Editorial
Carta a la Anatomía de Unos Ojos – Sinalefa de Mujer
Carta a la Anatomía de Unos Ojos
Olivia Peón Cardín
Sinalefa de Mujer
No sé si sepa usted señor desde que vi sus ojos no he hecho otra cosa más que pensarlo intensamente. La razón fue que en ellos encontré estaciones, colores, y formas antes no imaginadas. Fijando bien la vista descubrí el otoño de una manera formidable en su cámara posterior y alcance a ver el color ámbar de su pupila en forma de hojarasca, retribuyéndole la mirada en tonos de cobre recién sacados de una mina y forjados como toros de lidia.
¡Vaya, quede gratamente sorprendida! Sus lentes no dejan admirar sus ojos, muy al contrario, los esconden y opacan, restándoles el brillo que descubrí después en su humor vítreo. Acercando un poco más la vista note claramente que en su aspecto de hojas traía tintes de invierno, quizá con algún poco de nieve colada en la ventisca de su último viaje hecho a tierras del norte. Más al fondo descubrí que había encendido usted en su retina izquierda un fuego y una llama abrazadores, no así en la derecha donde sola, baila la niña de sus ojos, entretenida en un minuet muy asoleado de su nervio óptico
No se asombre si le digo que también vi algo de nubes de primavera; su cristalino me recordó un poco las primeras lluvias de abril, dando paso a pequeños encharcamientos en su cornea, que al entristecerse, torna a tomar el color del barro y el del chocolate.
De paso sepa usted que de su iris salen dos curvas vestidas con biquini del verano pasado, seguro se las trajo como recuerdo del insistente mar azul de su mirada gris, que inundan las cuencas de sus ojos. Eso no tengo derecho a reclamar, pues usted no es nada mío, pero sus ojos, cuando miran, traen una hechicería de homilía dominical que blasfema la mirada como lumbre y a riesgo de que yo caiga desmayada en esos ojos misteriosos y asesinos, hará usted bien en usar unos lentes para el sol antes de que imagine que son de queso como la luna y quiera comérmelos a besos.