Editorial

Un puñadito del corazón – A Través de la Pluma

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Un puñadito del corazón

Mariel Turrent (Malix Editores)

A Través de la Pluma

Hoy desperté tarareando Feel, esa canción de Robbie Williams que nos invita a sentir. Recordé, entonces, cuando viajaba hace veinte años en un camión por Dublín. El clima era triste como mi alma, que llevaba la añoranza de mi país y de una despedida inminente que estaba ya sufriendo. A través de la ventana se escurrían las lágrimas del cielo, y yo aun no soltaba las mías cuando vi un anuncio espectacular con una sola palabra en letras grandes que aún recuerdo: Feel! —rematado con un único signo de admiración como exige la lengua inglesa—. Las imágenes no las puedo evocar, recuerdo la palabra porque sin duda era el mensaje que digerí, pero podría aventurarme a decir que había un rostro con una lágrima, aunque sería mentir un poco y reflejarme mucho. Dicha campaña publicitaria promovía la sensibilidad como una forma apasionada de aproximación a la vida. En ese momento sentí justificada mi pena; pensé que eso era vivir.

Ayer, escuché a dos personas hacer la misma pregunta: ¿en qué se inspira un artista?, ¿qué hace para despertar su inspiración? Y yo les dije a ambos, que hay varios ejercicios, pero lo principal es vivir. Sentir en carne propia una emoción intensamente, plasmarla. Poner un puñadito de nuestro corazón en letras y desnudarnos. Porque si bien podemos imaginar e inventar hechos, escenarios, situaciones, diálogos, lo que hace que una obra de arte vibre, es la emoción que el artista comparte y que no puede adquirir de otra forma que no sea tras haberla sentido.

Un ejemplo de esto es la poesía de Carlos Pellicer, para describirla, es necesario recurrir a términos de pintura, toda su obra es color; y una descripción visual tan original de las cosas que nos hace recordar a Delacroix, en otros a Renoir. Pero no le basta con describir, con usar metáforas imprevistas, armonías de color como buen impresionista, el acierto de su obra está en que toda esta gráfica desaparece y lo que queda tras su lectura es el sentimiento. La pasión que transmite el poeta con una fuerza asombrosa. Nadie puede transmitir algo con tanta fuerza como aquel que lo ha experimentado y en carne propia. Así que, no importa qué hagamos, hay que vivir intensamente, esa es la mejor receta para la creatividad: sentir.

Y cierro estas líneas con una probadita de Tercera vez de Pellicer para antojarles a descubrir que más hay en su poesía.

Tu mar y tu montaña,

—un puñadito de Andes y mil litros de Atlántico—

Pasan bajo las alas

Del avión como síntesis del Continente amado.

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