Editorial
DULCE AMARGO DE ANGOSTURA – CRÓNICAS DEL OLVIDO
DULCE AMARGO DE ANGOSTURA
CRÓNICAS DEL OLVIDO
ALBERTO HERNÁNDEZ
1.-
El 22 de agosto de 1820, Simón Bolívar firmó el nombramiento oficial del doctor Johann Gottlieb Benjamín Seigert como Cirujano de Regimiento del Ejército de la República y médico mayor y traumatólogo del Hospital Militar de las Provincias Libres de la Nueva Granada. La carta la recibió en Angostura de manos del coronel Valdés, jefe militar de la plaza.
Más allá de este evento protocolar, ¿qué escondía en su ánimo el doctor Seigert, toda vez que dejaba en Alemania un sabor no muy dulce? El teutón simpatizaba con la Independencia de estas lejanas tierras, pero también tenía en mente acercarse a los misterios naturales dada su curiosidad por los remedios que la vieja Europa no poseía en plantas, ríos y personas. Sí, en efecto, también las personas jugaron un papel relevante en la llegada de este hombre a nuestras tierras, sobre todo las mujeres.
Con estos antecedentes, nos adentramos en un tejido narrativo que Luis Guevara Manosalva nos lee desde su silenciosa lejanía, desde su imperturbable viaje. Nos deja Guevara Manosalva una novela en la que se miran dos países: uno, que se quedó en la memoria del pasado, y, otro, que el escritor vivió y convirtió en plataforma para escribir la obra que hoy tocamos. Se trata entonces de una obra en la que se enlazan la ficción y la realidad personales, y la ficción y la realidad históricas. Ambos espacios conforman la razón de esta novela del autor nacido en Monagas.
2.-
La estructura de este corpus narrativo se sostiene en dos bloques conformados por la presencia de un relator que mueve el tiempo. Una mirada personal, marcada por el conocimiento del lugar donde se dieron los hechos que le dan forma al universo de la obra, y otra que entra sin permiso alguno en la historia del doctor Seigert, científico que logra crear el probado y sabroso amargo de Angostura.
No se imaginaba que una vez embarcado en el puerto de Hamburgo, formaría parte de la historia de este país en ebullición. Así, en medio de la exuberante naturaleza, “ensaya respuestas en flores, hojas, frutos, savias, cortezas, tubérculos, semillas y raíces; en pepitas de tomillo disecado, en hojuelas de romero, en flores de hierbabuena, en pencas y cristales de sábila, en ramillas de albahaca, en húmedas hojas de verdolaga que le traen de los archipiélagos caribeños; plantas aromáticas como los derivados de la quina selvática; nunca soñó en su vida de estudiante en Alemania con tan rica y variada flora”.
Esta curiosidad, impulsada por los deseos de salvar vidas, lo conducen a descubrir uno de los jarabes más cotizados en boites, bares, botiquines, tascas y demás tugurios y antros del mundo.
Tampoco se imaginó el médico alemán, mientras la goleta “Dowson” saltaba sobre la piel áspera del mar, que habría de sellar una relación amorosa con estas tierras, gracias a su memoria, a su hacendoso espíritu. En Venezuela, en el “Nuevo Mundo seleccionó mirtáceas con santoninas para los ayunos, pero ninguna igual a la guayaba reina de los astringentes, buena también para cataplasmas resolutivas y vulnerarias”.
3.-
Entre la medicina y sus ingentes búsquedas por hallar una fórmula que lo ayudara a aliviar los males de los heridos de la guerra, Seigert se topó con las carnes opulentas de mujeres, “morenazas” del trópico que lo harían enloquecer. De esta manera, habría de asimilar en esta geografía sus afectos por el doctor Fausto, personaje de Goethe que hizo pactos con el diablo, el Mefistófeles que lo condujera a encontrarse con aromas y sabores, que jamás habrían llegado al olfato del personaje de Patrick Süskind en El perfume. No en vano Seigert jamás se separó de una semilla de sarrapia. Siempre en uno de sus bolsillos. Más adelante, provisto del asombro, “Con los pétalos y las hojas de los rosales se preparaban infusiones y esencias primarias por destilación.
De allí partió su dedicación especial, a un ritmo febril, para buscar el aroma indicado. Pero como se trataba de un medicamento en la intención básica, procuró que el sabor amargo fuera el atractivo.
Y ¡Aleluya¡ La corteza de la quina se lo proporcionó en forma casi pura (…) Tres meses después tuvo noticias de que el jarabe enviado había dado resultados y que Fraulein Acquamarina había mejorado notablemente. Así comenzó el éxito del Amargo de Angostura”. De allí en adelante muchas fueron las bebidas de rumba espirituosa que fueron acompañadas por la oscura y dilatada bebida.
La síntesis nos obliga. La fama del amargo lo llevó a ser parte de un gran negocio, y como tal debía pagar altos tributos. Gobernaba Antonio Guzmán Blanco. Otro destino tuvo entonces el amargo: la Isla de Trinidad, donde se fabrica y se expende a todos los mundos posibles.
Celebramos con Luis Guevara Manosalva, el siempre feliz gordo Guevara, la obra que nos legara. Celebramos su luz y su talento a través de esta pieza que amerita un poco más de acercamiento a las barras y a las mesas, donde rones, champañas, cervezas, vinos, whiskys y demás yerbas sirvan para darle una mano al amargo de Angostura, tan nuestro como la sapoara y el río Orinoco.