Editorial

Plagiando a Woolf – A Través de la Pluma

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Plagiando a Woolf

Mariel Turrent

A Través de la Pluma

 

En esta era digital nos hemos convertido todos en unos plagiarios. En la escuela los niños hacen la tarea sin redactar una sola línea, copiando de aquí y de allá textos de otros autores que a su vez los han copiado a otros autores y así con unos cuantos clics, han ido circulando, viajando, navegando por el espacio virtual olvidando a su padre, a su creador, convirtiéndose en hijos del dominio público, una especie de patrimonio de todo usuario de la red.

¿Quién no entró alguna vez al Rincón del Vago? Este sitio que existe desde hace algunos lustros, ahora se ha modernizado, ya cuenta con una página perfectamente organizada con 32 temas diferentes que van desde Administración hasta Veterinaria y donde libremente puedes plagiar un trabajo a cambio de ofrecer un original tuyo para plagio.

Sin ir más lejos, Wikipedia es el sitio más recurrido de la historia para estos menesteres. Y no solo se copia a niveles estudiantiles, los docentes también recurren a él y copian información que comparten como propia en las aulas de maestrías y doctorados.

Entre los artistas también se han denunciado casos famosos. Jorge Luis Borges, se atrevió incluso a decir que el plagio es una especie de homenaje. Pero no piensa lo mismo el autor desconocido que de pronto ve sus textos íntegros firmados por un Premio Nobel.

Y es que la lista de estos casos es larga. Por mencionar algunos está el caso de José Saramago (por Las intermitencias de la muerte), Carlos Fuentes (por Diana o la cazadora), Dan Brown (por el Código Da Vinci), Pablo Cohelo (por un texto llamado Cerrando Círculos), y así sigue, una larga lista que se denuncia en internet. 

Y es que una cosa es copiar información del dominio público, y otra muy distinta es copiar una obra de arte y adjudicársela. Porque el artista esculpe, pinta, escribe, o compone con el alma, dejando en su creación parte de sí mismo. Quien roba la autoría de una obra, substrae un material vacío, desprovisto del mismo gozo de la creación y de la energía emotiva que la detonó, haciéndose acreedor de un gran vacío, el vacío de su esterilidad creativa, porque las ideas y las emociones magnánimas, no se dan en una tierra yerma, seca.

El plagio del que habla Borges es diferente, podemos copiar frases enteras de textos de un autor, y con estas formar una nueva obra de arte, reacomodando, armando, recortando, pegando, pero dando siempre el crédito debido a quien nos dio la semilla, explicando de dónde proviene nuestro Frankenstein, de dónde salieron los materiales de nuestro collage.

Así que, como un humilde homenaje a “Las Olas” de Virginia Woolf, y con toda la intención de que mis lectores se adentren en su obra, y como yo se sientan empapados por ella, he plagiado sus frases (que acoto entre comillas) y he agregado otras mías para crear este texto llamado “Olas” del que les copio algunas líneas:

Avanzan mis pies en la arena, su húmeda brisa me va acogiendo, despliega para tocarme su oleaje cálido. Me acerco. Amoroso me abraza. “Bajo mis ojos se abre un libro; veo el fondo, el corazón, las profundidades”. El mar se va impregnando en cada poro de mis dunas, erosionando el espacio, el tiempo. No hay nada que explicar. Las palabras vendrán después, cuando naufraguemos. Cuando su marea me deje rendida sobre mi playa.  Entonces hablaremos, “mientras murmuramos todos los secretos de nuestro corazón como si los vertiéramos en conchas para que nadie los oiga en la casa dormida”. Pero ahora, la resaca de su aliento me retiene, el mar se va acercando a mí umbral que, sin reparo, acoge su llegada. La esencia de un nuevo viaje nos implica. “Debemos ser escépticos, pero arrojar las precauciones al viento y, cuando la puerta se abra, aceptar sin reservas.”

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