Editorial
BIENESTAR PARA MUJERES EN RETIRO – APROXIMACIÓN A LA CULTURA DE PAZ EN MÉXICO
BIENESTAR PARA MUJERES EN RETIRO
APROXIMACIÓN A LA CULTURA DE PAZ EN MÉXICO
LOURDES CABRERA RUIZ
En el artículo inmediato anterior comentaba que desde diversas disciplinas se ha estudiado el poder de la palabra para la recuperación de vínculos entre naciones, así como los de carácter comunitario, intergeneracional o familiar, y daba como ejemplo el <tsikbal> o conversación, una práctica cotidiana en nuestra cultura, ya que transmite historias cuya función didáctica es notoria, pues de algún modo fomenta el respeto y la preservación del equilibrio entre el ser humano y su entorno social y natural.
Después de mencionar un ejemplo local —más bien regional—, me referí, en el ámbito internacional, a las declaraciones oficiales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y señalaba que el cumplimiento de los buenos deseos por la paz del mundo desde las instituciones radica en la acción, aludiendo al Programa de Acción sobre una Cultura de Paz (1999, Resolución A/53/243).
Sin embargo, antes de entrar en materia, quisiera acudir a la definición de la propia ONU (1998, Resolución A/52/13), donde se menciona que la cultura de paz consiste en <<una serie de valores, actitudes y comportamientos que rechazan la violencia y previenen los conflictos tratando de atacar sus causas para solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación entre las personas, los grupos y las naciones>>.
Así, observamos que la Declaración y el mencionado Programa identifican ocho ámbitos de acción: promover una cultura de paz mediante la educación, promover el desarrollo económico y social sostenible, promover el respeto a todos los derechos humanos, garantizar la igualdad entre mujeres y hombres, promover la participación democrática, promover la comprensión, la tolerancia y la solidaridad, apoyar la comunicación participativa y libre circulación de información y conocimientos, y promover la paz y la seguridad internacionales.
Se trata de acciones que, en principio, difícilmente podrían dar cabida a prácticas donde los diferentes tipos de violencia se han perpetuado, bajo el escudo del <siempre ha sido así> o el <nada tiene que ver conmigo>, por ejemplo. De manera que a todos nos correspondería ser activistas, por lo menos en alguno de estos ámbitos.
En nuestro país, notamos que la academia se ha ocupado desde una temprana etapa por la cultura de paz. Instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México, que desde 1996 oferta la Cátedra UNESCO de Derechos Humanos, se anticipa; la Universidad Autónoma del Estado de México, que cuenta con una Maestría en Estudios de Paz y Desarrollo, y ha ofertado un Diplomado en coordinación con el DIF, <Cultura de Paz para la Convivencia Escolar Armónica>; igualmente, la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y la Universidad Autónoma de Querétaro, que abren sus Centros de Investigación para la Paz. Mención aparte merece la actividad que en este sentido se realiza en nuestro estado.
Así mismo, es notoria la tarea nacional que desde el ámbito legal se ha construido, muchas veces a través de organizaciones de la sociedad civil y que, finalmente, ha redundado en garantías para el ámbito educativo que hemos mencionado sólo en parte, como el Manual para construir la paz en el aula, de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en 2007. Así, se observa la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres (2006), y la Reforma al Sistema del Justicia Penal, en 2008; en 2011, la creación de la Comisión Nacional para la Cultura de la Paz y la No Violencia; al año siguiente, la Ley General para la Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia, seguida del Programa Nacional para la Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia (2014-2018). En ese periodo de tiempo, se establece la Ley General de Cultura Física y Deporte (2016), que tiene entre sus objetivos reducir la violencia al interior de esta última práctica. Al respecto, se han desarrollado acciones que vale la pena compartir más adelante, específicamente en lo relativo a la cultura física.
Por el momento, nos resta comentar que los mencionados ocho ámbitos donde puede ser construida la paz merecen cada uno atención particular. En los últimos años se cuenta con numerosas fuentes que dan cuenta de los resultados. Por otra parte, estos nos conducirán a abordar más adelante el concepto de paz, dado que clarifica distintas maneras y contextos en los que la humanidad le da cabida y nos permite así apreciar dificultades en los procesos, lo mismo que estrategias para lograr una convivencia pacífica.