enterrar al primer ocupante/s, los entierros eran estacionados frente al edificio, primero en la base de la escalinata y luego fueron implantándose en la propia estructura.
Si tenía lugar una extensión arquitectónica, la nueva escalinata de igual forma se convertía en una perfecta localización para una inhumación adicional. El posicionamiento de estos entierros dentro de la construcción fue temporalmente extendido. Los entierros del período clásico tardío eran con frecuencia asociados con las vasijas al frente de la estructura oriental, no obstante en causales de la ofrenda se situaba en el escalón inicial del edificio.
Estas prácticas son de interés en el sitio del Caracol: en ocasiones los mayas instalaban una vasija claramente sobre las tapaderas de los entierros, déjeme, aclarar un caso en específico; la mitad de un plato de base redonda se halló en la tapadera del entierro, la otra mitad colocada dentro de la tumba.
Otra práctica ritual asociada a estos entierros es la intromisión en las tumbas, una actividad común en la antigüedad, tal práctica se descubre regularmente no sólo por la separación de los materiales originales y la adición de los nuevos, sino por la introducción de una ofrenda oculta en vasijas o incensarios adentro de la cámara funeraria. En el Caracol se logró diversificar al menos dos tipos de intromisiones o entradas, uno calificado como «circunstancial» a causa por derrumbes del techo de la estructura o por métodos de reconstrucción.
Este tipo de intromisión regularmente es la consecuencia del colapso completo del techo, por ello se repleta la cámara con piedra y tierra caída claramente sobre los huesos, cerámica y artefactos in situ.
Termino ávidos lectores, los entierros para la civilización maya, tal vez el corpus más grande de datos arqueológicos afín con el ritual procede de los multitudinarios entierros presentes en edificios públicos y residenciales de cualquier sitio. No obstante pueden hallar entierros aislados en cualquier edificio y dentro de las áreas de la plaza en Caracol, Tikal es más posible que estén relacionados con las cimentaciones instaladas en el lado este de patios y plazas.