Editorial

LA COMUNICACIÓN DESDE EL SILENCIO – TANATOLOGÍANDO

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LA COMUNICACIÓN DESDE EL SILENCIO

LAURA SALAMANCA LÓPEZ

TANATOLOGÍANDO

 

Muchas veces es necesario cerrar los ojos y abrir el alma para poder ver bien

Manejar el silencio es más difícil que manejar la palabra

Cuando nos encontramos en situaciones muy particulares, es difícil poder pronunciar palabras adecuadas que puedan ayudar a quien nos escucha y será el momento de ocupar el silencio.

Cuando el otro esta listo para escuchar y nosotros tenemos la información requerida, será el momento adecuado de hablar.

Hablando del dolor emocional, algunas personas no son capaces de expresarlo y es mucho más lo que escuchamos en el silencio.

Sabias que lo peor que puede vivir un bebé es la ausencia de miradas, algo tan simple puede llevar al niño a tener una carencia importante en su vida.

La fenomenología va acompañada con la comunicación no verbal, que nos ayuda a ver por lo que está pasando la persona sin que necesite hablarnos con palabras, por esta razón la gesticulación, la postura, el cambio de coloración en la piel, los pequeños movimientos en labios, los cambios en la respiración, la tensión y los micro cambios en los músculos faciales (boca, mejillas, ojos, nariz, barbilla etc.) todo esto forma parte de un silencio y siempre encontramos, palabras, imágenes, impotencia, la nada, un vacío, un sin sentido existencial, miedo, terror, indefensión, fragilidad, tristeza, rabia, amor, rechazo, compasión, angustia, comprensión etc.

El silencio es una pausa en la emergencia de sonidos, expresa lo invisible, lo indetectable, lo inexorable.

El silencio marca lo que la palabra ha callado o lo que nunca empezó a registrarse desde la niñez.

Existen varios tipos de silencios:

Los normales (son las pausas de la comunicación verbal)

Los que van cargados de emociones (son indicadores de que vamos a encontrar algo)

Los silencios que crean clima (de angustia, tristeza, los cargados de emociones)

Los silencios fríos (frecuentemente de desaprobación)

Los silencios de aprobación (llenos de respeto y comprensión)

Los silencios lacerantes (de desesperación)

Hay silencios de vida abiertos que facilitan el intercambio entre las personas y

Hay silencios de muerte que son cerrados y pasivos

 

Los silencios de duelo

Cualquiera de estos silencios de duelo, los coloco aparte ya que son de larga duración y terminaran enfermando al individuo o acentuando más su enfermedad. Los silencios de duelo nos hablan algunas veces de riesgos ya que la persona desconecta el switch y se apaga y solo en el silencio podemos llegar a saber sus intenciones por ejemplo en el suicidio.

De dolor profundo (cuando se paraliza y teme desbordarse)

De indefensión (se siente frágil y teme ser juzgado por los demás)

De desesperación (ya no aguanta más, queriendo gritar, mejor se lo guarda)

De vacío existencial (quizás no es importante para nadie, para que lo habla)

De un sinsentido (no tiene caso)

El silencio en enfermedades terminales es un mecanismo de defensa donde lo inexplicable se traduce en el silencio, por esta razón y en este caso de ser los últimos momentos solo habrá que tocarlos físicamente, hay que cobijar en un amoroso silencio. Hay personas que no se tocan en el dolor, siendo este tan importante para poder despedirse y prefieren no hablar de muerte ya que no lo soportarían, y en este caso una carta puede expresar lo que las palabras no pueden decir

En la cura a través del silencio encontramos en muchas ocasiones que el médico, con solo escuchar, puede hacer sentir un alivio al dolor de la persona, el buen médico empieza a curar con el poder de su palabra, pero ya el trato humano de por sí, es curativo. La palabra cura, pero igual el silencio cura en un acto de humildad y de respeto, en otras ocasiones, al tener ya un diagnostico nada favorable de salud hacia el paciente, se tendría que contar con la presencia de un tanatólogo para que el médico pueda encaminar la consulta hacia el diagnóstico, sin decir directamente a enfermedad solo dándole información del padecimiento que le ayude a pensar y esperando a que el propio individuo saque sus conclusiones e identifique por sí mismo lo que le está sucediendo y quedando en ese momento contenido por el profesional, tomándolo de la mano y diciéndole que no está solo, para que el impacto no sea demasiado fuerte. El paciente cuenta con un saber interno que le llevara rápidamente al consciente e inconsciente a buscar sus propias herramientas para poder afrontarlo (resiliencia). El no hacerlo asi, puede hacer que la enfermedad se acelere llegando en menos tiempo a un desenlace no deseado por no haber tenido el tacto para comunicarlo. Y eso sin hablar de las confusiones que se realizan en los servicios de salud de grandes hospitales donde se dan diagnósticos equivocados a personas sanas.

En el espejo de la mirada del profesional de salud, el paciente ve reflejado su destino.

 Nada fortifica tanto las almas como el silencio; que es como una oración íntima en que ofrecemos a Dios nuestras tristezas. – Jacinto Benavente

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