Editorial

Crónicas del Olvido – BIERCE: IMAGO DE LA MUERTE

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Crónicas del Olvido

BIERCE: IMAGO DE LA MUERTE

Alberto Hernández

 

1.-

Sir Aldebaran de Peters—Turmore, leyenda que contenía en el fuero de una herencia interminable los más extraños e ingeniosos recuerdos, era –por la carnadura de la codicia y los gestos- la punto de un hilo conductor que comenzaba en un sótano y terminaba en la muerte.

Es una muerte que deambula por los bosques de Graymaulkin, resucitada de mentira, porque más pudo la imaginación de Elizabeth Mary Turmore que la afiebrada duda del marido homicida.

La historia se remonta a túnicas raídas del siglo XI, al breviario de Sir Aldebaran, a un cráneo humano usado como copa para el vino, a una cruz de hierro de un Comendador Caballero de la Orden del Imperio Austríaco de Asesinos por Veneno, objetos todos que fueron regados por el tiempo sobre el túnel por donde huyó la “muerta”.

 

2.-

Personajes que contienen los conjuros de una poética del crimen, de donde también decimos que al lado de Edgar Allan Poe, Ambrose Bierce suscita las mismas sensaciones. Dos nombres, dos norteamericanos que hicieron de la ficción –imago de vísceras y desollamientos- caja de asombros, ironía, humor perverso.

La decadencia de la casa de los Usher, poblada de sombras e imágenes de Poe, es la casa de El viudo Turmore. Los mismos ladrillos para encerrar un cuerpo vivo, la maldición del tiempo avivada en la codicia y el deseo demente de aprovisionarse de experiencias extrañas.

 

3.-

Boston, Ohio, Baltimore, Londres, ciudades que contienen el imaginario de estos narradores que construyeron con maestría el universo del humor negro, de la ironía basada en la burla a la muerte. Inteligencia que prevaleció en un remake de la agonía, la frialdad y el miedo, en estos Cuentos fantásticos (La liebre libre), que Ambrose Gwinnet Bierce ha sabido plasmar con maestría.

 

4.-

Un cuerpo enterrado vivo; la hipnosis: simple mirada que basta para cambiar los deseos de la otra mirada. Hacer del entorno a gusto y aventura de los ojos. Un hachazo que convierte a un hombre en cuerpo inerte, en una finca de Wisconsin, con la particularidad de que el asesinado es el padre de quien cree le están quitando la mitad de lo robado. Familia de vieja tradición criminal. O el incendio que va más allá de la comprensión, preparado con la premeditación de una inteligencia densa, detallista: en una alacena de madera los cuerpos intactos de los padr4es de quien prefirió adocenar una herencia, para al final sentir que la madera contra el fuego trae malos recuerdos.

Historias contenidas en una memoria solitaria, en el fallecimiento como permanente leitmotiv; muerte sin moral, porque la imaginación se hace de los restos de la burla.

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