Editorial

¿Cuánto Dura el Amor? – ¡Y Aquí Empieza el Abismo!

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¿Cuánto Dura el Amor?

Roberto Cardozo

¡Y Aquí Empieza el Abismo!

El amor, como cualquier invento, tiene fecha de caducidad. Es un constructo social que ha servido para mantener cierta cohesión en las sociedades, pero que frecuentemente entra en conflicto con las necesidades biológicas básicas de los seres humanos. Partiendo de ahí, es normal que llegue un momento en que se termine; en todo caso, el problema del amor es que pasó de un concepto romántico a ser un objeto de consumo proyectado en la conversión de las personas en objetos y es donde entramos más en conflicto, pero lo que veo es una especie de regreso a lo básico e instintivo.

Entonces, no debemos angustiarnos por dejar de ver al otro en su alteridad, recordemos que las primeras «familias» fueron resultado de la necesidad de supervivencia y de ahí van surgiendo conceptos como el de la propiedad, que permea más allá de lo físico e impacta en el plano emocional. Por lo tanto, el hecho de que veamos a la pareja desde un punto utilitario y de ahí «decidamos amar» no tiene por qué ser algo negativo; al contrario, es el resultado de un instinto primitivo de asociarnos con quien nos puede proveer de lo que necesitamos para sobrevivir.

Es completamente normal que el amor tenga fecha de vencimiento, condicionada por ciertos factores sociales y naturales, las personas cambiamos a lo largo de nuestras vidas y nuestros intereses también cambian. Lo que sucede con las parejas que duran años, es que cuando cambian los intereses y necesidades de uno, el otro también ha cambiado, de tal manera que sea la misma persona socialmente hablando. En pocas palabras, lo que hace que las parejas no duren, es el cambio en los intereses de uno que ya no se encuentran en el otro; no es solamente la velocidad del cambio, es el cambio de direcciones de las personas.

En este sentido, el amor dura sólo un instante, mientras se da el primer beso, quizá. Todo lo demás es un caminar por la vida en constante cambio, enamorándonos cada día de nuevas maneras de distintas personas que son la misma.

En conclusión, el secreto consiste en que ambos participantes de una relación amorosa cambien en la misma dirección y a la misma velocidad, como vectores paralelos en un plano euclidiano.

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