Editorial

Las Confesiones del Arte Moderno – Gloria Chávez Vásquez

Posted on

Las Confesiones del Arte Moderno

Cada artista moja su pincel en su alma y pinta su propia naturaleza. – Henry Ward Beecher

Gloria Chávez Vásquez

Existe un consenso generalizado, de que el arte refleja la mentalidad del artista y el mundo que le rodea; que, como parte de la cultura, ayuda a expandir la conciencia y desarrollo del individuo y los pueblos. Lo cual nos lleva a cuestionar la falta de originalidad, el atrofiamiento de la estética y los mensajes distorsionados de muchas de las obras del arte contemporáneo.

La búsqueda de la originalidad y la libertad creativa, traducidas a veces en extravagancia, ha generado fuertes debates en nuestra época.

En 2008 por ejemplo, se vendió una pieza creada por Piero Manzoni, por 125.000 euros. Se trataba de un recipiente, sellado, conteniendo una muestra de su excremento. El mensaje “artístico” resultó muy polémico. Mas que la motivación del artista se cuestionaba la del comprador.

En 1963, el artista más exitoso del siglo XX, Pablo Picasso, hizo unas declaraciones en la revista Le Musée Vivant (No. 17-18) de “L’ Association Populaire des Amis des Musées que conmovieron al mundo del arte: “No soy más que un bufón público que ha comprendido su tiempo”. Picasso parecía lamentar, además, su decisión de abandonar lo clásico por lo moderno.

Que esa confesión viniera precisamente de uno de los artistas más renombrados y que había contribuido a romper las reglas de la expresión del arte clásico, paró el mundo en seco. ¿Por qué su repentino cambio?

El pintor explicó su confesión: “Como sabéis, en la actualidad soy un pintor célebre y muy rico. Pero cuando estoy a solas conmigo mismo, no tengo el valor de considerarme artista en el sentido grande y antiguo de la palabra”.

Pablo Ruiz Picasso (1881-1973), que en su juventud ya dominaba el naturalismo en la pintura, se inculpó además de haber “contentado a esos señores y a esos críticos con las múltiples extravagancias que me han venido a la cabeza, y cuanto menos las han comprendido, más las han admirado”.

El artista se refirió además a la manifestación multiforme de la agonía del arte actual, una consecuencia, sobre todo, de la preferencia de la gente de hoy, en cosas que nada tienen que ver con el arte. Según Picasso, el mercantilismo alrededor del arte “ha corrompido en alto grado la autenticidad de la creación artística” y ha propiciado “los expedientes de la charlatanería intelectual” y las extravagancias de las cuales, dijo, “ni yo mismo me he librado”.

Con toda candidez, el artista admitía que “a fuerza de divertirme con todos esos juegos, con esas paparruchas, esos rompecabezas, acertijos y arabescos, me hice célebre rápidamente.  Y la celebridad significa para un pintor: ventas, fortuna, riqueza”.

Picasso recordaba que, cuando era joven, tuvo vocación por “la religión del arte”, pero con el correr de los años se dio cuenta que el arte, tal y como se concebía a fines del siglo (XIX) estaba acabado, moribundo, condenado. La pretendida actividad artística con todo su florecimiento, no era más que una manifestación multiforme de su agonía.

Desilusionado, Picasso había entendido que La gente se desinteresaba y se apartaba, cada vez más de la pintura, la escultura y la poesía porque las personas de hoy están más interesadas en las cosas materiales y ya no sienten el arte como una necesidad vital y espiritual, como en los siglos pasados.

Picasso, que pasó la mayor parte de su vida adulta en Francia, conoció a muchos artistas que se ocuparon seriamente del arte, pero igual había otros que solo copiaban o imitaban, “por nostalgia de la tradición, por inercia, por el gusto de la ostentación, del lujo, de la curiosidad intelectual, por moda o por cálculo”.

El desánimo del pintor del Guernica tenía que ver pues, con la falsedad en el arte. Con aquellos autodenominados artistas que pretendían romper barreras sin el beneficio de la inspiración artística pero más bien en busca de la fama, el dinero y el poder que eso conlleva, haciendo del arte una producción en masa y una burla a los conocedores y amantes del arte.

¿Qué es y que no es el arte?

Los grandes artistas han sido muy claros en lo que es y debe ser el arte. Jerzy Kosinski, creía que el principio del verdadero arte “no es representar, sino evocar”. Algo que entendieron muy bien los impresionistas, como Edgar Degas, quien aclaró que el arte “no es lo que ves, sino lo que hace que otros vean”. Marc Chagall, profesaba que el arte era «un estado del alma”. El mismo Picasso dijo en su momento, que el propósito del arte era “quitar el polvo de la rutina de nuestras almas”.

Uno de los propósitos del arte es precisamente la búsqueda de la originalidad, la libertad, y la expresión artística en todas sus facetas. Ha habido artistas populares. como Norman Rockwell, que con sus auténticas representaciones ayudaron a eliminar prejuicios y tabúes inspirando en los demás sublimes emociones.

“Si pudiera decirlo con palabras no habría razón para pintar”, razonaba Edward Hopper, al tiempo que Georgia O’Keeffe revelaba que podía decir, con color y formas, cosas que no podía decir de otra manera porque no encontraba las palabras.  “Que tengas éxito o no es irrelevante. Lo importante es “dar a conocer lo desconocido” concluía la pintora.

De acuerdo con George Innes, el verdadero uso del arte es, sobre todo, cultivar la propia naturaleza espiritual del artista. Algo que se ha demostrado en las obras maravillosas de artistas de la llamada Nueva Era (no confundir con su antítesis, el Nuevo Orden).  El buen arte comienza donde termina la naturaleza. Claude Monet señalaba que la riqueza que alcanzaba [en sus pinturas] venía de la naturaleza, la fuente de su inspiración. Mas aun, Vincent van Gogh estaba convencido que el arte es el hombre agregado a la naturaleza.

Louise Bourgeois consideraba que lo importante no es, de dónde viene la motivación, sino más bien, cómo consigue sobrevivir. Pintar flores para que jamás murieran era una de las motivaciones de Frida Kahlo.

La belleza, pensaba Paul Klee, no está ligada al sujeto, sino a la representación pictórica. Solo de este modo, el arte supera lo feo sin evitarlo. Mientras Salvador Dalí opinaba que no había que temer a la perfección pues esta nunca se alcanza.

Picasso, pintor, escultor, ceramista, coinventor del Cubismo y del Collage, consideraba que muchos artistas modernos “viven todavía por costumbre y por esnobismo en un reciente pasado, pero la gran mayoría de ellos, en todos los medios, no tienen ya una pasión sincera por el arte” porque lo consideran un pasatiempo, una diversión, o un “ornamento”.

Aun así, el arte continúa evolucionando, con sus altibajos y sus sequias, con sus luces y sus sombras, y aunque en número relativo a la explosión demografía hay espíritus selectos que nos ofrecen obras plenas de verdad y vida, el arte sigue siendo “alimento de los mejores”. Los artistas exteriorizan su talento en toda clase de tentativas de nuevas fórmulas, mientras otros se conforman con los expedientes de la charlatanería intelectual.

En un momento pesimista de su vida, un triunfador como Picasso se golpeó el pecho, arrepentido de haber colaborado con los “destiladores de quintaesencia” que buscan lo vulgar, lo chocante y lo escandaloso. Pero como fuerza inspiradora y creadora, el arte continúa siendo brújula en la conciencia de la época, y en sus manifestaciones reales nos muestra el camino de la curación del espíritu colectivo e individual.

 

Gloria Chávez Vásquez escritora, periodista y educadora reside en Estados Unidos.

Las más leidas

Salir de la versión móvil