Editorial

DANZA EN LA EDAD ADULTA: MAS QUE UN EJERCICIO UN BENEFICIO – ESPIRAL EN LETRAS

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DANZA EN LA EDAD ADULTA: MAS QUE UN EJERCICIO UN BENEFICIO

LUISA ANDREA CANUL BRITO

ESPIRAL EN LETRAS

 

La mayoría de las personas tememos a la llegada de la adultez, probablemente por la incertidumbre del cómo nos sentiremos o si nuestra capacidad intelectual y corporal serán o no las mismas, sin embargo, lo que deberíamos pensar es si estamos preparándonos para recibir nuestros años venideros de la forma correcta.

Existen situaciones sobre las cuales pudiéramos no tener control y que pueden presentarse al envejecer tales como las enfermedades neurocognitivas (Alzheimer, Parkinson); durante años se mantuvo la idea de que al llegar estas, la persona que las vivía sería completamente incapaz de continuar su vida con calidad; sin embargo habría que poner en cuestión qué significa calidad porque en mi punto de vista este término debe adaptarse al estatus que se vive en cada momento de la vida, es decir no podemos comparar los estándares esperados de los 20 que los 80 y por otra parte aun viviendo una enfermedad podemos establecer un rango que considere mayor o menor calidad de vida.

Estudios recientes han demostrado que la danza, en especial la técnica del ballet ayuda a mejorar la condición de los pacientes con enfermedades neurocognitivas, en especial con los enfermos de Alzheimer los resultados han sido notorios. ¿Por qué? Medicamente se establece que un enfermo de este tipo requiere una serie de ejercicios tanto físicos como mentales que ayudaran a reducir los efectos negativos, dentro de este sentido se deben generar condiciones adecuadas que estimulen la memoria, la espacialidad, el lenguaje dentro de otras. Aquí me detengo a darle mi punto a favor al ballet, porque en una clase ya sea básica o avanzada los ejercicios están fundamentados en las condiciones anteriormente mencionadas: cada ejercicio debe memorizarse para ejecutarlo, se usa un lenguaje diferente para cada movimiento y el espacio es parte primordial para danzar.

No se trata de pensar que se entrena para ser bailarines profesionales, pero si debe considerarse la oportunidad que le damos a nuestros familiares de continuar con una vida que los estimule, los haga sentirse útiles y autónomos y que sobre todo se contribuye a mejorar su condición.

He tenido la oportunidad de trabajar con adultos mayores y el simple hecho de cambiarles un día de sus rutinas los ayuda a sentirse de nuevo llenos de vida, desafortunadamente pareciera que envejecer es sinónimo de dejar de servir, cuando por el contrario su experiencia es la que debemos aprovechar y aprender.

Por otro lado, exhorto a los profesionales de la danza a que miren en otras perspectivas, teniendo en cuenta que la contribución de la danza ya no solo es desde un punto bello o estético que lleve a otro ser humano a la práctica escénica, sino que ahora se puede tener una contribución social coadyuvando con lo médico; no significa que nos convertiremos en unos expertos de las enfermedades a tratar, pero sí que podemos plantear trabajos serios con instituciones de salud y cambiar las vidas de muchos adultos mayores.

Claro está, que para llevar a cabo esta labor debemos estudiar, documentarnos, trabajar de la mano con expertos que nos ayuden a orientar las clases respecto a lo que las personas necesiten.

Querido lector si tienes algún familiar o conocido que esté detectado con alguna enfermedad neurocognitiva invítalo a que visualice dentro de sus opciones este maravilloso arte que es la “Danza”. Exhortemos a las instituciones de salud a brindar apoyo alternativo, a que conozcan otros medios que pueden reducir el consumo de medicamentos y que ayudan al individuo a sobrellevar enfermedades.

Bien se dice que el cuerpo es una máquina perfecta y que la mente se puede dominar y a su vez generar cambios, todo está en el saber cómo lograrlo.

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