Editorial

Crónicas del Olvido – EN BUSCA DEL UNICORNIO

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Crónicas del Olvido

EN BUSCA DEL UNICORNIO

Alberto Hernández

1.-

De niño, en plena sabana del Llano venezolano, vi toros y vacas con un solo cuerno. Y hasta llegué a imaginarlos con tres. Creí advertir el cuerno doblado hacia arriba en la frente de un burro en el patio de la casa de mis abuelos maternos. Pero sólo fue una ilusión.

Y de grande, ya “civilizado”, supe de los unicornios. Unos caballos muy bellos, pero dicen que peligrosos, con un cuerno torcido en plena frente, como un tornillo que se afila con el viento mientras la bestia corre desaforada por los campos.

Por supuesto, nunca he visto un unicornio. Nunca he sido seguidor de sus huellos ni sé cómo son sus cascos, si hendidos como los de los vacunos o lisos como los de los equinos. Es decir, soy un ignorante unicorniano.

Y pasadas lecturas, películas y demás ensoñaciones, cae en mis manos el libro “En busca del unicornio”, de Juan Eslava Galán, publicado por la editorial Rayuela, Barcelona, España, 2010, donde me tropiezo con una historia en la que el rey Enrique IV de Castilla, a quien apodaban el Impotente, envía una comisión a África a buscar al nombrado animal que, al parecer, tiene el poder de levantarle la libido a quien no pueda ofrecer placer a su pareja. Es decir, el cuerno o cacho de la bestia, molido, tiene la facultad de levantar el ánimo y producir una sonrisa de satisfacción en un paciente que había estado aquejado de somnolencia en su aparato reproductor.

Pero más allá de esa angustia soberana, el cuento es un relato mítico que conduce al lector a congraciarse con los personajes, pero más con el español que usa Juan Eslava Galán, autor nacido en Arjona, Jaén, en 1948, y quien según la solapa del libro es doctor en Filosofía y Letras. Ha publicado la que hoy comentamos, con la que ganó el Premio Planeta en 1987; “El comedido hidalgo”, Premio Ateneo de Sevilla, 1991; “Señorita”, Premio Fernando de Lara, 1998; “El mercenario de Granada (Booket, 2008). También ha lanzado al mercado los ensayos “Historia de España contada para escépticos”, “El enigma de Colón y los descubrimientos de América”, “Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie”, “España insólita y misteriosa” y “El catolicismo explicado a las ovejas”. También ha usado el seudónimo para publicar otras páginas. De manera que se trata de un autor muy premiado que pocos conocemos y que se las juega con temas espinoso donde no faltan la ironía y muchos datos sacados del bolsillo de un mago, como debe ser.

 

2.-

A este innoble cronista le interesa mucho el español de época con que fue escrita esta novela. Debe decir que escribirla debió ser muy trabajoso porque el hombre escribió este libro como si se tratara de Cervantes u otro autor del Siglo de Oro. Una maravilla en la que nos deberíamos ver los que ni siquiera leemos en el español de ahora. De una belleza barroca en la que se distingue el humor castizo y los vericuetos de una historia legendaria, bien contada, bien estructurada. Sabrosa lectura para ociosos como para quien esto escribe.

¿Es importante hablar de unicornios? No sé, sería como hacer ejercicios sobre el lomo de un dragón o conversar con marcianos. Pero la historia merece la pena, porque ningún personaje novelesco es real, ¿por qué entonces pedirle a los unicornios que existan? La ficción, tomada en préstamos con personajes reales, convierte a este libro en una curiosa pieza en la que quien la lea se verá envuelto en el chisme de palacio, en las intrigas propias de una sociedad que si no se bañaba, al menos veía el agua. Y así, entre el polvo de los caminos la creencia de que en un país árabe musulmán estaban los unicornios.

Y para afincar lo antes dicho acerca del español que usó el autor, pondremos en bandeja algunos ejemplos.

 

3.-

A vuelo rasante de pájaro, fragmentos para placer de los lectores:

“…las lavanderas que allí se juntan y alguna había entre ellas en edad de suspirar”.

“Cuando le llegó mi sombra, que caminaba delante de mí, se enderezó el fraile…”

“…y allí había más libros de los que un hombre letrado podría leer en toda su vida”.

“risa caudalosa porque le ponía a temblar la papada y la humanidad toda de su panza oronda y le arrasaba los ojos de lágrimas”.

“Y éste era hombre menudo y lampiño y delgado de cuerpo y de piel en algo oscura y tenía los labios henchidos del mucho ejercicio en la pronunciación de parlas extranjeras”.

“…con la mirada complaciente como de vaca recién parida”.

“el habla enrevesada que por allá se usa”.

“estragados muros”.

“Los muchos cansancios del día y sus fatigas y la cena abundante dieron pronto sueño al personal”.

“…pero, en acercándose más, se echa de ver que lo que tan blanco paresca son los muchos huesos así de hombre como de caballo que todo el campo en derredor que dan sembrados”.

“…del miedo de ver tanta huesa insepulta y tanta desdentada calavera”.

“Y fue el caso que en acercándose a Andújar nos salieron al paso, por donde está el puente viejo del arroyo Salado, pieza de hasta cuarenta o cincuenta mujeres de la vida, o sea rameras, las cuales al olor de la tropa acudían a hacer su granjería y dejaban despobladas y en barbecho las mancebías de la ciudad”.

“…dando franquicia al masculino ardor de aquellas mercenarias”.

Y así más. Textos de vieja data, poéticos, cargados de una escritura en la que muchas palabras han caído en desuso, así como la gramática de que podría resultar errada en muchos casos.

 

4.-

Sobre este tema, según la historia, han dado cuenta San Gregorio y San Isidoro, así como Plinio, quienes destacaron en sus estudios la existencia de este animal mitológico.

El mapa recorrido por la aventura demuestra que los aventureros salieron de Sevilla, cruzaron el Estrecho de Gibraltar, pasaron por Safí, Marraqués, Uladris, Tomboctú, Mambetu, Lago del Cristo de la Misericordia, Lago del niño Jesús, Río de la Esperanza en Tongaya, hasta llegar a Sofala en el Cono Sur Africano. El regreso fue por la costa, desde Sofala hasta Sagrés. El itinerario de la expedición se cubrió entre 1471 y 1492.

Al final, en la urna de Enrique IV sólo se encontró, en el Real Monasterio de Guadalupe, en Cáceres, “un fragmento de cuerno de rinoceronte”, lo que quiere decir que el Unicornio fue un invento para sacarle provecho al rey y esperanzas de algún día podía tener una erección soberana y monárquica.

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