Editorial

El Lenguaje del Amor – Veleidades de la Memoria

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El Lenguaje del Amor

Veleidades de la Memoria

Miguel Gallareta Negrón

 

En etapas avanzadas, las personas que viven con Alzheimer dejan de comunicarse por medio de la palabra hablada. Poco a poco los sonidos surgen cortados de su boca y para los familiares y gente cercana se torna complejo entender lo que desean manifestar. Si consideramos que la expresión escrita, por tratarse de un esfuerzo intelectual de mayor complejidad, se pierde desde el inicio del deterioro cognitivo, y por tanto el enfermo se queda sin las dos formas convencionales de comunicación con el mundo, y eso lo obliga a utilizar los menguados recursos y habilidades con que cuenta todavía. ¿Cómo lo logran? Sin duda, a través del amor, de la expresión pura de los más profundos sentimientos, alejados de cualquier tipo de complejo, prejuicio o máscara.

La persona con demencia logra esta transformación sin mayor complicación, son los miembros de la familia cercana los que se acongojan por los cambios que experimenta su ser querido y por su dificultad por entenderlo. Nuestra fantasía de conservar a un padre o madre fuerte y lúcido como sus años mozos, nos conducen a un laberinto de pasiones del que sólo podremos librarnos al momento que dejemos las quejas y abracemos la aceptación, cuando nos demos cuenta de que eso es lo que nos tocó vivir en estos momentos de nuestra vida, y aprendamos la lección que el Universo nos tiene guardado detrás del aspecto dramático de la demencia.

Yo dejé de sufrir por mi madre cuando acepté que nunca sería la misma, cuando comprendí, en este caso específico, que el lenguaje es puro convencionalismo, que la verdadera forma de comunicarse es el amor. Así es que ella me sonríe y yo le sonrío, me besa y la beso, me extiende los brazos y nos abrazamos, le pongo música de su época y bailamos. No necesitamos más para ser felices.

Y aparte de la comunicación, mi madre no pone su atención en situaciones mundanas como la política, los celos, la envidia o la competencia entre seres humanos para ver quién tiene más; su atención se centra en temas realmente importantes como reírse con los juegos y bromas de sus familiares, besar a mi padre con mucho cariño cada vez que pasa cerca de él, comer cuando tiene hambre y disfrutar sus alimentos, ocasionalmente escuchar a los pájaros y contemplar el ocaso colorido y, al final de la jornada, cuando las sombras se apoderan del día, rezar con su pareja de toda la vida y dormir plácidamente un sueño reparador.

Ella realmente disfruta cada muestra de amor de su familia y conocidos, así como cada detalle que la vida le ofrece gratuitamente. Mi madre tiene Alzheimer y yo me pregunto si será necesario que todo el mundo padezca demencia, para aprender a amar sin condiciones y empezar a disfrutar las cosas más simples de la vida.

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