General
Blindan a Angélica Rivera en Los Pinos
El “blindaje” a la primera dama Angélica Rivera, tras el escándalo de la “casa blanca”, es el protagonista de la nueva portada de la revista Vanity Fair con un reportaje realizado por la periodista Sabina Berman.
De acuerdo con “Proceso”, la periodista comentó que para realizar su reportaje sólo contó con referencias de las personas más cercanas a Angélica Rivera. No obstante confió en que una vez que lea su trabajo la primera dama acceda a ser entrevistada para dar su versión.
Sabina Berman consideró que ante el silencio del blindaje alrededor de Angélica Rivera ha empezado a generarse “un espacio de habladurías, de noticias ciertas e inciertas”.
Comentó que una de sus fuentes a quien no quiso identificar, “porque no es una fuente anónima”, le reveló que debido al desprestigio creciente en torno a la primera dama, sus hijas también se han visto afectadas, al grado que una de ellas —no dijo cuál— tiene un problema de alcoholismo.
El adelanto de su reportaje, que fue publicado en la página web de Vanity Fair, señala: “Angélica Rivera vive los últimos años del mandato de su esposo en un plano un tanto oculto, con un blindaje que luce muy distinto dentro que fuera de él”.
Berman inicia su reportaje con una semblanza de la noche del Grito de Independencia el pasado 15 de septiembre, cuando en un “sacrificio” por solidarizarse con las penurias económicas del país, la primera dama recicló el vestido que había llevado en su visita a los reyes españoles.
Describe el ambiente indiferente de las miles de personas reunidas en el zócalo capitalino y el brusco rechazo, pequeño pero visible, de Peña Nieto cuando su esposa intentó tomarlo de la mano cuando iniciaron los fuegos artificiales.
“La impopularidad y los desaires son una novedad para Angélica Rivera”, señala la periodista, quien destaca que, como actriz, siempre en papeles de heroína, la ahora primera dama estaba acostumbrada a toparse con filas de adoradores.
Ahora, e independientemente de la impopularidad de su esposo, donde quiera que se para, dice, “suscita lo que deben parecerle alucinaciones maléficas”. Y recuerda el día en que Rivera asistió al concierto de su amiga Ana Gabriel en el Auditorio Nacional donde fue abucheada por el público cuando la cantante destacó su presencia.
“Me da la impresión que la primera dama no está contenta en su papel”, le dijo la esposa de un gobernador a quien no identifica pero que ha tratado a la primera dama en ceremonias oficiales y conoce las cuitas de estar casada con un hombre de la política.
“En mi caso yo he tenido un entrenamiento largo. Desde la adolescencia milité en un partido, yo misma he ejercido puestos públicos y, como su pareja, lo he acompañado desde mandos medios hasta una gubernatura. Creo que la rudeza que priva en el mundo de la política, aun si a menudo queda emboscada bajo apariencias amables, no era lo que ella esperaba”, relata la entrevistada.