Editorial
Revisando La caja de Pandora – Gloria Chávez Vásquez
Revisando La caja de Pandora
Gloria Chávez Vásquez
Los dioses nos dejaron muchos males y pocas alternativas en la caja de Pandora. Uno de ellos se apiadó y puso en el fondo, debajo de todos los males, lo último que se pierde: la esperanza.
El mito griego de la caja de Pandora cuenta de cómo los humanos perdimos la inmortalidad y cómo nos hicimos acreedores, quizás sin beberlos ni tomarlos, a todos los males que afectan a la humanidad. Zeus castigó a Prometeo por robar el fuego del carro de Apolo y entregárselo al hombre. Aparte, Hefesto creó a Pandora cuyo nombre significa “el regalo de todos” y se la presentó a Epimeteo, hermano de Prometeo, quien la tomó como esposa.
Como regalo de boda, las diosas del Olimpo les concedieron todo tipo de virtudes y Hermes le entregó a Pandora una misteriosa caja con la advertencia de no abrirla bajo ningún pretexto. Como Hermes la había dotado de la curiosidad, Pandora no pudo resistir la tentación. De la caja escaparon entonces, los espíritus de las desgracias que la Humanidad padecería a partir de ese momento: enfermedad, fatiga, locura, vicios, obsesión, tristeza, crimen y vejez. Cuando atinó a cerrarla, solo quedaba en el fondo Elpis, el espíritu de la esperanza, el único bien que los dioses habían guardado en ella.
En la mitología romana, Mercurio (Hermes para los griegos) le entrega la caja a Epimeteo y su esposa lo convence de abrirla. Es él quien decide liberar la esperanza para que consuele el corazón de los humanos.
En la historia bíblica, Eva, tentada por la serpiente, da de comer a Adán su compañero, el fruto del árbol del bien y del mal. Por ello son expulsados del paraíso, privados de la inmortalidad y condenados al sufrimiento.
Para los cristianos las penas y dolores del mundo son consecuencia de siete pecados capitales: la ira, la envidia, la lujuria, la gula, la pereza y la soberbia. Su antídoto consiste en practicar las virtudes cardinales: la paciencia, la castidad, la templanza, la diligencia y la humildad.
La esperanza, una virtud teologal como la fe y la caridad, no es necesariamente una emoción, sino, más bien, una decisión; un proceso cognitivo que conlleva a juntar la fe con la inteligencia. Implica aceptar la realidad y tener fe en que podremos adaptarla para nuestro beneficio.
Pero no todos perciben la esperanza de manera optimista. Muchos filósofos encabezados por Nietzsche, consideran que “la Esperanza es en verdad el peor de los males, porque prolonga los suplicios de los hombres”. De ahí la razón de colocarla en el fondo de la caja.
Los psicólogos ven en la “Caja de Pandora” los aspectos más oscuros y negativos de la mente humana, como los miedos, los traumas y las emociones más difíciles de enfrentar. Es además un sinónimo de desgracias, contratiempos, problemas y disputas. Abrirla trae consecuencias catastróficas.
Los mas positivos conectan la curiosidad con la imaginación. Lo que motiva al ser humano para crear un mejor futuro, porque “La curiosidad es la chispa que enciende la llama del conocimiento”.
¿Caja, jarra o tinaja?
En el mito original, Hesíodo se refiere a dos tinajas ovoides (pithos); mientras que, en la Ilíada, Homero escribe: en casa de Zeus había dos jarras, una encerraba los bienes, la otra encerraba los males. Es en su obra Adagia (1508) que Erasmo de Rotterdam, traduce “pithos” como “pyxis”, popularizando así la caja en lugar de la tinaja.
Sea que los espíritus malignos estuviesen encerrados en una caja, un frasco o una tinaja, lo cierto es que al escapar del recipiente que los contenía, desencadenaron un desastre global que cambió el destino de la humanidad. A partir de entonces, los seres humanos hemos tenido que lidiar con esos males y desafíos, individual y colectivamente. Pero, aunque tengamos que lidiar con todas las desgracias sueltas, la esperanza es siempre una motivación para seguir adelante.
Pandora en la literatura
La figura de la mujer, personificada en Pandora, ha sido utilizada históricamente, como símbolo de tentación y seducción. La literatura está plagada de seres femeninos misteriosos, a veces peligrosos, capaces de llevar a los hombres a la perdición. Sin embargo, más que a la mujer, Pandora representa la naturaleza humana. Después de todo, la curiosidad no es solamente un atributo femenino.
Ramón López Velarde (1888-1921) recurre hábilmente a este ejemplo de la mitología griega, para examinar la dualidad de la existencia humana en su obra La caja de Pandora. Explora, además, temas como la tentación, la curiosidad y el deseo, en la lucha interna entre el bien y el mal.
El escritor mexicano resalta el papel crucial de la mujer en la sociedad y reconoce su importancia como agente de cambio y transformación. Es el jardín del Edén, que representa la belleza y la perfección, no la mujer, lo que esconde secretos oscuros y peligrosos, pues en su opinión, la perfección no existe en el mundo real.
La revolución mexicana, (1910-20) impactó la sociedad y la cultura del país, produciendo una gran efervescencia artística y literaria, y movimientos como el estridentismo y el muralismo. La obra del poeta zacateco ilustra la fascinación de su época por la modernidad y la tecnología, así como la preocupación por la pérdida de las tradiciones y la identidad mexicanas. En La caja de Pandora, su autor hace un llamado al equilibrio entre modernidad y tradición.
Pandora, la protagonista, representa la belleza, la inocencia y la pureza mientras que su amante personifica la tentación, el pecado y la corrupción. Una dualidad presente en la naturaleza humana, donde la belleza y la inocencia pueden coexistir con la tentación y el pecado. El amor es una fuerza poderosa y a la vez destructiva, capaz de llevarnos a la felicidad más absoluta o al dolor más profundo. A través de sus versos, el autor evoca amores apasionados y desenfrenados; amores que nos hacen sentir vivos y que nos llevan a la locura y la desesperación. El erotismo, cómo el deseo y la pasión pueden ser tanto fuente de placer como de dolor y sufrimiento.
Un heredero de Pandora
A los 20 años, Ramón L. V. contrajo tuberculosis, una enfermedad que lo acompañaría durante toda su vida y que lo obligó a pasar largas temporadas en sanatorios, imposibilitando así, la consolidación de sus relaciones sentimentales y su deseo de formar una familia. Comoٞ él, sus personajes se refugian en la fe y buscan consuelo en momentos de crisis. Piensa él, que, aunque los adictos al poder corrompan la religión y manipulen a los creyentes, la comunión espiritual es indisoluble.
A través de su poesía, López Velarde nos muestra la belleza y la tragedia de la vida, y nos invita a abrazarla con todas sus contradicciones y matices. La muerte es una constante que nos recuerda que todo lo que amamos y valoramos en la vida es efímero y pasajero. Por su parte la esperanza, siempre ahí, nos acompaña en los momentos más oscuros, como una luz en medio de la oscuridad. En su versión del mito, el escritor recalca que nuestras acciones tienen poderosas consecuencias tanto para nosotros como para los demás y por ende es importante hacernos responsables de nuestras acciones y asumir las consecuencias que puedan derivar de ellas.
Aquellos que asumen los destinos del mundo, deberían pensar, mucho antes de actuar, en el impacto que pueden tener sus acciones. Hay cosas que no deben abrirse, porque las consecuencias son imprevisibles. Hay cosas que deben permanecer cerradas o que por lo menos, no es el tiempo de abrirse. Sabiendo todo esto, surgen nuevas preguntas como ¿Qué otro mal o virtud permanece en la caja de Pandora? ¿Habrá otra virtud como la esperanza que nos ayude a contrarrestar los actuales desacatos?
Ciertamente. De un rincón de la caja sale, aunque raras veces, la sensatez. Resulta práctico cuestionarse de si no estará pasada la hora de que la liberemos definitivamente. Nos ahorraría tanta locura, tanta destrucción, tantos crímenes y sandeces. Pero, sobre todo, nos dotaría de una gran herramienta para la supervivencia.
Gloria Chávez Vásquez escritora, periodista y educadora reside en Estados Unidos.