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Maestro por circunstancia, educador por convicción
A la edad de 12 años, no es muy común que alguien sepa con exactitud qué quiere en la vida, sin embargo, Yanuario Dionisio G. Ortiz Alonzo, hoy Maestro Distinguido 2018, se enfrentó con la toma de decisiones a temprana edad y fue así que por ser una de las carreras más a su alcance, optó por la docencia, una vocación a la cual se ha entregado con pasión por más de 40 años.
Sin embargo, el trayecto le hizo ver que estaba en el camino correcto, pues al tener contacto con niños de zonas rurales en sus inicios, le llevó a laborar desde el alma.
“Me decidí a trabajar por y con la gente, para ayudarles a que reflexionen y apostar para que sean personas preparadas y capaces de construir un mundo mejor a través de la educación”, externó Yanuario Dionisio.
Su padre, de oficio taxista, siempre se esforzó para que él y sus hermanos tuvieran mejores oportunidades y sabía que en el ámbito de la enseñanza lo lograrían, es por eso que sus hermanas, Mary y Lucy, también desarrollan la misma profesión.
Sin embargo, no son las únicas mujeres del magisterio con las que ha tenido una buena relación, pues reconoce que a su paso se encontró a muchas maestras que le iluminaron el trayecto, desde su formación hasta el desempeño de su carrera.
“La mujer es un ancla. Las mujeres han sido significativas en mi ejercicio profesional, son las compañeras que más me han aportado y aunque hemos hecho buen equipo con los hombres, ellas comparten más compromisos, pues siempre buscan lo mejor para la sociedad”, añadió.
A estas alturas ha perdido la cuenta de cuántas personas han pasado por las aulas en las que ha estado al frente, pero atesora la experiencia que cada generación le ha brindado.
“Tengo muchos recuerdos y siempre está el alumno que te lleva cosas de su casa, el que te abraza como muestra de agradecimiento o quienes al paso de los años te los encuentras y aún te dicen: ¡maestro! Esto es parte del reconocimiento constante”, agregó.
Evoca con cariño algunos casos en los que siente que aportó para el crecimiento de sus alumnas y alumnos.
Por ejemplo, tiene muy presente a una estudiante de Valladolid a la que no le gustaba la materia de química, y la última ocasión que se encontraron le dijo: “por su culpa, maestro, me hice química”.
Él sonrió al acordarse de este episodio, pues con mucho cariño impartía las materias de Ciencias Exactas, sus favoritas, tanto que se especializó en ellas.
A Yanuario le faltó sólo dar clases en preescolar, pues estuvo a cargo de alumnas y alumnos de primaria, secundaria, preparatoria, del Instituto Superior de Mérida, donde incorporó la Ingeniería en Gestión Empresarial; Escuelas Normales y la Universidad Pedagógica Nacional, de la que también fue director.
Él es un ejemplo humano de perseverancia, ya que sin conocer completamente el idioma inglés, se inscribió a la Universidad de Michigan para estudiar la maestría en Educación Superior con la especialidad en Diseño Curricular.
Todo lo aprendido, lo puso en práctica en cada uno de los planteles, pues para él, un buen docente es aquel que tiene una visión de amar al ser humano y su entorno.
“La calidad de la educación se va a reflejar en la calidad del ser humano y ciudadano que formemos. Necesitamos un ciudadano universal que esté consciente de sus potencialidades para ser creativo y solidario”, puntualizó.
Para él, ser Maestro Distinguido 2018 es uno de los reconocimientos más significativos. Y a las nuevas generaciones de profesoras y profesores, los incita a que reflexionen sobre lo que les gusta hacer en la vida, efectuarlo bien y aportar todos los valores humanos posibles para hacer de la sociedad actual, un modelo mejor.